En diez días el Senado tratará la media sanción del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Diez días son una eternidad. Cualquier cosa puede pasar en diez días. Eso es lo que repiten tanto en la Cámara Alta como en Casa Rosada. Cualquier poroteo (sea de empate, a favor de los verdes o a favor de los "pro vida") será una virtual igualdad de votos hasta el 29 de diciembre o, por qué no, la madrugada del 30 cuando los legisladores aprieten el botón. La rosca seguirá con más fuerza de acá al debate formal y final, una rosca de alto nivel que incluye al propio presidente Alberto Fernández y funcionarios de primera línea. Pero también a opositores de importancia. El ex jefe de Estado Mauricio Macri, que se jactó de haber habilitado el debate pero operó para tirar abajo el proyecto de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, está llamando personalmente a los legisladores y legisladoras de su espacio para "convencerlos" de elegir la opción antiderechos.
Como explicaron desde el Gobierno y el Congreso a El Destape la apuesta es, sobre todo, conseguir abstenciones o ausencias de peronistas celestes. Fuentes legislativas consultadas por este medio aseguraron que aún quedan senadores que buscan explicaciones sanitarias o constitucionalistas para terminar de definirse, pero también hay otros y otras que ya tienen una postura tomada y la única forma de convencerlos es mediante la la política. Mandatos que se terminan, lugares en las listas, futuro político e incluso pasado político. Algunos llegaron a ocupar una banca gracias a la venia del ahora oficialismo y hoy necesitan dar un gesto.
En ese sentido, un senador que jamás votaría a favor de la legalización del aborto, lo hará en caso de ser necesario. Se trata del salteño, Sergio "Oso" Leavy, que se reunió con Alberto está semana. Su acompañamiento llegará en caso de un empate, para evitar exponer a Cristina Kirchner a una definición por penales; o la obligación de llegar a esa instancia para que la iniciativa no caiga. A diferencia de Diputados, recordar que es un proyecto del Ejecutivo es la carta más fuerte y repetida. El propio Fernández está en medio de las negociaciones, teléfono en mano, de forma activa.
No está solo. Hay dos áreas encargadas de lograr que sea ley: el Senado y la Casa Rosada. En la Cámara Alta quien se puso la lucha al hombro, principalmente, es Anabel Fernández Sagasti. "Anabel es Cristina", repiten una y otra vez. Hay más senadores y senadoras, por supuesto, pero ella es la primera en la línea. En Rosada son varios: Eduardo "Wado" de Pedro, ministro del Interior, con la tarea de llamar a los Gobernadores; el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra; la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta, la titular de Aysa, Malena Galmarini, y el propio Fernández.
Pero del otro lado también hay mucho peso. Mauricio Macri levanta el teléfono de forma personal para hablar directamente con sus senadores y senadoras. Sobre todo aquéllos que necesiten de la lista de Juntos por el Cambio para las elecciones legislativas de 2021. También están sus colaboradores, el lobby de los gobernadores, de la Iglesia e incluso de empresas, dependiendo de cuál sea el vínculo más estrecho de quienes decidirán sobre la ampliación de derechos de las mujeres.
Más allá de eso, confiaron fuentes metidas de lleno en la rosca y el armado legislativo, siempre se mantuvo una situación de empate. No comprenden en qué momento se sintió, en algunos ámbitos de la vida social y política, la existencia de cierta ventaja verde, ventaja de tranquilidad. Cualquier poroteo ajustado significará igualdad. El Senado será la Cámara de Diputados del 2018. Corridas, rosca y definiciones con el corazón en la boca pero con la intención de evitar la definición por penales.
Por eso es necesario, explicaron, no ser triunfalistas, no asegurar que la ley es un hecho. Primero porque es voto a voto, día a día y todo puede cambiar. Cualquier movimiento, por más mínimo que parezca, puede significar un voto a favor, uno en contra. Pero, sobre todo, porque impide negociar. Esa sensación de triunfalismo "atrasó" esos acuerdos porque hubo que volver a convencer a los "pro vida" y aclararles que la sanción no es segura, que su abstención sigue siendo necesaria, fundamental.
En ese sentido, hay una larga pero corta lista de indecisos o de personas que podrían cambiar su voto si llegan los llamados correctos. Por cuestiones obvias, la intención es que sus nombres no salgan a la luz. Sobre todo los de los que se pueden convencer o de los que tienen su decisión pendiendo de un hilo. Pero también para no distraerlos del debate: en los últimos días distintos miembros de la Cámara recibieron, en total, más de 3.000 mails para votar de una u otra forma. Mientras eso pasa, la tarea es ardua. Hay que sostener las voluntades que ya están y conseguir las que no. Sea cual sea el resultado, será ajustado.
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Hay nombres, de todos modos, que sí se barajan: Lucila Crexell, de Neuquén, se abstuvo en 2018 por algunas discrepancias con el proyecto. La entrerriana Stella Maris Olalla no firmó el dictamen de mayoría pero tampoco el de minoría, por lo que su postura podría quedar indefinida. Su coterráneo Darío Kueider acompañó el dictamen de mayoría pero con disidencias (o sea, quiere proponer cambios). El riojano Carlos Menem, cuya salud preocupa en las últimas horas, eligió rechazar el proyecto en 2018 pero algunos mantienen la posibilidad de una ausencia o abstención en el tratamiento.
La rosca no es fácil. Nunca lo fue, pero en este contexto es más difícil. No sólo porque no existe la posibilidad, como con la ley de Matrimonio Igualitario, de un viaje salvador ya que se puede votar desde cualquier lugar porque el protocolo es remoto. Sino también porque cada senador o senadora está, mayoritariamente, en su provincia y no en la Ciudad de Buenos Aires. Los que estaban en la Capital Federal viajaron este fin de semana a sus provincias para volver de cara al tratamiento.
Aún no se definió la modalidad. El Senado tiene un protocolo remoto vigente. Hasta el momento sólo se manejaron con sesiones enteramente virtuales y la sola presencia de autoridades en el recinto. No se descarta un cambio para este debate. Tal vez una rotación y mayor presencia para que todos y todas puedan exponer sus argumentos desde el palacio legislativo. El 29 de diciembre será una fecha que puede quedar en la historia.