Fruto de la improvisación con la que se está armando, la futura gestión de Javier Milei sigue sufriendo modificaciones antes de que asuma, todo un récord. Como en Gran Hermano, los nominados pueden quedar afuera de la casa. Ayer fue el caso de Demian Reidel, número puesto para conducir el Banco Central, quien finalmente no será de la partida por diferencias con la visión extrema de Milei sobre la entidad bancaria. Así, a dos semanas de la asunción, el armado del equipo económico sigue en el aire aunque Luis "Toto" Caputo haga reuniones en condición de ministro in pectore. La indefinición del nuevo gabinete da lugar a las operaciones como ocurrió ayer con el embajador Daniel Scioli que, por un rato, se convirtió en secretario de Turismo. Las idas y vueltas también agrandan la lista de enojados.
Ya se podría armar un gabinete en las sombras con los funcionarios que iban a ser y no fueron. Uno de los casos más notorios fue el del economista Emilio Ocampo, quien se pasó buena parte de la campaña explicando cómo sería la dolarización que implementaría Milei. La designación no oficializada de Caputo tuvo como efecto colateral su salida del cargo de presidente del Banco Central que no llegó a ocupar, dadas las diferentes miradas sobre el rol de la institución bancaria. Junto a Caputo desembarcaría Reidel -ambos funcionarios durante el macrismo-, por lo que se dio por hecho que la dolarización y la "dinamita" al BCRA pasaban a mejor vida. Sin embargo, entonces la Oficina del Presidente Electo (efectivamente, suena a Gran Hermano) emitió un comunicado aclarando que "el cierre del Banco Central no es un asunto negociable".
Así las cosas, parecía sólo cuestión de tiempo que Reidel desistiera de presidir la institución. "Para evitar especulaciones, quiero confirmar que en este momento no voy a ejercer la presidencia del BCRA", explicó Reidel en Twitter. Aclaró que Milei contaba con su apoyo y cerró el mensaje con un "Viva la libertad carajo", como para no queden dudas de su adhesión al proyecto. Ahora deberán buscar a otro economista que adhiera a la línea dinamitadora del presidente electo. El ministro sin cartera Caputo les dijo el viernes a los representantes de los bancos que pensaba en una salida escalonada, en la que la dolarización quedaría para más adelante. Se especulaba con que un integrante de su equipo sería quien finalmente quede a cargo del Central.
Quien le hizo los ofrecimientos a Caputo y a Reidel fue Nicolás Posse, el futuro jefe de Gabinete, un ex ejecutivo de la Corporación América donde conoció a Milei. Sin experiencia política, Posse se viene ocupando del costado económico y compartió con Caputo las conversaciones preliminares con el staff del FMI. Otro salido del mismo grupo empresario es el ministro del Interior, Guillermo Francos, quien sí cuenta con una extensa trayectoria política, la excepción del entorno libertario. Surgido, allá lejos, del Partido Federal de Francisco Manrique, Francos fue aliado de Domingo Cavallo y de Gustavo Beliz, gracias a quien fue designado representante ante el BID por este gobierno. Fue funcionario de Unión por la Patria hasta hace un ratito.
Con dificultad, Posse y Francos tejen la red de gobernabilidad que le quieren dar al gobierno de Milei, que no cuenta con gobernadores, ni intendentes, además de bloques legislativos pequeños. Básicamente, el bosquejo es sumar al sector halcón de Juntos por el Cambio que encabezan Mauricio Macri y Patricia Bullrich, el peronismo "federal" de la fórmula Juan Schiaretti y Florencio Randazzo y los legisladores del interior que ellos puedan arrimar. La expectativa es que sumen más peronismo y partidos provinciales. Con ese esquema en la cabeza fue que bajaron designaciones ya cantadas.
La ex candidata a gobernadora Carolina Píparo aún tiene en su cuenta el tuit en el que confirmaba el encuentro en el que mañana, lunes, debía reunirse con la titular de Anses, Fernanda Raverta, "para iniciar la transición". Fue desalojada para dejarle el cargo a Osvaldo Giordano, ministro de Finanzas de Schiaretti. Ambos -Schiaretti y Giordano- fueron funcionarios de Economía en la gestión de Carlos Menem y Domingo Cavallo, a la que Milei y los suyos parecen rendir tributo. Con el nombramiento en ese lugar estratégico quedó claro porqué el todavía gobernador evitó pronunciarse a favor de Sergio Massa antes del balotaje. En Córdoba, Milei obtuvo una diferencia enorme de votos.
Más ruido todavía genera el tira y afloje por la presidencia de la Cámara de Diputados, un lugar estratégico que La Libertad Avanza está dispuesta a ceder a un aliado. El macrista Cristian Ritondo daba por hecho que el lugar le correspondía en virtud del apoyo en el balotaje, en el que participó activamente trabajando en el operativo de fiscalización en la provincia de Buenos Aires. Asegura que encabeza un bloque "halcón" de 40 diputados, que más que duplicarían los 38 de LLA. Sin embargo, en la visión de Francos, Ritondo está demasiado identificado con el macrismo y quiere sumar peronismo, por lo que impulsa a Randazzo. La movida enojó a Ritondo que amenaza llevarse sus 40 diputados a un bloque independiente.
El objetivo de Francos es tener un link directo con el peronismo cordobés y el del "centro democrático" que vienen pergeñando Miguel Angel Pichetto, Emilio Monzó, Nicolás Massot y los legisladores que responden a Horacio Rodríguez Larreta. Lo que debe resolver es si Randazzo es la persona indicada para conseguir ese consenso y qué tan dañosos resultarían los efectos colaterales. La situación se mantiene en estado latente desde hace tres días, sin retrocesos nin avances. Un dato a tener en cuenta es que Milei también armó un buen vínculo con Randazzo en la Cámara baja.
En la perinola de nombres cayó ayer el del embajador en Brasil, Daniel Scioli. Varios medios dieron como un hecho que asumiría la secretaría de Turismo, en otro gran revival del menemismo. Sin embargo, desde su entorno desmentían la versión, de la que desconocían su origen. Durante la semana, ya se había barajado la posibilidad de que Scioli continuara en Brasilia para ayudar a recomponer en vínculo entre Milei y Lula luego de las declaraciones del presidente electo acerca de que no trataría con "comunistas" y su improvisada invitación a Jair Bolsonaro a la ceremonia de asunción. Pero no hay nada.
Otra interna llamativa es la que se viene dando entre la vicepresidenta electa Victoria Villarruel y Patricia Bullrich por el manejo de Seguridad. Milei había expresado en su campaña que su vice se ocuparía de una cartera que unificaría las tareas de Seguridad y Defensa, que se supone que es su especialidad (o debilidad). Esa fusión -contraria a las leyes- luego fue descartada por la propia vice, pero seguro le cayó indigesto el ofrecimiento a Bullrich para que vuelva a la cartera de Seguridad que ocupó durante el gobierno de Macri. Diplomática, Villarruel dijo que apoyaría a quienes fueran designados en esas áreas, pero luego se mostró recorriendo el cuartel central de la Policía Federal y el edificio de Gendarmería, clara señal de que no se resignaba.
Cerca de Bullrich explicaban que su acuerdo había sido directo con Milei. De hecho, recordaban, la frustrada candidata presidencial había asegurado que no deseaba volver a su viejo cargo, pero que aceptó el ofrecimiento en el marco del gran acuerdo entre el gobierno entrante y el PRO. Incluso, se mencionaba la posibilidad de que quien fue su candidato a vice, el radical Luis Petri, ocupara el ministerio de Defensa. Para más, quien asomaba como el candidato de Villarruel para ocupar la AFI, Miguel Angel Toma, habría sido descartado por el propio Milei. Aparentemente, algunas señales de juego propio que dio la vice antes de las elecciones cayeron muy mal en el presidente electo y su entorno. Las internas y las tensiones seguirán a la orden del día hasta el 10 de diciembre.