El presidente Alberto Fernández y el ex mandatario boliviano Evo Morales bosquejaron el futuro del Mercosur luego de octubre cuando dieron por -casi- hecho que Lula se impondrá en las elecciones de Brasil y así se abrirá la posibilidad de levantarle el veto al ingreso de Venezuela y que Bolivia quede confirmado como miembro pleno del bloque, con lo que los gobiernos progresistas pasarían a tener una mayoría cómoda para convertir al bloque en eje de las políticas económicas de la región. Fue durante las conversaciones que mantuvieron este martes en un almuerzo en la Casa Rosada y un acto en la sede del PJ Nacional. Claro que también analizaron las complicaciones que aparecen en estos tiempos de crisis no sólo en la realidad argentina sino también en otros países como Chile, donde todo indica que la nueva Constitución no será aprobada.
Evo Morales llegó en visita invitado por el vicepresidente del Parlasur y designado embajador en Venezuela, Oscar Laborde, para la presentación en la TV Pública del documental sobre su regreso a Bolivia. Pero Evo entonces generó una agenda con varias actividades. Estuvo en Rosario junto al titular de la AFI, Agustín Rossi, pasó por el Instituto Patria para dar una charla y hasta se hizo tiempo para visitar el Monumental y la Bombonera. Al mediodía, estuvo en la Casa de Gobierno donde fue recibido por el Presidente para un almuerzo del que participaron también Laborde, Rossi, los diputados Eduardo Valdés y Carlos Heller y la portavoz Gabriela Cerruti.
La charla, informal, transcurrió por la realidad regional. Alberto y Evo se conocían poco hasta fines de 2019, cuando Fernández tomó un papel decisivo para facilitar la urgente salida de Morales de Bolivia luego del golpe y posteriormente darle asilo en Argentina. A partir de ahí, su vínculo se volvió fraternal. Evo no deja de llamarlo "hermano Alberto". "Tiene claro que si se hubiese quedado en México o en cualquier otro país hubiera sido mucho más complicado que su candidato Lucho Arce ganara la elección", explicaban en el Gobierno. Y en cada uno de esos encuentros amistosos hacen un repaso de la situación de la región, que de a poco vuelve a teñirse de color progresista como en los recordados años de principio de siglo.
Coincidieron, claro, en lo clave que será la elección en Brasil en octubre. Evo no tuvo dudas de que Lula va a ganar, Alberto se permitió todavía alguna duda. Rossi tiró sobre la mesa el rol que podrían jugar las Fuerzas Armadas en favor de la continuidad de Jair Bolsonaro, quien eligió a un general como compañero de fórmula. "Allá los militares tienen un peso que acá no tenemos en cuenta", intervino el ex ministro de Defensa. Pero, en definitiva, imaginaron que Lula tiene todas las posibilidades de triunfo, potenciado por una campaña muy bien dirigida y con inteligente uso de las redes sociales.
Con Lula de nuevo al frente del Palacio de la Alvorada bosquejaron todo un nuevo mapa regional. Más allá de la importancia reasumida por la Celac y la posibilidad latente de reflotar el Unasur, la alternativa más a mano de poner en marcha esa nueva realidad de la región sería en base a un renacido Mercosur. El bloque se mantiene en un letargo, con el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, pugnando por firmar acuerdos de libre comercio con terceros países y con Bolsonaro más interesado en eliminar el arancel externo común, símbolo distintivo del bloque. "Lula va a ser importante, él nunca claudicó de su posición ideológica cuando fue presidente", subrayó Morales en la entrevista que ofreció a la TV Pública.
A partir del eje Brasil-Argentina imaginaron el retorno como miembro pleno de Venezuela, membresía suspendida en 2017 durante la presidencia de Mauricio Macri, para luego avanzar en la incorporación de Bolivia, que desde hace tiempo se encuentra en proceso de adhesión. Otros países asociados como Chile, Colombia y Perú llevarán más tiempo, pero evidentemente ya se estaría pensando en una nueva región, con lazos políticos y económicos mucho más fuertes. Más en línea a los que existían en aquella época que Lula y Evo coincidieron con Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Fernando Lugo y Tabaré Vázquez y trazaban múltiples proyectos relacionados con el "sur" -el gasoducto, el banco, el tren- que luego no pudieron concretarse.
Evo planteó en esta visita, por ejemplo, la posibilidad de discutir políticas comunes en materia energética y minera. "Podríamos fijar el precio del litio para todo el mundo", ejemplificó. Con todo, convinieron también que los nuevos gobiernos progresistas atraviesan muchos problemas. En Perú, Pedro Castillo nunca consiguió hacer pie, pero más atención le prestaron a la situación de Gabriel Boric en Chile. No sólo por el rápido desgaste de su imagen, sino por la insólita situación que podría darse si la constitución recién redactada fuera rechazada en un plebiscito, tal como adelantan todas las encuestas. "Que los chilenos voten que debe seguir vigente la Constitución de Pinochet sería un retroceso enorme", coincidieron.
"Es una época que resulta más fácil ganar que gobernar", coincidieron respecto a estos años de pandemias, deudas y economías agobiadas. Un ejemplo fue la situación argentina, "con mucho apriete de los grupos económicos y de la derecha", la explicaron a Morales. "Por eso la unidad es fundamental para hacerle frente", resumió Fernández, días después de que consiguiera rearmar su relación con Cristina Kirchner.