La Corte Suprema está quebrada internamente y con la renuncia de Elena Highton de Nolasco va camino a un escenario de parálisis. Ni el propio Ricardo Lorenzetti cree en lo que dijo en la televisión, que pese a las diferencias que se ocupó de hacer públicas respecto del autovoto de Horacio Rosatti la Corte seguirá con su trabajo habitual. El máximo tribunal quedará con cuatro integrantes, para lograr un fallo hacen falta tres y no existe en este momento ninguna mayoría consolidada. Más bien lo contrario: casi no hay dialogo entre los habitantes del cuarto piso del Palacio de Tribunales.
Highton de Nolasco hizo circular la versión de que su renuncia obedece a un fin de ciclo. Si fuera cierto mostraría una vez más que ciertos jueces se autoperciben por encima de la Constitución, que les marca el fin de ciclo a los 75 años. Ella tiene 78 y seguía en el cargo gracias a un acuerdo con el gobierno de Mauricio Macri, que no apeló el fallo que le habilitó esa situación irregular.
Lo cierto es que la situación interna de la Corte catapultó la salida de Highton. Entre los cortesanos vuelan carpetazos y no con los expedientes que tienen cajoneados. La situación es aún más crítica luego de la auto elección de Rosatti como presidente y de Rosenkrantz como vice. Al que propuso y dio el tercer voto para ese binomio, el cordobés Juan Carlos Maqueda, enseguida le desempolvaron un expediente sobre desmanejos en la obra social del Poder Judicial que estaba bajo su órbita y ahora que quedó en manos de Héctor Marchi, hombre de Lorenzetti, le harán una auditoría. No juegan con chiquitas, Highton lo sabe y los beneficios a su hija Elenita vía nombramientos en la propia Corte y su evidente choque con el texto constitucional hacen que no quiera ser la próxima operada a cielo abierto y prefiera una salida tranquila.
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Esta Corte, estas relaciones entre sus miembros y este contexto político hacen que muchos vean un futuro próximo de paralización. En los pasillos de tribunales especulan que Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda intentarán mostrar una Corte activa a través de algún caso resonante. Pero no les será sencillo. Son tiempos de votos volátiles y que no se relacionan con las famosas dos bibliotecas del derecho sino con las operaciones y presiones de las que sean parte o reciban los cortesanos. En eso se transformó la Corte hace tiempo. El Derecho casi no sube al cuarto piso del Palacio de Tribunales.
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Desde el Gobierno aún no tienen un nombre para el reemplazo de Highton de Nolasco. Pero hay varias cosas que se pueden dar por seguras. Por un lado, debe ser una mujer. Highton de Nolasco fue la primera mujer en integrar la Corte, designada por Néstor Kirchner en 2004, y era la última que quedaba. En el Gobierno aseguran que aún no tienen nombres en carpeta. Highton estaba a cargo de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) creada en su momento por la fallecida Carmen Argibay. Fue prolija pero sin el impulso de su mentora. Se abre una oportunidad para que el perfil de una candidata sea acorde a esa tarea, no sólo mujer sino con perspectiva de género y formación feminista.
Por el otro, lo más probable es que pase un buen tiempo hasta que la Corte complete sus cinco integrantes. El Gobierno no cuenta hoy con los dos tercios del Senado necesarios para designar una nueva cortesana y, de repetirse el resultado de las PASO, menos aún. Con una oposición negada a cualquier negociación todo indica que la Corte de cuatro llegó para quedarse un buen tiempo.
Hay algo claro: este entuerto cortesano sólo lo puede destrabar la política. Y ahí pesa la evidencia: el Gobierno no tiene números ni potencia para designar una nueva jueza en la Corte. Menos aún para ampliarla.
Para el funcionamiento de la Corte hay un dato no menor: Rosenkrantz está excusado de intervenir en varias docenas de expedientes vinculados a sus ex clientes. Por ejemplo, todos aquellos que involucran a Clarín, como ser el freno al DNU que estableció el carácter de servicio público de las telecomunicaciones.
Sin Rosenkrantz queda una Corte de tres, situación que en los números se asemeja a lo que pasó tras la renuncia de Raúl Zaffaroni y el fallecimiento de Carlos Fayt pero que en los hechos es casi la opuesta. Esa Corte de tres que manejaba Lorenzetti flanqueado por Highton de Nolasco y Maqueda tenía ciertos acuerdos y coincidencias que le permitían sacar fallos. Cierto es que donde no las había el expediente quedaba paralizado, pero aún así el caso actual será bien distinto.
Una Corte de tres con Rosatti, Maqueda y Lorenzetti difícil que logre emitir un fallo unánime. Como se necesitan tres votos en el mismo sentido cada voto tiene poder de veto y los caminos son dos: o el expediente se paraliza o se convoca a un conjuez para que sume el tercer voto. El conjuez se sortea entre los presidentes de las Cámaras Federales de todo el país. Un caso reciente fue el de Farmacity, donde Rosatti y Rosenkrantz se excusaron e intervinieron los camaristas Martin Doctrina Irurzun y Mirta Gladis Sotelo de Andreau.
“Hay mucho 2 a 2” dicen en la Corte. Ese escenario tiene los mismos caminos por delante: o se convoca un conjuez para el desempate o el expediente queda trabado. Negación de Justicia por internas palaciegas e imposibilidad política.