Las batallas entre los precandidatos presidenciales de Juntos por el Cambio se tercerizaron. Así como resolvieron no participar de debates públicos camino a las PASO y de cara a las elecciones 2023 para evitar que alguno salga herido o imposibilitado de traccionar los votos del perdedor de la interna, no pudieron acordar el cese al fuego a menos de un mes de las Primarias. Declaraciones desafortunadas, comunicados, peleas en redes sociales y dos armados políticos que sacaron pecho a poco de la gran prueba en las urnas, un combo perfecto para que ninguno decida calmarse.
Un día antes del primer anticipo de la interna nacional, las elecciones de Santa Fe, Juan Manuel López, diputado nacional de la Coalición Cívica, acertó. Dijo, en Radio con Vos, que creía estar metiéndose en un problema y, realmente, así fue. Comparó, con salvedades, el gobierno de la Alianza con una posible gestión de Patricia Bullrich en caso de que ella ganara los comicios. Una Bullrich que formó parte de esa jefatura de Estado que terminó con crisis social, represión, muertos y cinco presidentes en una semana.
Dieciocho minutos después de que cerraran las urnas en Santa Fe, donde el bullrichismo perdió y reconoció la derrota casi sin necesidad de esperar una jugosa carga de datos, el círculo cercano a Patricia salió a cruzarlo. Ya había pasado un día y medio. Damián Arabia, armador político en el interior y precandidato a diputado nacional por CABA en la lista de la ex ministra, acusó a sectores de JxC de "golpistas".
El lunes pareció transcurrir en silencio y el martes López quiso aclarar pero oscureció. Publicó una nota de opinión en Infobae en la que volvió a remarcar que Bullrich está más lúcida que Fernando de la Rúa pero que la violencia y la imposición no son el camino. Ese escrito motorizó un comunicado de los bullrichistas pero no de Patricia. Según uno de los firmantes, el artículo del diputado fue el que activó nuevamente la pelea por esos conceptos. El detonante.
¿Por qué la crónica con referencia a las elecciones santafesinas? Porque para el larretismo, su adversaria sintió el golpe de la derrota en esa provincia y salió a contraatacar para no perder protagonismo ni fortaleza en el discurso. Porque en Santa Fe no ganó la confrontación brutal con el adversario sino la campaña propiamente dicha, en territorio. Esto fue negado rotundamente por diversas fuentes del armado bullrichista que no encontró correlación y que justificó la crítica en la nota de López, una actualización de la polémica.
En ese comunicado, el destinatario fue Horacio Rodríguez Larreta y no López. Como si López no hubiera sido el verdadero artífice de semejantes declaraciones sino el brazo ejecutor del verdadero autor del hecho, el intelectual, el jefe de Gobierno. En el fondo o, en realidad, en la superficie, el mensaje fue para el presidenciable porque su "tendencia" es "pegar con la mano ajena" para "jactarse" de, él, ser bueno. Es "sistemático", se describió.
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Los halcones buscaron, entonces, sacarle la máscara al jefe de Gobierno y exponerlo como el verdadero impulsor de los golpes internos y no solo como el receptor de las indirectas de una Bullrich malvada, que juega a la guerra. Los dos pelean. Y hubo ejemplos. El de López fue uno, pero se mencionaron otros como los reveladores y atemorizantes dichos de Elisa Carrió sobre delitos de lesa humanidad en un gobierno represivo de Bullrich con ascendentes de Mauricio Macri.
Otro ejemplo fue el de Waldo Wolff, hoy funcionario de la Ciudad, antes "espalda con espalda" con el bullrichismo y ahora candidato del larretismo que, en una entrevista con Jorge Fontevecchia, se refirió a los halcones como "fachistas" por promover el pensamiento único. Con el comunicado, entonces, los postulantes de Patricia buscaron desenmascarar y mostrar una suerte de juego sucio tercerizado a la hora de dar la batalla.
Pero Bullrich tampoco firmó el comunicado y, en el último tiempo, tampoco se refirió con nombre y apellido a su principal contrincante. Las peleas pasaron a ser más rebuscadas para evitar cortes en el ojo antes del primer round. Ella decidió, como próximo objetivo, reforzar el voto del núcleo duro de Juntos por el Cambio y no concentrarse en Larreta sino en los Juan Grabois, los Sergio Massa o los Moyano de la Argentina.
El larretismo decidió que el camino no será ni con gritos ni con agravios y dejará al bullrichismo quejándose en soledad, casi como si no hubiera escuchado el mensaje. Cada uno, en el día de la polémica, estuvo en latitudes diferentes de la Argentina. Casi como si fuera imposible, consciente o inconscientemente, coincidir. Larreta estuvo en Jujuy con Gerardo Morales y nuevas propuestas de campaña. Bullrich viajó a Córdoba para acompañar a Rodrigo de Loredo a días de competir por la ciudad capital.
Después de perder en Santa Fe, Bullrich hará tres viajes más al interior antes del 13 de agosto y el 10 de ese mes cerrará su campaña también en las entrañas del país. No se cerrará en Buenos Aires, aunque el jueves se la verá en la costa, por Gesell, Pinamar y Santa Teresita; el viernes en Castelli y Chascomús y el sábado en San Martín y Merlo. Agenda cargada.
No se interpretó que el resultado santafesino pueda llegar a perjudicarla realmente. Se trató de una elección que se nacionalizó pero, al mismo tiempo, quedó atada a las fronteras de la provincia y que, según sus mediciones, no se reflejará en la ida a las urnas a la hora de elegir las categorías nacionales. Si bien Maximiliano Pullaro dijo votar por Larreta, el sector halcón maneja datos de que sus votantes optarían en mayor medida por Patricia.