Lo mejor para el final: mientras se aguarda la confirmación de un cara a cara con la titular del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, para mañana, hoy Alberto Fernández tiene en Roma la jornada más importante de su gira relámpago por Europa, cuando en pocas horas encadene una audiencia con el papa Francisco, un almuerzo con el presidente italiano Sergio Mattarella y una reunión de trabajo con el primer ministro de este país, Mario Draghi. Es la última escala de un viaje que en cinco días lo llevó por cuatro países (cinco, si contamos el Vaticano) y lo reunió con casi una decena de líderes en su cruzada por conseguir apoyo para las negociaciones por la deuda externa.
A pesar de que es feriado en el Vaticano por el Día de la Ascensión, Francisco habilitó un aula del Palacio Apostólico para recibir nuevamente a Fernández, por segunda vez desde que llegó a la presidencia. El titular de la Iglesia Católica ha jugado un rol clave en los planteos sobre el sistema financiero internacional y se preocupó personalmente por la situación argentina, no solamente por sus orígenes sino porque lo ve como un caso testigo que puede servir para revisar lo que sucede con muchos países que quedaron sobreendeudados principalmente aunque no solo a causa de la pandemia. Por eso, en abril recibió en una larga audiencia al ministro de Economía, Martín Guzmán.
Como siempre, el encuentro con el Papa será escrutado cuidadosamente en busca de señales que evidencien el estado de la relación. Desde el gobierno argentino aseguran que las versiones que señalan que hubo gestiones vaticanas para postergar el encuentro no son ciertas, o que en todo caso quedaron atrás, según a quién se consulte. La duración del encuentro y la gestualidad de las fotos que se difundan servirá de termómetro. También habrá que prestar atención a lo que surja de la audiencia complementaria inmediatamente posterior, cuando Fernández dialogue a solas con el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, y el “canciller” vaticano Paul Richard Gallagher.
Una cosa es cierta: más allá de los ánimos y los vínculos personales, Francisco ha trabajado como pocos para fomentar la revisión de la situación crediticia argentina. Como hace casi un año y medio, la Pontificia Academia de Ciencias, un órgano de la Iglesia para discutir asuntos mundanos, alojará un seminario sobre los desafíos económicos causados por el endeudamiento excesivo, ahora agravado por la pandemia. Al igual que entonces, coincidirán Guzmán y Georgieva. De nuevo, el tema central del seminario será la problemática que tan bien conoce nuestro país, con un enfoque coincidente con el del ministro de Economía. El pontífice muestra, una vez más, oficio de celestino.
El almuerzo con Mattarella será un encuentro protocolar con una figura que tiene un peso limitado en la política italiana y nulo fuera de las fronteras. Pero la cita con Mario Draghi puede tener un peso clave. El primer ministro, que asumió este año como parte del proceso de salvataje de la Unión Europea por la crisis causada por el Covid, no solamente sostiene el apoyo de prácticamente todo el arco político del país sino que es un referente regional. Durante casi una década encabezó el Banco Central Europeo y desde ese lugar decidió respaldar a Portugal durante su crisis de deuda con el FMI. Es sencillo: el modelo portugués que inspira a Alberto Fernández en sus negociaciones no hubiera sido posible sin él.
Draghi, además, tiene un excelente vínculo político con dos figuras de altísimo peso específico internacional que apoyan a la Argentina en la negociación con sus acreedores institucionales. El primero es el propio Francisco, que hace menos de un año lo nominó para que integre la Pontificia Academia. La segunda es la alemana Angela Merkel, con quien trabó una profunda relación cuando él encabezaba la banca europea, a tal punto que su apoyo (nunca declarado abiertamente, por cuestiones de decoro) resultó clave para que el economista formara gobierno en Italia. Aunque no tiene un vínculo previo con Fernández, como sucede con António Costa, Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, en el gobierno confían que esos padrinazgos abran la puerta para un respaldo que políticamente puede valer doble.
La estadía romana comenzó con una buena señal para el gobierno argentino. En la noche del miércoles, a poco de aterrizar en esta ciudad, Guzmán tuvo un extenso encuentro con la representante para el Hemisferio Occidental del FMI, Julie Kozack, para avanzar en la posibilidad de un acuerdo, lo que avivó las especulaciones sobre algún anuncio antes del cierre de la gira. Es posible que esa bilateral se repita hoy, antes de que el viernes se concrete finalmente el primer encuentro cara a cara entre Fernández y Georgieva. Será el broche de oro de un viaje que hasta ahora le ha traido a la comitiva argentina el oxígeno político y el apoyo económico que vino a buscar.