El Código Procesal Creativo de Comodoro Py

07 de agosto, 2022 | 00.05

La designación de Sergio Massa como ministro de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura generó un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) entre nuestros periodistas serios y opositores de Juntos por el Cambio, dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar. Varios periodistas señalaron que su ingreso al gobierno no es más que un parche y que, si bien descuentan que logrará mejoras en la economía, consideran que serán efímeras. Por su lado, el humorista cordobés Luis Juez, a la vez que pidió dejar de hablar del nuevo ministro, también alertó a los dirigentes de la oposición: “Guarda que no venga Massa a alargar la mecha de la bomba”. Al parecer, no sólo habría una bomba sino que sería mejor que estalle lo antes posible.

Reforzando la certeza de una futura gestión exitosa, el diputado radical Rodrigo de Loredo le hizo un pedido asombroso al nuevo ministro: “Sería muy importante que esté dispuesto a renunciar a una pretensión de candidatura para el 2023”. De Loredo retoma así una vieja tradición radical: la proscripción de las candidaturas peronistas.

Inspirado tal vez por el frenesí terraplanista de los medios, José Luis Espert, uno de los tantos reaccionarios que se autoperciben liberales, afirmó: “Si no se pone un límite a la natalidad en los hogares pobres, Argentina va a ser una gigantesca villa miseria”. Sería un error asimilar ese eructo a una opinión, aunque sí se puede tomar como un generoso muestrario de los eternos prejuicios de clase de nuestra derecha. La pobreza sería una cuestión hereditaria, un mal que se transmite de padres a hijos, no el resultado de una distribución regresiva de la riqueza. El fusilamiento sumario del décil más bajo sería, en ese sentido, una solución aún más efectiva que el control de natalidad. Recordemos que según cifras del INDEC, el 10% más pobre de la población explica el 1,9 % del total de los ingresos, mientras que el 10% más rico concentra el 30,5%.

En todo caso, es asombroso que los mismos liberales imaginarios que denuncian las regulaciones financieras o las paritarias por “atentar contra la libertad”, consideren tener derecho a limitar la natalidad en función de los ingresos. Aunque en el fondo no deja de ser una honesta declaración de principios: la libertad es una prerrogativa de ricos.

La semana pasada, el hasta no hace mucho indispensable Pepín Rodríguez Simón cumplió sus primeros 600 días como prófugo de esa justicia federal que él ayudó a modelar. Resulta un poco penoso que ni su amigo íntimo Carlos Rosenkrantz, ni su antiguo jefe Mauricio Macri, ni tampoco ninguno de los jueces que hizo desplazar a dedo, lo hayan felicitado públicamente. No descartamos que lo hayan hecho en privado, como suelen actuar nuestros grandes operadores aterciopelados.

La terraplanista Viviana Canosa renunció al programa que conducía en A24 ya que, según informó, la dirección del canal le habría censurado un informe sobre Sergio Massa. Al parecer, era menos grave denunciar la venta imaginaria de órganos en Formosa, llamar a desobedecer las restricciones sanitarias en medio de la pandemia o incluso incitar a tomar dióxido de cloro que presentar un informe negativo sobre el nuevo ministro de Economía. Una jaula de La Nación + debería esperarla en los próximos días. Como era de esperar, un nuevo Nado Sincronizado Independiente (NSI) denunció la censura padecida por la presentadora, incluyendo al ex presidente Mauricio Macri quien señaló “No podemos aceptar ningún tipo de censura sobre la prensa (...) Aceptamos el costo de ser libres o aceptamos las consecuencias de no serlo. Yo estoy con la libertad.”

Desde el gobierno espió a políticos propios y ajenos, líderes sindicales y periodistas, operó con la justicia para encarcelar a los dueños del único multimedios no alineado con el oficialismo, desintegró la Ley de Medios por DNU, pidió y consiguió la cabeza de periodistas opositores y echó a trabajadores de Télam por ser supuestos militantes. Desde el llano se indigna por un episodio de censura. Nuestra derecha mejora mucho en la oposición, dejándola ahí ganamos todos.

La semana pasada se difundieron los resultados de la prueba Aprender 2021. La Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Formosa fueron las jurisdicciones que menos cayeron en Lengua o comprensión de textos durante la pandemia. Nuestros medios serios saludaron la performance de los dos primeros distritos y denunciaron la evidente manipulación de las cifras en el caso de Formosa. No cabe duda que una provincia que llevó adelante cesáreas tan compulsivas como imaginarias tiene no solo la maldad sino también el poder para modificar las estadísticas. Según una fuente aún no chequeada, un comando formoseño-mapuche (con adiestramiento cubano) podría ser el responsable de la manipulación de cifras. Habría llegado a bordo del avión venezolano-iraní e ingresado a Formosa a través de la Triple Frontera, como denunció la Mentalista Carrió. Hay que investigar a fondo y encarcelar preventivamente a diez kirchneristas, como establece el Código Procesal Creativo (CPC) de Comodoro Py.

Luego del juez Sergio Moro, del recordado juez Claudio Bonadio y su bolillero mágico, del fiscal Alberto Nisman y del fiscal Carlos Stornelli, nuestros medios serios y los opositores de Juntos por el Cambio acaban de encontrar un nuevo héroe efímero: el fiscal Diego Luciani, un hombre que dispone de tres toneladas de pruebas pero que ha decidido obviarlas para concentrarse en el sentido común, el mismo que define la culpabilidad de un acusado sin tener que probarla. Al fin y al cabo, la fastidiosa presunción de inocencia es para los inocentes, no para aquellos que sabemos culpables.

Nuestro establishment retoma así otra vieja tradición: la de dirimir las discrepancias políticas no a través de las urnas sino a través de los fallos. Hipólito Yrigoyen fue perseguido por la justicia, lo mismo que Juan Domingo Perón y ahora CFK; un fenómeno que se repitió con algunas variantes en la región con Lula, Rafael Correa, Dilma Rousseff y Evo Morales. El procedimiento es rudimentario pero eficaz: el sentido común, la íntima convicción, las notas repetidas en los medios y la indignación ciudadana- reflejo de esa repetición- ofician de pruebas. En realidad, el lawfare perfecciona aquella vieja tradición.

Si las cartas de las instituciones y coso están marcadas tal vez sea tiempo de inspirarse en otra noble tradición nacional: el pueblo en la calle.

 

Imagen: Comando formoseño-mapuche (con adiestramiento cubano) a punto de manipular la prueba Aprender 2021 (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)

 

 

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