Aprobado el acuerdo con el FMI y superado el fantasma del default, el Gobierno colocará como nuevo gran objetivo la lucha contra la inflación con anuncios que realizará este viernes el presidente Alberto Fernández. La "guerra", con armas todavía imprecisas, estará sustentada por un mensaje enérgico. "Alberto debe darle un sentido más ideológico al discurso, armar un relato", comentaba un ministro cercano al Presidente. El debate parlamentario del entendimiento con el Fondo dejó al Frente de Todos malherido y la convicción en el entorno presidencial era que debían plantearse una o dos metas claras de gestión que permitan realinear al oficialismo con miras a 2023.
La larga sesión en la Cámara de Senadores era comentada con perplejidad por algunos dirigentes del Frente de Todos. En la Casa Rosada no había certezas de qué posición tomaría cada senador ni de cómo serían los números finales, por más que ya estuviera resuelta la aprobación en virtud del acompañamiento de la bancada de Juntos por el Cambio. La falta de precisiones era medida de la situación interna que dejó como resultado el tratamiento del acuerdo. Se especulaba sobre una posible salida de los funcionarios vinculados a Cristina Kirchner y a La Cámpora como continuidad de una situación ya saturada de cartas, videos, tuits y declaraciones diferenciadoras. "Supongo que van a esperar algunos días a ver si hay alguna convocatoria de parte del Presidente, pero no creo que eso ocurra", comentaban en la Casa Rosada respecto a cómo podría seguir esa relación. Prevalecía la incertidumbre.
Por fuera de lo político, la aprobación del acuerdo le permitirá al Gobierno sortear el peligro de default y despejar el camino de pagos al exterior hasta 2026. En el Ejecutivo imaginaban que el entendimiento permitiría ir tranquilizando paulatinamente las variables económicas, pero en el medio comenzaron a percibirse con mayor claridad las consecuencias locales de la guerra en Ucrania y aquellos planes quedaron ahora en riesgo. De ahí la reacción que le surgió al Presidente de plantear una guerra a los precios como respuesta al índice de inflación de febrero, que amenaza con hacer volar por los aires todas las previsiones para este año.
Según las últimas versiones, los anuncios serán el viernes por la tarde en la Casa Rosada. Los ministros Martín Guzmán, Matías Kulfas y Julián Domínguez más el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, elaboraban un paquete que combinaba distintos elementos utilizados hasta el momento: extensión de Precios Cuidados, nuevos fideicomisos, leves subas de retenciones, compras directas a productores y al Mercado Central. Todo enmarcado en un mensaje más directo, en el que apuntará a los formadores de precios y supermercados. "Tiene que haber un enemigo, estamos obligados a crear una narrativa que genere algún entusiasmo entre los dirigentes y la militancia", comentaban cerca del Presidente. Igual, la lapicera, como se sabe, la tiene Alberto.
"Hoy el gran enemigo de la sociedad argentina es el alza de precios y la inflación, en esa batalla estamos todos unidos", adelantó la portavoz Gabriela Cerruti en su conferencia de prensa el nuevo rumbo. La habitualmente moderada CGT se mostró deschavetada, lo que da una idea de la situación. El secretario general, Héctor Daer, adelantó su aval a una eventual suba de las retenciones y el secretario general de la UOM, Antonio Caló, en diálogo con El Destape Radio, advirtió que con la comida de la población no se bromeaba y hasta imaginó una posible expropiación de frigoríficos si no cumplían con los acuerdos de cortes económicos. La central consiguió estirar un poquito la suba del salario mínimo: del 40% que habían planteado desde el Ministerio de Trabajo terminó en un 45% en cuatro tramos y revisión en septiembre. Los popes cegetistas fueron convocados el lunes a un encuentro en la Casa Rosada junto con la UIA.
Guerra contra la inflación: la mira hacia las elecciones 2023
Para el oficialismo, el tema es crucial. "No hay escenario electoral posible con una inflación del 60%", admitía un importante funcionario. Un discurso más enérgico con el respaldo de los gobernadores del PJ y la dirigencia sindical, tal vez con una participación con mayor protagonismo de Sergio Massa podría ser un camino que compense una salida del kirchnerismo. Para Máximo Kirchner y los dirigentes que lo acompañan, Fernández ya sentenció su suerte electoral con el programa que Guzmán acordó con el FMI. El Presidente retrucó ayer. "Escucho ideas que plantean que hacer frente a las obligaciones que la Argentina tomó va a significar ajustes. ¿Dónde están los ajustes? Si estamos poniendo dinero para que la gente se eduque, para que la ciencia y la tecnología siga adelante, para que las viviendas se construyan. Con este acuerdo no hay ajuste", insistió.
"Hay que reconstruir una alianza y armar una narrativa, sino vamos a sufrir una pérdida de poder semana a semana y lo de Alberto va a ser cada vez más chiquito. Tenemos un fuerte desgaste y debemos resolverlo de alguna manera", configuraba un funcionario cercano al Presidente. Unos días atrás hablaba de la reelección del Presidente, un panorama que se modificó radicalmente. "La aspiración tiene que ser achicar esto y ver cómo llegamos de pie al final del mandato. Te diría que el objetivo hoy por hoy es ver cómo evitamos la goleada. Esperemos que la suerte mejore. Por ejemplo, que la guerra se arregle en unos días y las perspectivas cambien. Entonces volvamos a hablar y vemos", concluía.