"Universidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode!", fue el hit que cantaron estudiantes de las universidades nacionales de Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda que viajaban en el Tren Roca hacia la Plaza del Congreso. Ese fue uno de los epicentros de la Marcha Federal Universitaria, la cual reunió a cientos de miles de personas bajo un mismo reclamo: terminar con la destrucción salarial y presupuestaria del sistema universitario. Al gobierno de Javier Milei parece no importarle haber pasado la motosierra por el aparato educativo de nivel superior, una de las pocas "vacas sagradas" que ostentan un consenso social generalizado.
Desde Córdoba a Ushuaia, pasando por Comodoro Rivadavia, los grandes espacios urbanos se vieron copados por una movilización que volvió a soplar en el oído de quienes pretenden romper con la transversalidad de una de las pocas políticas de Estado que sobreviven en Argentina. Para el AMBA, el lugar señalado fue el Congreso, donde el Poder Legislativo se ve suprimido por el autoritarismo del Presidente y por la condescendencia que regalan espacios supuestamente opositores. El último antecedente de esta dinámica de poder fue la ley de financiamiento universitario, aprobada por ambas cámaras y próxima a ser vetada, según la promesa pública del jefe de Estado.
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El público variopinto llegó a la Plaza del Congreso desde distintos puntos para hablarle a esos diputados y senadores que deberán votar para mantener o rechazar el veto, si Milei cumple con su promesa. La FUBA salió desde Plaza Houssay, la UCR desde Tucumán al 1600, las agrupaciones de izquierda emprendieron camino desde avenida Rivadavia y Montevideo, la Conadu desde Entre Ríos y Belgrano, la UTEP partió desde la intersección de Belgrano y Solís, la CGT y la CTA hicieron lo propio desde Belgrano y Entre Ríos, mientras que la Cámpora marchó desde Entre Ríos y Venezuela. Todos se encontraron en el acto central de repudio al ajuste feroz del Gobierno y reivindicación de la educación universitaria. Radicales, izquierdistas, peronistas, progresistas. A todos los (nos) junta la Facultad.
En tiempos donde el tiempo se escurre entre las manos, cuando se hace cada vez más difícil encontrarse cara a cara, jóvenes y adultos eligieron la congregación para reforzar el cerco de defensa contra el ajuste universitario. La liturgia de las grandes marchas estuvo ahí, en los carteles, en las canciones que sonaban desde los parlantes con Lali Espósito como gran protagonista, en el polo gastronómico habitual, y en la remera fetiche que desde hace un buen tiempo se repite una y otra vez en movilizaciones de esta naturaleza: la camiseta de la Selección Argentina del Mundial 1994 con la inscripción de Diego Maradona.
Es que la universidad conforma un universo en sí mismo, como también un nexo con cada comunidad que integra y cruza la vida, independientemente de cursar o no una materia. Eso motivó la presencia de los sindicatos y de las Madres de Plaza de Mayo, por ejemplo. El espectro de participantes recorrió entidades muy diversas, las cuales eran aplaudidas cuando la organización del acto las anunciaba por el micrófono. Hubo una sola excepción: la Unión Cívica Radical, evidentemente signada por la denuncia de traición contra algunos de sus legisladores. El enfrentamiento entre el palacio y la calle.
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Esa incertidumbre sobre "el día después" sobrevoló la tarde de sol en el Congreso. La convicción que sobrevolaba cada charla, cada grito, cada canción es que la sociedad debe juntarse, alzar su voz, organizarse y poner el cuerpo para luchar contra la destrucción del Estado como garante del sueño de ascenso social. Pero la gran preocupación, incógnita era: ¿Y después? ¿Qué hace la política?
Micaela es estudiante de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Lanús, se hizo presente en la plaza junto a otras compañeras y plantó sus dudas sobre los efectos posteriores a esta gran manifestación: "Dudo por un cambio de rumbo, hoy me parece algo utópico. Los radicales vienen a sacarse la foto y después votan en favor del Gobierno, y en el peronismo estamos en una interna que no nos lleva a ningún lado".
"Traigan al peluca de Milei para que vea que este pueblo no cambia de idea, pelea y pelea por la educación", fue otro de las canciones que coreó el público en las inmediaciones del Congreso. Una encuesta realizada por Opina Argentina avala la consigna. Según el relevamiento, en abril, mes de la primera marcha universitaria, el 50% apoyaba al Gobierno en el conflicto, mientras que en septiembre el respaldo cayó al 35% y casi el 60% rechaza la política oficial. Sin embargo, el aparato opositor tendrá que operar finamente para que la calle no sucumba ante la rosca del palacio, inocuo y cruel ante el drama social.
Testimonios del ajuste
Maximiliano es profesor de Historia en una escuela pública de La Matanza. Su pareja es licenciada en Ciencias de la Atmósfera, se está por doctorar y es docente en la UBA. Según su mirada, es "fundamental estar en esta plaza, defender la educación pública y no repetir errores del pasado". Poner el cuerpo en este tipo de ocasiones es "la única manera de mostrarle a las generaciones actuales afines a este gobierno que los derechos se defienden", añadió.
"Hay que apoyar a la ciencia, el desarrollo tecnológico. Ambas causas van de la mano para el crecimiento industrial, que luego deriva en el buen andar económico. Es una ecuación simple y apostar a las universidades es justamente defender ese proceso", destacó y continuó caminando con un cartel en la mano que rebate con ironía la idea de "alumnos inventados" que expresó el secretario de Educación, Carlos Torrendell.
Otra de las voces presentes en la plaza fue la de Marcos, docente en la carrera de arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario. "Estoy asfixiado por el sueldo que cada vez me alcanza para menos. Hace muchos años dicto clases y nunca viví una situación como está", describió.
Sus alumnos están "preocupados" por el futuro de la universidad y, en consecuencia, de su "futuro laboral", sostuvo. Otro de los docentes perjudicados por la crisis salarial que instituyó el Gobierno es Ignacio, profesor de Historia en la Universidad Nacional Guillermo Brown.
En diálogo con El Destape, afirmó que el objetivo final de la administración libertaria es "privatizar la educación" y que más allá de la marcha masiva, no cree que la política universitaria se modifique porque "está en su esencia ir por más ajuste". "Hoy un ayudante de cátedra de segunda cobra 150 mil pesos. Financian gastos corrientes y dejan atrás los sueldos. Sabemos perfectamente lo que están haciendo", subrayó. Respecto a cómo la sociedad toma la problemática en el segmento educativo superior, consideró que sería "un error quedarse solo con lo que pasa en las universidades" porque "todo el sistema educativo está en riesgo con este Gobierno".
Algunos apuntes que sostienen la efervescencia callejera:
- La universidad pública es una de las principales formas de la movilidad social ascendente. El 68% de los alumnos de las universidades públicas tiene padres que no fueron a la universidad. En casi todas las universidades esa cifra es mayor al 50%.
- El desempleo en las personas con estudios superiores completos es siempre mucho menor al resto de la población. En la actualidad, no llega al 3% (en la población de 30-50 años).
- El Gobierno viene diciendo que está ajustando menos a las universidades que al resto. En lo que va de 2024, el ajuste a las universidades es del 30%, 6 puntos por encima del ajuste total de los gastos corrientes (-23,8%).
- Las transferencias a universidades como porcentaje del PBI se ubica en los menores niveles de los últimos 30 años. Con una diferencia: la población estudiantil como porcentaje de la población total no paró de crecer.
Milei tiene hasta mañana jueves para vetar la ley. Pero la contracara de ese Boletín Oficial ya la vieron todos los argentinos: una movilización protagonizada en 50 ciudades del país, con participación de militancia proveniente de gremios docentes y no docentes, centros de estudiantes, y ciudadanos independientes, gremios de la CGT y la CTA, movimientos sociales y agrupaciones políticas que fueron desde la izquierda, el kirchnerismo, un sector de la UCR y la Coalición Cívica, entre otras fuerzas. La calle hizo lo suyo este 2 de octubre -como ya lo había hecho el 23 de abril pasado- y le dejó un mensaje muy claro al Gobierno, pero en especial a la dirigencia opositora: ahora les toca a ustedes.