Alberto Fernández todavía cree que el mundo después de la pandemia puede ser un lugar de oportunidades para la Argentina. Después de un año de aislamiento forzado, comienza a ejercitar los músculos de su política exterior. Las urgencias son económicas: ordenar la deuda y mejorar las exportaciones. Pero el tablero de juego es político. Acelerar la integración regional en América Latina y procurar un equilibrio pragmático en el vínculo con Estados Unidos y China mientras se ensaya una sociedad estratégica con otros actores no alineados es la hoja de ruta.
Como en otras áreas de su gobierno, Fernández asume esta tarea personalmente. Llamadas telefónicas, videoconferencias y hasta cartas son las herramientas a mano para sortear los obstáculos a la movilidad obligados por el coronavirus. Si la situación epidemiológica lo permite, el Presidente planea viajar más este 2021. Con las elecciones como referencia en el calendario, la agenda internacional se concentrará, principalmente, en el primer semestre. Chile fue el primer ensayo general, con resultados satisfactorios. El próximo puede ser Brasil en marzo, cuando se cumplan 30 años de la creación del Mercosur.
El final del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos aisló a su socio preferencial en la región, Jair Bolsonaro, que además enfrenta una serie de desafíos internos de cara a una campaña por su reelección. En esas circunstancias, y bajo la tutela de un Daniel Scioli muy activo como embajador en Brasilia, comenzó el deshielo de la relación con Argentina. Después de haber acercado posiciones con Sebastián Piñera y con Luis Lacalle Pou, Fernández se siente preparado para entablar un nuevo vínculo con Bolsonaro en otras condiciones; espera reemplazarlo como interlocutor preferencial del bloque.
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En el contexto de la tensión comercial entre las dos grandes potencias, los commodities se revalorizan por la devaluación del dólar y por el rol estratégico que pueden tener en los próximos años. El Presidente imagina un entramado institucional que concentre el volumen comercial y político de toda la región para negociar en mejores condiciones con el resto del mundo: hay mercados en los que, trabajando de manera conjunta, los países sudamericanos pueden convertirse en formadores de precio. Exportar más es la prioridad número uno, dos y tres del gobierno.
Fernández divide interlocuciones. En Estados Unidos lo representan tres personas de máxima confianza que conocen de adentro los engranajes de Washington: el embajador Jorge Argüello, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, y el ministro de Economía, Martín Guzmán. En la Casa Rosada esperan que suene el teléfono y del otro lado de la línea esté Joe Biden. Las gestiones están en marcha. La negociación con el Fondo Monetario Internacional es el asunto más importante de la agenda bilateral; tanto es así que es probable que un viaje a Washington se demore hasta que se haya llegado a un acuerdo.
Para otros destinos guarda otros representantes: el gobierno oficializó esta semana a Eduardo Zuaín como embajador en Rusia y el jueves el Senado aprobará el pliego de Sabino Vaca Narvaja para China. Son dos cuadros del Instituto Patria que participaron de la profundización en las relaciones con ambos países durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que llevó a la firma de acuerdos de asociación estratégica integral en ambos casos. Moscú y Beijing tienen, además, algo para ofrecer que es muy necesario ahora y que Washington no puede: vacunas.
La apuesta por la Sputnik le dio a la Argentina acceso temprano a cientos de miles de dosis mientras la mayoría de los países todavía no podían comenzar a inocular a su población. A pesar de las demoras en la entrega y del interés de otros estados a partir de la publicación de nuevos datos de efectividad y seguridad, el país sigue teniendo un trato preferencial en el reparto. Ese compromiso fue ratificado hoy mismo por el presidente Vladimir Putin en el diálogo que tuvieron más temprano. También la invitación para que Fernández viaje a Rusia. La visita sería en abril, en el marco de una feria mundial de alimentos en San Petersburgo.