En la Argentina hay todavía 600 cuerpos de víctimas de la última dictadura cívico-militar sin identificar. Fueron hallados como NN en fosas comunes e individuales en cementerios de la provincia de Buenos Aires. El reconocido Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) continúa con el trabajo que comenzó hace 35 años, y relanzaron una campaña que convoca a quienes tengan un familiar desaparecido para que se acerquen a ofrecer una muestra de sangre.
Los cuerpos aún se mantienen en el anonimato por la falta de perfiles genéticos para cotejar el ADN, pero son perfectamente identificables. “Todos fueron analizados en laboratorio, tenemos el perfil genético y antropológico, y nos está faltando la contraparte de la familia para hacer la comparación”, explica Virginia Urquizu, coordinadora de la unidad de casos del EAAF, en diálogo con El Destape.
La mayoría de los restos fueron hallados tras exhumaciones realizadas en fosas comunes de cementerios bonaerenses como los de Avellaneda, Lomas de Zamora, La Plata, el cementerio de General Villegas en el partido de La Matanza, entre otros, y en provincias como Tucumán, Córdoba, Mendoza y Santa Fe.
“Todo cementerio tiene un sector destinado a los NN, y en su momento el Equipo hizo un relevamiento de todas las inhumaciones y libros de entradas para ver cuáles de esos cuerpos podía tener características de casos de desaparición forzada”, dice Urquizu. Mucha evidencia se perdió en remociones o exhumaciones que no se hicieron con rigor científico antes de que el EAAF comenzara su trabajo en 1984.
Uno de los mecanismos habituales del terrorismo de Estado para ocultar sus crímenes fue el de enterrar a los desaparecidos en tumbas anónimas en cementerios municipales de todo el país. Al poco tiempo de ser asesinados, los cuerpos eran depositados en lugares públicos y una llamada “anónima” alertaba a las autoridades de la comisaría local. Otra forma era enterrarlos en lugares fuera de cementerios, generalmente en unidades militares o policiales.
“Buscamos personas que han sido asesinadas, enterradas sin nombre, y en situaciones totalmente diferentes a las que uno como ser humano está acostumbrado a ver en enterramientos”, completa la antropóloga.
Desde el EAAF explican que por el tiempo transcurrido es probable que en muchos casos se haya “cortado la línea de sangre”, es decir que ya no estén vivos ni los padres o madres para cotejar su ADN con el perfil genético de los restos. “Los familiares que tienen mayor información genética son los de la primera línea: madre, padre y hermanos o hermanas. También pueden ser medios hermanos. Y estamos abiertos a cualquier parentesco como primos, sobrinos, nietos, que nos permitan abrir la puerta de esas familias”, puntualiza la integrante del EAAF.
El procesamiento del perfil genético es el paso que lleva más tiempo. Una vez que el familiar ofrece una muestra de sangre, es enviada al laboratorio que tiene el EAAF en Córdoba, se obtiene el perfil y se introduce en el sistema de comparación masiva de ADN.
Estos relanzamientos permiten que en las familias se vuelva a instalar el tema de la búsqueda del familiar desaparecido. “Somos muy respetuosos de los tiempos de las familias. Algunas desde 2007 hasta hoy se han comunicado muchísimas veces de manera telefónica con nosotros pero no terminan de dar ese paso que es venir a dar la muestra de sangre. Lo pensamos como algo que implica la posibilidad de cerrar una parte de esa historia pero, a la vez, la apertura a un montón de otras cosas y no siempre las familias están preparadas”, agrega Urquizu.
Desde el 2007, cuando se lanzó la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Desaparecidos (ILID), lograron aumentar sustancialmente las identificaciones de los restos de víctimas de violaciones a los derechos humanos mediante la aplicación de las nuevas tecnologías de análisis de ADN.
Desde el organismo informaron que tienen en resguardo más de 600 cuerpos de desaparecidos sin identificar y que mantienen su trabajo activo para identificarlos, por lo que convocan públicamente a que los familiares de personas desaparecidas que aún no contactaron al EAAF llamen al 0800-345-3236 o escriban a iniciativa@eaaf.org.ar. Además, el organismo atiende cada nueva denuncia sobre posibles enterramientos clandestinos.
Este viernes el EAAF y la secretaría de Derechos Humanos de la Nación firmaran la ampliación de los convenios con los que ya trabajan. “Son convenios para poder trabajar de manera conjuntan en la búsqueda de las familias, y el Estado pone a disposición el material técnico de los hospitales y de los centros de hemoterapia”, explica Urquizu.
El EAAF se fundó en 1984 para aportar pruebas a la justicia y dar respuesta a los familiares en la recuperación, identificación y restitución de cuerpos de víctimas del delito de desaparición forzada entre 1974 y 1983. Recuperaron más de 1400 cuerpos, identificaron a más de 800 personas y aportaron pruebas en la mayoría de los juicios de lesa humanidad.