Una salida a la crisis de deuda que privilegie la salud de la economía argentina y la realidad social del país. Nada menos (y nada más) es el objetivo de Alberto Fernández en el marco de las conversaciones con los organismos multilaterales de crédito que entran en etapa definitoria. La gira europea busca consolidar el apoyo político (y también los votos en los directorios del FMI y el Club de París) de los principales dirigentes europeos de cara a las instancias clave de esas negociaciones. “Venimos a ratificar nuestros acuerdos con Europa para que nos apoye en el desarrollo argentino”, dijo Alberto Fernández a los cronistas que lo acompañan en este viaje, al finalizar la jornada. Lo más importante está por venir.
El presidente argentino llegó ayer a Portugal, la primera escala. El avión de Aerolíneas Argentinas aterrizó en el aeropuerto Postela de Lisboa al mediodía del domingo. Fernández aprovechó un breve hueco en la agenda (uno de los pocos esta semana) para dar un breve paseo por el barrio de Alfama, uno de los centros turísticos de la ciudad, que se encontraba llamativamente desierto. Aunque en Portugal no hay restricciones a la movilidad ni al comercio, la pandemia se hace notar en las calles prácticamente vacías y los comercios cerrados. Sin cámaras cerca, caminó codo a codo con el ministro de Economía, Martín Guzmán. Unos pasos detrás iban Juan Pablo Biondi, Julio Vitobello y Guillermo Oliveri.
Por la tarde tuvo su primera actividad oficial en el Palacio de Belem, donde fue recibido por el presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa. Fue el puntapié inicial de una seguidilla de reuniones que juntará al presidente argentino con una decena de líderes europeos en cinco días. Tuvieron media hora de caminata a solas por los impresionantes jardines de la casa donde cumple sus tareas el jefe de Estado portugués, seguida de otra reunión ampliada con funcionarios de ambas partes. Era el primer encuentro entre ambos. Con el primer ministro António Costa, en cambio, el vínculo está más aceitado; hoy compartirán un almuerzo de trabajo. Antes, Guzmán tendrá una reunión con su par Joao Leao.
“Hay una afinidad política muy clara y muy afianzada”, celebraban ayer por la tarde en la comitiva, donde destacaban la importancia de la visita: Fernández es apenas el segundo presidente argentino que aterriza en este país, que fue el primero en reconocer la independencia de nuestro país, en 1821, hace exactos 200 años. El ejemplo portugués, además, es un faro en las negociaciones con el FMI: Portugal acordó un programa heterodoxo que dio resultado, mientras Grecia, que utilizó las herramientas de siempre, se hundía. La clave, argumentan en el gobierno, es que Portugal diseñó su salida a la crisis teniendo en cuenta sus problemas particulares. Lo mismo que propone ahora la Argentina.
Mañana por la tarde, después del almuerzo con Costa, el viaje sigue rumbo a Madrid, donde Fernández tendrá audiencias el martes con el rey Felipe y el presidente de gobierno Pedro Sánchez. El miércoles será el turno de reunirse con Emmanuel Macron en Francia y el jueves, en Italia, la agenda prevé citas con el papa Francisco, el presidente Sergio Matarella y el primer ministro y ex titular del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Dos figuritas faltan para completar el álbum. La número uno del FMI, Kristalina Georgieva, también estará en Roma esta semana y se está gestionando el encuentro. Con la canciller alemana, Angela Merkel, el diálogo será vía zoom la semana que viene, por motivos sanitarios.