Las palabras, las expresiones nos definen y son parte de nuestra identidad a tal punto que los otros nos reconocen por ellas. En política las palabras operan en ese sentido con mucha intensidad. Con el transcurso de los años fueron mutando o incorporándose nuevas de modo que si uno refiere al peronismo resuena trabajador, compañero, justicia social, movimiento o tercera posición.
El radicalismo supo identificarse con la causa, la ciudadanía o las instituciones. El macrismo hace lo suyo, busca heredar la defensa de la república que siempre pretendió enarbolar el liberalismo local, en una versión muy curiosa que le permitió estar junto a causas poco republicanas, pero en general ha sido menos intenso en su lenguaje y ha optado por consignas vinculadas a la cercanía, y así se refiere reiteradamente al trabajo en equipo, a la gente, los vecinos (desideologizados) y por otro lado la incorporación de lenguaje tecnócrata cuya última estrella es la toma de decisiones basada en evidencia.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
La reiteración una y otra vez de la expresión pareciera otorgarle a toda decisión que tome el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, un certificado de calidad, certeza y tranquilidad para toda la población. Curiosamente en no pocas ocasiones el uso del término no va acompañado de las evidencias necesarias para que estas operen como tal, sino que solo con pronunciar la frase, el corolario queda justificado. “Tomamos esta decisión basados en evidencia”. Nos transmiten la decisión, no siempre la evidencia. Es lógico que en un contexto de incertidumbre las autoridades busquen transmitir garantías, certezas de que la situación está bajo control.
Desde el macrismo, especialmente en la Capital Federal, siempre se ha sostenido un discurso moderado respecto de la gravedad de la situación y a la vez de control y de eficacia de las medidas que fueron tomando. Gracias a la invalorable ayuda mediática con la que cuenta el gobierno porteño, las decisiones del Jefe de Gobierno parecieron ser siempre las correctas y necesarias y no sufrir por tanto ningún cuestionamiento; las protestas de trabajadores de la salud, en particular el ya largo reclamo por el reconocimiento del rango de profesionales a la rama de enfermería, sigue transcurriendo como si en realidad no existiera.
En conferencias de prensa en donde Larreta solo recibe comentarios de los periodistas autorizados a preguntar (es notable la cantidad de preguntas para que opine sobre el gobierno nacional) todo parece trascurrir sin sobresaltos; en los espacios institucionales como la Legislatura donde JxC posee quorum propio o en el Poder Judicial, tampoco se observa capacidad de control sobre sus políticas. Por el contrario, el gobierno nacional ha sido mucho mas crudo en el relato del desarrollo de la pandemia, en sus consecuencias y en las medidas a tomar.
Basta repasar mensajes o conferencias de prensa donde el presidente Alberto Fernández o incluso el gobernador Axel Kicillof, han utilizado un tomo enérgico para advertir las consecuencias del COVID y con ello validar las decisiones tomadas. En este sentido, la moderación de Rodríguez Larreta es coherente con su rechazo a tomar medidas de control más estrictas ya desde agosto de año pasado; con la violenta suba de casos que se experimentó en el último mes, en CABA las pocas restricciones impuestas fueron por iniciativa del gobierno nacional, pero también la resistencia a cumplir el DNU que establece la no presencialidad en los colegios para el dictado de clases, a pesar de la evidencia.
A ello el gobierno de Larreta responde que en las escuelas no se producen contagios, sin que nos muestre evidencias y que tampoco ha incrementado el uso de transporte público, donde sí se producirían contagios (varios estudios ponen esa afirmación en cuestión, por caso). Sin embargo, el viernes anunció que los colegios secundarios sí pasarían a un modo alterno entre clases virtuales y presenciales, lo cual “será organizado por cada colegio”. Es decir, una decisión centralizada del gobierno local, se implementará desarticuladamente por cada colegio, contrario al modelo discursivo de planificación y de decisiones basadas en evidencia. Los marcos conceptuales que la elaboraron, sostienen que el objetivo es tomar decisiones lejos de las especulaciones y cerca de la información confiable; ¿Cuál es la información que habilita sostener la presencialidad en los niños más pequeños y no para los adolescentes? El aumento de casos en menores de 19 años, considerable en el último mes, el incremento de salas de terapia intensiva en el Hospital Garrahan ¿no aportan información para cambiar las decisiones?
Pero hay algo que la decisión basada en evidencia no puede procesar y es constitutivo de las decisiones políticas: los principios políticos de un partido a la hora de orientar una política pública; el PRO, con Macri o con Rodríguez Larreta, jamás propondrá una regulación estatal mas allá de la imprescindible, porque atenta contra su defensa de la primacía del mercado, con una idea de libertad casi en abstracto que no observa contextos. El peso de la interna partidaria es otro núcleo de influencia notable sobre las decisiones: si el Jefe de Gobierno pretende ser candidato a presidente, no puede quedar detrás de los “halcones” que parece dominar la escena macrista.
De todos modos, su resistencia al DNU e incluso al fallo en el ámbito de la justicia federal, no le alcanzó para que Patricia Bullrich lo criticara en las redes el mismo viernes por permitir algunas clases virtuales en el secundario. Esas definiciones políticas son más relevantes para que JxC pretenda ser el defensor de la educación. La evidencia señala que han reducido el presupuesto del área tanto en la CABA como en Nación cuando Macri fue presidente, interrumpido programas, prometer y no construir escuelas y jardines, no entregar las imprescindibles netbooks en este contexto. Repiten que la educación es su prioridad, pero sus políticas van en la línea contraria. La evidencia no les juega a favor; veremos si le sigue funcionando los escenarios comunicativos.