A veces, Mauricio Macri se levanta combativo y otras veces lo hace con un perfil más acuerdista. El péndulo lo encontró, por estas horas, con intenciones de darle una nueva oportunidad al gobierno de Javier Milei. En un foro con otros ex presidentes de centro derecha, habló de una combinación de liderazgos y de espacios políticos para ampliar y no autolimitarse.
La buena predisposición del PRO, sin embargo, podría no durar para siempre. En filas amarillas ya empezó a sonar la palabra “humillación”, una a la que no tienen intenciones de someterse y, de verse empujados hacia esa orilla, batallarán. Los macristas saben cómo hacer daño y no tendrían problemas en implementar maniobras en ese sentido, si es por una cuestión de supervivencia.
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El momento clave para saber si el PRO y los libertarios lograron afilar la relación será el debate por la modificación de la ley que regula los DNU. Si bien se especula con que el macrismo se dividirá entre ausencias y votos a favor del gobierno, también se advierte, desde la orilla amarilla, la posibilidad de que, como sucedió con los fondos reservados, haya abstenciones que faciliten la media sanción en manos de la oposición.
El macrismo quiere que el gobierno comprenda que, en definitiva, son lo mismo: que persiguen los mismos objetivos, que tienen el mismo programa económico, que los lugares electorales no deberían dividirse como si se tratara de armados diferentes pero que, en paralelo, no necesitan de una fusión, una entrega para legalizar esa convivencia ideológica.
La intención de la ley es evitar que Milei gobierne por decreto y que el rechazo de una sola Cámara alcance para voltearlos. Por ejemplo, el DNU 70/23 estaría sin efecto gracias al voto negativo del Senado, aunque Diputados no pueda conseguir los 129 para replicar su derogación. En caso de que la modificación de la ley que regula los DNU salga aprobada del Congreso, Milei, como ya advirtió, debería vetarla y someterse, una vez más, a la engorrosa tarea de intentar conseguir 87 diputados para sostener ese veto. De no mejorar la relación con Macri, esos votos no estarían garantizados por el PRO.
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Ahora bien, una declaración de guerra de ese nivel también podría significar el suicidio del partido fundado por Mauricio Macri, dado que comparten electorado con los libertarios. Sin embargo, en este último tiempo los amarillos empezaron a ver una luz al final del túnel, la efectividad de la campaña liderada por el jefe del partido para revalorizar al PRO.
Al parecer, permeó la idea de un PRO “generoso” que facilitó la gobernabilidad porque, algunos, empezaron a darse cuenta que Milei no tiene estructura y aún así pudo sancionar algunas leyes y sostenerse. Si llegaran a romper la relación, esa gobernabilidad empezaría a complicarse.
Por otro lado, también comenzó a calar hondo la cuestión de las formas. Al votante del PRO y del viejo Juntos por el Cambio le causó vergüenza la entrevista que Yuyito González le hizo al presidente, pero tampoco tiene ganas de tolerar agresiones a periodistas o las declaraciones del jefe de Estado contra Raúl Alfonsín, pese a no tener simpatía por los radicales,
El último gran cortocircuito con los libertarios sucedió como consecuencia del fallido anuncio oficialista para desfinanciar las PASO. En la previa, el PRO había acercado posiciones con el sector universitario para mejorar sus ingresos y facilitarle un acuerdo a la Casa Rosada. El gobierno se apropió de ese logro amarillo, lo quiso anunciar unilateralmente vinculándolo a las elecciones primarias que nada tenían que ver con lo pactado.
Esta nueva oportunidad del macrismo al gobierno podría derivar en un acuerdo político, del que ya estuvieron cerca. Pero también podría derivar en la ruptura definitiva que, de modo indefectible, impactaría en el armado electoral. En el PRO esperan poder arreglar por la estructura que el partido está dispuesto a facilitarle al gobierno, además de candidatos. Pero, de no lograrlo y aún con Milei consiguiendo un excelente resultado, LLA no alcanzaría el quórum, dependiendo una vez más de los amarillos.
Guillermo Francos confirmó, en radio Colonia, que no habrá sesiones extraordinarias para abordar el Presupuesto 2025, para el que no tienen apuro (ni necesidad). Eso acortará los tiempos parlamentarios, que terminarán el 30 de noviembre dejando poco margen para tratar la ley de leyes y otros temas de interés para la oposición combativa y amigable, como la reforma de la ley de DNU, el volteo del decreto que facilita la toma de deuda, la iniciativa de ficha limpia y la privatización de Aerolíneas Argentinas.
Esta semana, culpa de las elecciones de Estados Unidos, el parlamento quedó virtualmente congelado ya que varios viajaron al país del norte, entre ellos el jefe de bloque del PRO. Por lo tanto, quedarán otras tres para intentar llevar todo el temario al recinto, en un mismo día o en días separados.
Todavía se desconoce si el gobierno intentará llamar, la semana que viene, a una reunión en el recinto para congraciarse con el macrismo y tratar ficha limpia y privatización de Aerolíneas, pero no estaban seguros los votos y eso diluyó un poco la claridad de la estrategia. Una vez tomada la decisión, la importancia radicará en la fecha.
Desde los bloques más combativos, la intención es llamar a una sesión el 13 o el 20, como había contado Fernando Cibeira en El Destape. Calculan, en filas opo-dialoguistas, superar los 130 votos positivos, entre los 135 y 137, producto de los acompañamientos de Unión por la Patria, la Izquierda, Encuentro Federal, Democracia para Siempre, una parte de la Coalición Cívica, de la UCR y algunas abstenciones.
Más allá de la posible maniobra amarilla para tensar la cuerda, en filas de la oposición previamente dialoguista se especula con que figuras del radicalismo y del PRO se ausenten para evitar pronunciarse con el kirchnerismo. Los que queden de la UCR votarían en favor de la modificación de la ley mientras que en el macrismo lo harían en contra. “Están jugando para el gobierno”, lanzaron desde el bloque de Miguel Ángel Pichetto, visiblemente desencantados los amarillos.
La oposición y el oficialismo podrían buscar acordar un temario ampliado, pero también complicar las pretensiones de su antagonista. Ambos pueden pedir una sesión distinta a la del otro, en un horario más temprano, para dejar sin efecto el debate más tardío. O directamente convocar en dos días consecutivos. Siempre perderá el que venga después y ganará el que logre primerear.
Lo que no pareciera encontrar número para avanzar es la intención del peronismo de voltear el DNU que facilita la toma de deuda para el gobierno nacional. Si bien Democracia para Siempre estaría dispuesto a avanzar con esa iniciativa, en el espacio de Pichetto no figura en el mapa. Para Encuentro Federal, la agenda es Presupuesto 2025 y, tal vez, reforma de la norma que regula los decretos presidenciales.