Grieta en Cambiemos por la ambición de Vidal de presidir Diputados

La oposición quiere incrementar la cantidad de votos en noviembre para consagrarse como primera minoría en la Cámara Baja, llegar a los 129 diputados y poner un nombre propio en la línea de sucesión presidencial. En el Senado, intentan sacarle el quórum al Frente de Todos.

01 de octubre, 2021 | 05.00

Con la excusa de generar equilibrios en el Congreso de la Nación y sin verlo como una avanzada grave para la institucionalidad, Juntos por el Cambio debate internamente la intención de quedarse con la presidencia de la Cámara de Diputados. El sector de las palomas se dividió. Algunos decidieron guardar silencio pero María Eugenia Vidal se alejó de la postura amable y salió a arengar la posibilidad por una razón meramente electoral. Para conseguir más votos. Otros optaron por patear la propuesta para después del 14 de noviembre y el bando más duro mantuvo la postura de ir por todo.

Vidal, en una reunión por Twich, pidió "ponerle un freno al kirchnerismo" y quedarse con la presidencia del Cuerpo legislativo porque no puede esperar dos años. En caso de ganar en 2023, ese lugar quedaría para Juntos por el Cambio pero padecen de ansiedad. Para este año, la ex gobernadora quiere conformar un interbloque de 120 diputados para estar más cerca de los 129 nombres para habilitar el quórum y votar un nuevo líder de la Cámara. Así, en caso de lograrlo, meterían una figura propia en la línea de sucesión presidencial.

Desde su entorno se sorprendieron por el rebote de los dichos, sobre todo porque el tema ya había sido planteado por Elisa Carrió y Patricia Bullrich. Pero estas dos figuras conforman el ala dura, el bando de los halcones, y suelen tener un discurso agresivo contra el Gobierno nacional, no así Vidal, que se subió al ring y subió también a sus contrincantes del Frente de Todos que salieron a repudiar sus dichos.

Es que la avanzada de Mariu tuvo una razón meramente electoral. Acorralados por el crecimiento de Javier Milei, que de yapa comenzó a coquetear con el núcleo duro de la alianza macrista, buscó atraer sufragios. Una suerte de incentivo para la ciudadanía, algo así como "si conseguimos más votos, podemos lograr más cosas". Aunque no vayan a hacerlo, según entendieron cerca de la ex gobernadora.

Sin embargo, sus aliados decidieron guardar silencio. Horacio Rodríguez Larreta, dijeron desde el Gobierno porteño, no hizo comentarios sobre el tema y, de momento, no hablaría. Diego Santilli, en Buenos Aires, prefirió concentrarse en la campaña y planificar el relanzamiento con Facundo Manes con el objetivo de conseguir un millón de votos más que el 12 de septiembre y cosechar más de cuatro millones de voluntades.

Para eso, diseccionaron la provincia, identificaron a la ciudadanía y armaron estrategias segmentadas para cada sector. Según la última encuesta interna, la oposición y el oficialismo crecerían y sumarían casi 41 y 37% respectivamente. Con la intención de consagrar esa subida, miraron los problemas más recurrentes en los bonaerenses: seguridad, trabajo, inflación, educación, corrupción y salud. El top de preocupaciones que abordaron y abordarán camino a noviembre.

Así como Santilli decidió no meterse en la disputa por la presidencia de Diputados, el radicalismo también optó por patear el debate. Para la UCR, un debate de semejante trascendencia recién debería instalarse y proponerse post elecciones generales, con el resultado conocido y la primera minoría lograda o no lograda.

Pero un sector más duro decidió no abandonar las pretensiones. Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, estuvo en Bragado y le pidió "a toda la sociedad que acompañe a Juntos por el Cambio para tener mayoría en la Cámara de Diputados y poder acceder a la presidencia del Cuerpo". Según entendieron desde ese espacio, si la oposición se consagrara como primera minoría en noviembre, intentarán avanzar. No para cogobernar sino para poner un equilibrio en el Congreso y frenar proyectos difíciles como la reforma judicial y de la Procuración General de la Nación. 

En 2009, Carrió se había opuesto e incluso bloqueó la avanzada contra el Frente para la Victoria. Ese año, el oficialismo perdió los comicios y la oposición conformó el Grupo A que se quedó con la titularidad de comisiones que siempre están en manos del partido gobernante. A diferencia de aquel entonces, desde la Coalición Cívica entendieron que ahora hay un interbloque opositor unido, no un espacio fragmentado como hace 12 años.