Gobierno dividido, extensión del calendario electoral y falta de consenso son algunos de los puntos problemáticos que los politólogos encuentran en la iniciativa de boleta única que se discutirá este miércoles en la Cámara de Diputados, un proyecto impulsado por Juntos por el Cambio que trae más dudas que certezas.
Las propuestas de reforma del sistema de boleta partidaria es una constante en Argentina, sobre todo ligadas al espectro político antiperonista. Sin ir más lejos, a poco de asumir, Mauricio Macri envió al Congreso un proyecto de Boleta Única Electrónica, aprobado por Diputados en octubre de 2016 pero sin lograr la sanción final en el Senado.
El nuevo proyecto fue introducido por Juntos por el Cambio en la Cámara baja con una división de opiniones similar, no solo partidaria sino también entre los expertos.
No todos están en contra, por supuesto. Lucas Klobovs, politólogo de la consultora Poliarquía, entiende que la boleta única contribuye a "lograr una mayor transparencia a la hora de elegir representantes", en línea con la "demanda social implícita de mejorar la democracia y el sistema electoral".
De hecho, Poliarquía realizó en julio de 2021 un sondeo según el cual el 55% de la sociedad ve la instalación de la boleta única como algo positivo, contra solo un 41% a favor del sistema actual.
En diálogo con El Destape, Klobovs también destaca que "hay un ahorro económico para el Estado" debido a que no sería necesario imprimir tantas boletas. Y que, dado que tampoco haría falta una gran estructura de fiscales, "el aparato partidario puede verse relativizado, lo que ayudaría a mejorar la representación". "Es un paso adelante para evitar prácticas clientelísticas a la hora de votar", señala.
Boleta única: los puntos en contra del proyecto
Sin embargo, otros expertos plantean varias dudas sobre los aparentes beneficios del proyecto que se tratará el miércoles. Una crítica constante entre ellos es la falta de consenso de la iniciativa, impulsada solo por la oposición. "Se intenta hacer una reforma electoral sin el apoyo del Gobierno que la debe implementar", remarca en ese sentido el politólogo Andy Tow, uno de los expositores ante el plenario de comisiones que discutió el proyecto en Diputados.
Pero los cuestionamientos también provienen de colegas suyos que en los últimos años han mantenido una posición ideológica más cercana a Juntos por el Cambio. "Una reforma electoral nunca debe imponerse contra la oposición ni, naturalmente, contra el Gobierno. Si no hay acuerdo no debe haber reforma", afirmó a El Destape Andrés Malamud, politólogo e investigador de la Universidad de Lisboa.
"En Argentina, el problema es que se vota simultáneamente en múltiples categorías: presidente, senadores, diputados, diputados del Mercosur y, en varios distritos, autoridades provinciales y municipales. En otros países, en cambio, los cargos municipales, nacionales y regionales se votan en distintas fechas, y a nivel nacional se elige una sola categoría. La boleta única en Argentina sería una ensalada y generaría más confusión que simplicidad", agregó Malamud, quien tiene una reconocida adscripción radical y en 2019 firmó una solicitada en apoyo a la candidatura de Macri.
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También cabe dudar de que el actual sistema, de boleta partidaria, sea ineficaz. "Creo que el proyecto se monta sobre el diagnóstico de que la boleta partidaria es funcional a irregularidades, pero nunca fueron un tema probado en casi 40 años consecutivos de elecciones multinivel", señala Julio Burdman, politólogo y profesor de la UBA.
En el mismo sentido, Burdman agregó que la necesidad partidaria de fiscales en el sistema actual "no debe ser vivido como problemático. Al contrario, es un desafío para que las fuerzas políticas nuevas desarrollen mayores redes militantes. Es un instrumento de movilización".
Tow reconoció que se ahorra dinero en la impresión de boletas, pero añadió que la boleta única no da beneficios de arrastre electoral a partir de la principal candidatura nacional, lo que se vuelve un incentivo a desdoblar elecciones y eso, a su vez, "genera más gastos y un calendario largúisimo que no favorece a la economía" por el escenario de incertidumbre política. En paralelo, remarca que al ser boleta papel los fiscales igualmente seguirían siendo necesarios a la hora del escrutinio.
¿A quién beneficia la boleta única?
Los expertos tienen más desacuerdos en relación a qué fuerza o grupo se vería más beneficiado si se aprobase el uso de la boleta única en el país.
"La boleta única beneficia a los partidos chicos y a los outsiders. En resumen, a Javier Milei", sintetiza Malamud. De hecho, el diputado de ultraderecha ya anticipó que él y su espacio votarán a favor del proyecto este miércoles.
Klobovs desarrolla este punto: "Los partidos más chicos, con menos inserción territorial, pueden verse beneficiados porque disminuye la importancia de la estructura partidaria. Los partidos con mucha presencial territorial pueden llegar a perder esa ventaja".
Pero para Burdman la falta de arrastre de la principal candidatura en la boleta única hace que la cosa sea más compleja. "La boleta partidaria era un dique de contención a la fragmentación. Este proyecto solo le conviene a los fragmentadores, o sea a los gobernadores que quieren cortarse solos frente a los partidos nacionales".
Por eso, Burdman entiende que "a los nacionalizadores no les sirve. A las candidaturas presidenciales sin apoyo local que van desde los halcones del PRO hasta Milei o la izquierda este proyecto les es disfuncional, porque ellos son capaces de arrastrar desde arriba". "La paradoja de la boleta única es que es impulsada por quienes no se verían beneficiados por esta reforma", señala en ese sentido.
La otra discusión es sobre sus repercusiones a nivel del sistema de poderes. "Se incentiva el gobierno dividido (entre Ejecutivo y Congreso), como sucede en Santa Fe", remarca Tow. Para Klobovs, sobre este punto "se puede ver el vaso medio vacío, que es que puede haber gobiernos sin tanto poder en las cámaras, o el vaso medio lleno, que es que esto puede alentar el diálogo en las cámaras".