No es sensato que, si nos reconocemos como democráticos, reconozcamos los resultados electorales cuando nos gustan y los rechacemos cuando no. Pero, sin duda, eso no impide que haya resultados que nos resulten más gratos que otros.
En una elección el pueblo se expresa. Algo dice. Nos guste o no, estemos de acuerdo o no con lo que dice. Pero algo dice. Y resulta indispensable tratar de escuchar no solamente qué dice, sino también qué quiere decir eso que expresa. Porque los datos son incuestionables, los significados quizás no. Y sacar conclusiones erróneas de qué quiere decir suele llevar a extraer propuestas o soluciones también falsas.
Los recientes resultados de las PASO a muchos nos resultaron sorprendentes. Y, en ocasiones, nos permitimos estar en total desacuerdo: que Losada haya tenido más votos que El Chivo Rossi nos parece gravísimo, por ejemplo. Lamentable.
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Pero atreverse a entrar en las causas de los votos, tal como ocurrieron, nos parece que merecería un serio, mesurado, crítico análisis de lo que seguramente es multicausal. Escuchar respuestas simples que responsabilizan a “A” o a causa de “S” lo ocurrido, aunque tenga parte de razón, ciertamente no refleja el todo. La caricatura no es buena para obtener una foto.
Si el gobierno pretende dar vuelta el resultado, no puede correr el riesgo de leer mal los motivos, y tampoco de traicionarse. Si, por ejemplo, pretendiera derechizarse, para capturar votos, es muy probable que “la gente” elija el original y no una mala copia.
Es cierto que podríamos pensar en una desmemoria, una suerte de Alzheimer social (en lo cual “Cambiemos” es experto) que haga olvidar los 4 años del peor gobierno en democracia; quizás por eso el enroque. Pero no sería menos razonable recordar aquello del “órgano más sensible”. Y si de bolsillo hablamos, es evidente que, en la feria, el mercado o en los súper, llenar el changuito es una utopía. Podrá hablarse de “pesada herencia”, y sería cierto, pero ese argumento lo usaron otros antes. Para cambiarle la vida a la gente (= pueblo) para mejor fue que los eligieron.
Es verdad que podríamos hablar de la influencia todopoderosa de los medios; ahí está Randazzo robándole otra vez al espacio del cual supo pertenecer unos porotitos que suman a los otros… o restan, que para ellos es lo mismo; ahí está Milei repitiendo a López Rega sabiendo que nadie le repreguntará y los jóvenes no tendrán idea de quién se trata; ahí están las usinas de repetición de slogans con profundidad cero e invitados recurrentes.
Hace muchos años, Raúl Alfonsín, el último radical, decía que su partido debería acostumbrarse a perder elecciones, pero no negar sus raíces y recalcando que su límite es Macri, algo que Morales, Aguad, Negri, Sanz olvidan con sus palabras, niegan con sus actos y traicionan con su pueblo. Menos años después, Néstor Kirchner repetía que no podemos negar “convicciones y principios que llevar adelante” después de perder elecciones en 2009.
Durante el gobierno atroz que Macri nos infringió, él podía decir cualquier cosa… ¡cualquier cosa!, desde “caer en la escuela pública”, a que se pagaba poco de luz y gas para favorecer a sus amigos, y lo mismo podían decir los suyos como que se le hizo creer a un empleado medio que podía tener algo (que debería poder tener) o que nadie pobre llega a la Universidad… Se podía decir cualquier cosa porque todo era inmediatamente resignificado por sus usinas de comunicación y lograr que fuera aceptado y aplaudido. Alguien dijo una vez que la última buena comunicación que tuvo el peronismo fue el primer plan quinquenal. Lo cierto es que no la hay. Y muchos creemos que debiera. Que es urgente que la haya. Porque si se escucha decir “no supimos comunicar”, pues no… no supieron. Y – los otros – hasta lograron que lo mejor que se ha hecho, como la campaña de salud y vacunación, sea mal mirada y sospechada. Comunicar es poder.
Si afirmo que no me gustaría una derechización del gobierno, que no me gustaría una mala lectura y un mal diagnóstico y una mala propuesta de solución, es sensato preguntar… ¿y qué propongo? humildemente, desde mi lugar simplemente sugiero: ¿y si probaran con más peronismo?