Cuando se haga la sesión, la semana que viene, para voltear el veto de la movilidad jubilatoria, se abrirá la batalla por el sentido. Dibujará una línea en medio de la cancha para terminar de exponer a los anti jubilados, aquellos que no quieren que los haberes mínimos tengan un incremento de $13.000 y se ubiquen, siempre, por encima de la línea de la pobreza. Hay dos escenarios posibles: el rechazo inmediato, no exento de cierta dificultad, o la demora del tratamiento.
El pedido de sesión mostró una nueva unidad de la oposición dialoguista que, no obstante, no está a salvo de las divisiones internas. Los ojos se posaron sobre las posibles fugas a la hora de la verdad. La UCR, la Coalición Cívica y Encuentro Federal solicitaron la reunión en el recinto, un sector al que, una vez más, Unión por la Patria le cedió el lugar de locomotora para permitir la construcción de ciertas mayorías.
Irán, el miércoles, sin dictamen. El veto había sido girado a dos comisiones: la de Presupuesto, comandada por José Luis Espert y la de Previsión Social, de la radical Gabriela Brouwer de Koning. Ninguna se reunió para abordar la cuestión.
La semana que viene se esperan conseguir 129 para el quórum, pero serán necesarios los dos tercios de los votos emitidos para habilitar el debate del expediente sin dictamen. “Va a estar muy peleado”, se adelantó desde el dialoguismo. En caso de lograr esa hazaña y abrir la discusión, se avanzará con la difícil misión de conseguir un número similar para rechazar el veto.
La oposición tiene que alcanzar 172 votos para, en caso de que estén todos presentes, hacerse con los dos tercios. En la votación de junio, llegó a 160. El gobierno, en tanto, alcanzó 72 y necesita 87 para bloquear la avanzada. Los números son muy finos y todos buscarán sacar ventaja del gran saco de 24 ausencias y abstenciones. O hacer uso de las faltas para perjudicar a uno de los dos bandos.
El miércoles, de no conseguir los dos tercios para habilitar el debate del expediente sobre tablas, se emplazarán las comisiones para que, en siete días corridos, aborden la cuestión. De este modo, a fines de septiembre, con dictamen, volverán al recinto para discutir el tema.
Por el momento, se anticipó solo una ausencia, por viaje, en uno de los bloques dialoguistas. En otro, se dijo trabajar a fondo para evitar faltazos o votos en favor del gobierno.
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La Libertad Avanza quiere evitarse el mal trago y ya tendió puentes con algunos sectores, puntualmente gobernadores y legisladores con los que mantiene ciertos lazos. Desde el oficialismo, el trabajo se planteó tema por tema, una modalidad que usaron durante el debate por la ley Bases y volvieron a activar para lograr cierto diálogo parlamentario.
La Casa Rosada decidió no usar sólo un canal de comunicación, sino varios en base a las relaciones que los funcionarios puedan tener con los dirigentes que trabajan en el Congreso. Si algún legislador mantiene contactos con un ministerio, la conversación se dará por ese lado.
Esa práctica apunta a romper la discusión colectiva. No se habla tanto en concepto de bloque, sino que los nexos son uno a uno, por proximidad. De este modo, el gobierno apunta a quebrar los armados parlamentarios y robar algún que otro voto de cara al tratamiento del veto presidencial. Pero el trabajo no se dio tanto sobre legisladores sueltos como sobre gobernadores.
¿Por qué algunos gobernadores están dispuestos a sostener el veto de una ley que, se supone, los beneficia? El artículo 10 de la ley vetada estipulaba la cancelación de la deuda de ANSES con las cajas jubilatorias provinciales. Sin embargo, no todos los distritos tienen estas cajas. Por otro lado, la norma, según se explicó, no garantiza el cobro de la deuda, pero sí garantiza un aumento de las jubilaciones que las provincias tendrán que pagar. De ahí la razón, de algunos, de ceder ante los reclamos del Ejecutivo nacional.
Si bien, por ahora, se coincidió en que es temprano para pensar los armados electorales provinciales, existen charlas para pensar el 2025, aunque todavía con muchas dudas. Algunos están dispuestos a abordar la discusión tema por tema, con tópicos que los encuentren más cercanos al gobierno.
El panorama político dibujado hasta ahora genera esas dudas. Según un análisis, se delimitarán tres grupos o grandes frentes electorales, vayan juntos o no. Por un lado, un sector de la UCR, de partidos provinciales y libertarios – PRO jugando en favor del gobierno. Por otro, radicales, peronistas y kirchneristas en contra del oficialismo y, en el medio, los moderados. Una mezcla. Todos contra todos. Todos con todos.
Por ahora, los gobernadores se concentraron en ayudar con lo que consideran que deben ayudar, sin importar si les cae bien o mal el presidente. Una base para encarar, ahora o más adelante, cualquier negociación, dando herramientas. Si la economía no logra repuntar, el año que viene el escenario será, seguramente, diferente.
La economía es un factor central, con impacto directo en los números de las encuestas, lo que podría habilitar a que algún libertario del interior prefiera arreglar con el gobernador para encontrar un lugar. Sobre todo porque, en la corta experiencia electoral de La Libertad Avanza, Javier Milei no logró traspasar el apoyo sobre su figura a la de sus candidatos.