Un funcionario recordaba risueñamente el cambio de clima del búnker del Frente de Todos en Chacarita. Mientras dirigentes y candidatos se abrazaban y se preparaban para los festejos, alguien avisó: "parece que perdimos". La alegría se transformó en silencio y desconcierto. Desde esa noche, algunos ministros, secretarios de Estado y legisladores discuten entre ellos qué sucedió y qué debe hacer ahora el presidente Alberto Fernández. Algunos de ellos ya le transmitieron su parecer y otros esperan hacerlo en los próximos días. Un dilema, que parecería saldado pero algunos todavía lo mencionan, es si debe "albertizarse" -en el sentido de buscar disputarle el centro político a la oposición- o, por el contrario, "kirchnerizarse" -radicalizando posturas y medidas-. El otro interrogante es si debe haber un cambio de gabinete ya mismo o debería esperar a después de las elecciones de noviembre.
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Moderación o radicalización
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A algunos les puede sonar raro. Pero quienes integran su círculo más cercano -y supuestamente comparten su manera de pensar-, creen que Fernández tiene que volver a la moderación de sus primeros meses y disputarle el centro político al jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. Así lo explicaba un funcionario que el martes conversó telefónicamente con el Presidente. "El electorado se corrió a la derecha y nosotros tenemos que volver a ocupar el centro, que fue lo que se hizo en 2019. Cristina lo eligió justamente porque le daba esa diferencia, ella sola no podía. Alberto llegó al punto más alto de imagen en los primeros meses de pandemia, cuando se sentaba con Larreta y Kicillof y se mostraba por encima de la grieta. Cuando se 'kirchnerizó' tal vez le sirvió para mejorar la relación personal con Cristina pero empezó a perder a parte de los que lo votaron y terminó perdiendo la elección", comentaba el funcionario, un "albertista" pura cepa.
Se quejaba del discurso de cierre de Fernández en Tecnópolis porque "cada cinco palabras la mencionaba a Cristina. Así perdió todo lo que él le agregaba al Frente de Todos". Algo de eso pareció querer decir el secretario de Relaciones Parlamentarias y dirigente del Movimiento Evita, Fernando "Chino" Navarro, cuando declaró que "por discutir con los dirigentes de Juntos por el Cambio nos olvidamos de la sociedad. La gente ya sabe quién es Mauricio Macri y quiénes somos nosotros". Según esta visión, si se persiste en esta línea no sólo se perderá esta elección legislativa sino también la de 2023. "Si te ganaron el centro estás listo. Hay que volver a la postura de la campaña de 2019", remarcaban.
Como es de imaginar, otros funcionarios lo veían bien distinto y parecían llevar la voz mayoritaria. "Para votar al centro la gente va a ir a buscar el original, no la copia. Nosotros tenemos que ir a buscar a nuestros electores, que el domingo pasado se quedaron en la casa porque esta gestión ni siquiera les dio ganas de salir de la casa. Por buscar conformar a todos no conformamos a nadie, ni chicha ni limonada. Están todos enojados", puntualizaba un funcionario que viene ocupando puestos desde la época de Néstor Kirchner. Recordaba que, en cada encrucijada, como la derrota electoral de 2009, Kirchner siempre optaba por radicalizarse y así fue que surgió el mejor kirchnerismo: el de la ley de Medios, la estatización de las AFJP y de YPF, del matrimonio igualitario. "Necesitamos generar una épica, algo que entusiasme y movilice a la gente. Ojo que la izquierda nos afanó algunos puntos", agregaba.
El gabinete
En algún punto, la discusión se emparentaba -o corría en paralelo- con la del cambio de gabinete, que desde algunos sectores del Frente de Todos salieron a pedir abiertamente, como el caso del dirigente social Juan Grabois. En principio, la postura de Fernández fue decir que no habrá modificaciones, pero todo el mundo tenía claro que a esta altura de los acontecimientos nada puede darse por definitivo. En una de las conversaciones de estos días, el Presidente consideró que le parecía injusto cargar sobre uno o dos de sus funcionarios la responsabilidad de la derrota. Cerca suyo, añadían que difícilmente un recién llegado a un ministerio pudiera poner en marcha medidas que cambiaran la situación de la gente en las escasas semanas que quedan hasta los comicios.
Pero otros lo veían como inevitable si de veras se quería mostrar algún impacto. "Alberto tiene su credibilidad muy dañada, prometió cosas que después no se concretaron. La foto en Olivos, obviamente, lo complicó mucho más. El jueves va a anunciar medidas, pero dudo que tengan algún impacto. Van a quedar como más de lo mismo. La oposición va a salir a decir que hacemos populismo y que va a haber más inflación", adelantaba un funcionario. Por eso, consideraba que para cambiarle la cara al gobierno se volvía indispensable renovar el gabinete, incorporando algunos jugadores de peso. Por ejemplo, algún gobernador o dirigentes conocidos. Nombres que generen expectativas y den la idea de un cambio de rumbo.
"Es cierto que es una bala de plata, que puede salir mal si se pierde de nuevo en noviembre. La posibilidad existe, pero si la diferencia se achica se puede decir que fue por el recambio y el nuevo gabinete saldría bien parado. Y, de última, arriesgar es parte de hacer política, nada es seguro", advertía el funcionario. Al pasar, remarcaba algunos problemas de comunicación del Gobierno a esta altura difíciles de entender. "Poco antes de la elección, la AFIP retiró la acusación contra Cristóbal López por la deuda de Oil, con lo que le regalaste un título a los diarios. Y dos días después que perdimos sale el anuncio que bajó la inflación. ¿Quién lo pensó a eso?", se preguntaba.