La UCR se volvió un actor clave a la hora de pensar un nuevo revés estruendoso para el Gobierno. El primero llegó con el semi rechazo al decreto 70/23, en Senado. El otro, con la media sanción de la movilidad jubilatoria y la demostración de que la oposición puede estar unida. Algo similar podría volver a darse, también en Diputados, cuando se discuta el DNU que amplió los fondos reservados de la SIDE.
Dieciocho diputados radicales quedaron bajo la mirada atenta de los sectores opositores. Son aquellos que votaron afirmativamente cuando, durante la sesión maratónica convocada por el PRO y el Gobierno, se pidió incluir el decreto que incrementó en $100.000 millones el presupuesto secreto para los servicios de inteligencia que, según explicó el legislador de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro, ya se gastaron en un 10%, mientras que el 80% ya fue devengado.
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Si bien fracasó la posibilidad de tratar estos recursos en el recinto el jueves, los opositores equilibristas destacaron un dato para nada menor. Se construyó una mayoría de 135 voluntades. El número surge de la votación que buscó incorporar este decreto en el temario pero que fracasó porque, al tratarse de una ampliación del orden del día, se necesitaba de un guarismo mayor.
Pese a que algún dirigente, con cierta malicia, cuestionó a los equilibristas que pospusieron la sesión por una cuestión de tiempo, desde las filas convocantes para rechazar el DNU se argumentó que hubiera sido “un riesgo muy grande” mantener la citación después de una sesión de 24 horas. Se caía de maduro que no se iba a llegar al quórum y, por lo tanto, la oportunidad sería desechada.
Para evitar ese inconveniente, ya se pidió una nueva sesión para el miércoles 21 a las 12. Esto sirvió para rechazar las críticas que llegaron a poner en dudas la verdadera intención de la citación por los fondos reservados. Pero la falta de sueño no es el único problema a la hora de pensar ese debate complejo.
La votación que se dio el miércoles, pocos minutos antes de las 21, es clave para establecer ciertos parámetros. Encuentro Federal, bloque presidido por Miguel Ángel Pichetto, mostró un accionar muy compacto en favor de incluir el DNU de la SIDE a la discusión en el recinto. Salvo Fernando Brugge, cordobés, y Mónica Fein, santafesina, que estuvieron ausentes, todos los presentes eligieron acompañar el pedido. La Coalición Cívica hizo lo mismo, con un 100% de adhesión afirmativa.
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El dato no es menor en un contexto de fragmentación, incluso dentro de los mismos bloques. El espacio que no pudo superar las internas fue la UCR. De 34 miembros, 18 acompañaron positivamente el pedido, dos se abstuvieron y 14 fueron en contra. Este último sector es el referenciado en Rodrigo de Loredo, de buena relación con el Gobierno y con Mauricio Macri. El primer grupo, en tanto, tiene terminales en Martín Lousteau, Facundo Manes y Gerardo Morales.
Sobre este sector estarán depositadas las miradas. Los conservadores consideran que al menos 12 estarían en condiciones de, el miércoles, habilitar el quórum. Es el número mínimo necesario para avanzar con esa sesión teniendo en cuenta que Encuentro Federal, la Coalición Cívica y Unión por la Patria deberían proveer asistencia perfecta.
No llamó la atención, sin embargo, que un sector de la UCR haya decidido no plegarse a la necesidad de dar este debate. Se diferenció entre los que caminan el recinto y los que caminan el estrado, donde están Martín Menem y La Libertad Avanza. De ahí la distancia en los votos correligionarios.
El Gobierno buscará, como lo hizo con una sesión maratónica un día antes de la sesión por la SIDE, voltear la citación o, al menos, postergarla. La jornada previa a la nueva convocatoria, el martes a las 16, está citada la demorada comisión bicameral de inteligencia. “Es únicamente para la conformación y elección de autoridades”, alertó una fuente que caminará esos pasillos. El llamamiento es claro: “Integración formal de la comisión y posterior elección de autoridades”.
No es una convocatoria menor. La comisión, integrada por diputados y senadores, tiene que funcionar en forma permanente y en estos ocho meses de gobierno no la constituyeron por internas oficialistas. Por eso, siguieron al frente las viejas autoridades. El sector de Victoria Villarruel quiere un nombre del PRO mientras que el de Santiago Caputo apunta por un peronista no kirchnerista. No está cerrado.
Desde el macrismo se designó a Martín Goerling como miembro de este comisión y, de hecho, uno de los nombres señalados para comandarla. El cuerpo alterna su conducción entre Diputados y Senado, tocándole este año la presidencia al segundo. La otra silla amarilla está ocupada por Cristian Ritondo, hombre de confianza de Mauricio Macri.
Por la UCR, Martín Lousteau, que llegó a esa banca en reemplazo de la cornejista Mariana Juri. Según se justificó en filas centenarias, fue un movimiento administrativo propio de la Cámara. Las malas lenguas rumorean que el senador porteño, por intermedio de Emiliano Yacobitti, negoció en forma unilateral, con el gobierno, la conducción de esa comisión. Esto fue desmentido desde el entorno del legislador, acotando la jefatura a nombres salientes de una puja interna entre La Libertad Avanza y el PRO.
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Las filas centenarias se engrosan con los nombres de Edith Terenzi, radical chubutense que también tiene buenos vínculos con el gobernador macrista Ignacio Torres, y la diputada Mariela Coletta, que en la noche del miércoles decidió acompañar afirmativamente la moción de Maximiliano Ferraro, de la Coalición Cívica, para incorporar a la sesión el debate por el DNU que otorgó 100.000 millones de pesos en fondos reservados a la SIDE.
El peronismo es el que tiene mayoría en una comisión de 14 miembros. Unión por la Patria ocupa seis bancas con los nombres de Oscar Parrilli, Eduardo “Wado” de Pedro, Florencia López, Leopoldo Moreau y Rodolfo Tailhade y Blanca Osuna. Los nombres de estos dos no figuran en la nómina publicada en la página web, pero serán de la partida.
La Libertad Avanza tiene pocas figuras propias, sólo las de Gabriel Bornoroni y César Treffinger, ambos de diputados. De ahí que el gobierno no pueda apostar por la conducción propia, dado que el Senado no aportó ningún nombre libertario. Por eso, se apuesta por una figura del amigable PRO, como Goerling, o del peronismo alejado del kirchnerismo, con Edgardo Kueider.
La división de sillas deja un mensaje muy claro, la oposición dialoguista y el oficialismo necesitan de una amplia unidad para poder imponer un nombre. Justamente allí está el inconveniente por estas horas.