Elecciones 2021: a un mes del cierre de listas, oficialismo y oposición apuntan a PBA

El Frente de Todos apuesta a la unidad mientras Juntos por el Cambio intenta evitar una interna conflictiva. El círculo rojo no confía en Randazzo.

24 de junio, 2021 | 06.51

En exactamente un mes, el próximo 24 de julio, cerca de la medianoche, se conocerán, finalmente, las candidaturas que van a participar de las primarias de cara a las elecciones 2021 legislativas. Hasta entonces, las dos coaliciones que se disputan la primacía vivirán jornadas de rosca intensa mientras se decide cómo van a acomodarse las fichas para la compulsa; el resultado del día de cierre de listas muchas veces resulta más importante que el de la noche en la que se cuentan los votos. Entramos en terreno de alianzas resbalosas, lealtades puestas a prueba, promesas incumplibles y humo. Ojo. A veces se encuentran pepitas de oro en el barro: si la hiperpolarizada política argentina aún tiene margen para una jugada que cambie el cauce de los acontecimientos, como sucedió en 2019, es ahora, en estos próximos treinta días, cuando sucede.

Ese mismo día dará comienzo la campaña electoral, que incluso en tiempos de pandemia se adelantó unos meses y ya está, en la práctica, en plena vigencia, a juzgar por las reciente declaraciones y los actos y recorridas de oficialistas y opositores (hay quienes dirán que nunca dejamos de estar en campaña, que apenas se modula a veces la intensidad, que en Argentina vivimos en estado de campaña permanente. Es una hipótesis que no carece de argumentos sólidos). Cabe recordar que el Congreso decidió por unanimidad postergar cinco semanas la fecha de las PASO y de las elecciones generales, como medida sanitaria por única vez para minimizar los riesgos de contagio en pandemia. Así, las primarias finalmente se celebrarán el 12 de septiembre, mientras que la fecha de la vuelta única para elegir diputados en todo el país y senadores en ocho provincias será el 14 de noviembre.

Candidatos de Juntos por el Cambio: muchos nombres, poco acuerdo

Los focos, naturalmente, están puestos en la provincia de Buenos Aires, donde votan cuatro de cada diez argentinos y se disputan las batallas políticas más taquilleras. Las ambiciones presidenciales de María Eugenia Vidal, que le desaconsejan volver a arriesgar el crédito que le queda en un territorio que ya le dio la espalda hace menos de dos años, desordenaron la interna de Juntos por el Cambio. Anoche, por segunda semana consecutiva, decidieron reunirse para tratar de zanjar las diferencias o al menos maquillarlas. Se prometieron intentar una lista de unidad pero se conforman con acordar una primaria de baja intensidad. Difícil. Jorge Macri, Diego Santilli, Elisa Carrió, Facundo Manes, Emilio Monzó, José Luis Espert, Margarita Stolbizer, El Dipy, Oscar Ruggeri. Demasiados nombres, demasiado en juego y demasiado ego para acomodar en pocos lugares.

Mucho en juego también allí para Horacio Rodríguez Larreta, que somete su proyecto presidencial a un test anticipado. Varias circunstancias lo obligaron a mover sus piezas, y todas giran en torno al mismo problema: Mauricio Macri. El alcalde porteño cree que en esta elección empieza a dar forma a su propio gobierno, porque el 10 de diciembre de 2023 la mitad de la cámara de diputados y un tercio del senado estarán ocupados por los legisladores que se elijan este año. La presión del expresidente de llenar las listas de figuras ultraideologizadas o exfuncionarios implicados en causas complejas por corrupción o espionaje no es compatible con los planes de Larreta, que se imagina acordando con un sector del peronismo para garantizar cierta gobernabilidad. Tampoco le gustaría tener que arrastrar en su boleta presidencial el apellido Macri, aunque el nombre sea otro.

Los candidatos del Frente de Todos

El oficialismo, en tanto, acomodará sus fichas puertas adentro y presentará listas de unidad en la provincia de Buenos Aires, así como en la enorme mayoría del país. Las especulaciones sobre candidaturas están a la orden del día. La decisión final se tomará entre la Casa Rosada, la gobernación y el Instituto Patria, en interconsulta permanente con Tigre, atendiendo a varios factores: el equilibrio interno del Frente de Todos, la decisión de renovar o no gabinetes (Nación y PBA), la destreza de los candidatos para desenvolverse en medios de comunicación opositores, lo que digan las encuestas y el veto cruzado, tácito pero palpable, que se reservan para sí los socios principales de la coalición. En principio, el primer lugar estará reservado para una mujer y entre los cinco primeros estarán representados Alberto Fernández, Axel Kicillof, La Cámpora, el massismo y los intendentes.

Independientemente de los nombres, lo que se pondrá en juego es la evaluación que haga la sociedad del gobierno y, especialmente en esta ocasión, de lo que hizo el gobierno respecto de la pandemia. En la Casa Rosada confían que para noviembre la enorme mayoría de la población estará inmunizada y lo peor ya habrá quedado atrás, tanto en términos sanitarios como económicos. “Unidad, vacunas y bolsillo” es el mantra que repiten en el Frente de Todos cuando se consulta sobre la estrategia electoral. Lo primero está consolidado, lo segundo parece en buen camino, sobre lo último cuelga un enorme interrogante. Fernández parece dispuesto a utilizar todas las herramientas que tiene para acelerar una recuperación del poder adquisitivo. El problema, en todo caso, de acuerdo a los antecedentes inmediatos, es que esas herramientas, en esta democracia raquítica, pueden resultar insuficientes.

En el marco de una elección tan polarizada, resultará clave la performance de otras fuerzas, que con poco pueden disputar algunas bancas y torcer el resultado. Es posible que el fuerte espaldarazo que recibe por estos días Florencio Randazzo de parte de los medios se diluya antes de noviembre; le pasó hace cuatro años. Su caudal electoral es dudoso: en 2017, con el sello del Partido Justicialista, el apoyo político y territorial del Movimiento Evita, algo de inercia de su buena gestión, un armado con varios intendentes, el peronismo en el llano, sin caja y dividido, apenas arañó el cinco por ciento de los votos. ¿Cuánto más puede acumular ahora desde los márgenes? Esa ni siquiera es la pregunta que más inquieta a sus sponsors, encuestas en mano. Están más preocupados porque su candidatura, al parecer, le resta más votos a la oposición que al oficialismo. Finjan sorpresa.

Distintos referentes de la ultraderecha (no son liberales sino conservadores que no quieren pagar impuestos, según una acertada definición que se viralizó en redes sociales) debaten por estas horas entre sumarse a Espert en la interna populosa de Juntos por el Cambio o mantener la intransigencia, presentando boleta propia. Varios de ellos recibieron llamadas personales de Patricia Bullrich, la presidenta del PRO, invitándolos a sumarse a su espacio. Por su parte, el Frente de Izquierda y los Trabajadores imagina que la crisis social y económica puede traccionar para ellos votos que se le caigan al gobierno de gente desencantada con la gestión. También probarán suerte en las PASO otras expresiones. Por caso, el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno, que denuncia haber sido proscripto en la interna por la conducción del PJ, podrá poner a prueba finalmente su caudal electoral.