Derechos y derechas

25 de julio, 2021 | 00.05

Cuando durante el segundo gobierno peronista se votó la ley de divorcio, la iniciativa generó furia y críticas en la oposición: el momento no era el adecuado, las formas eran ríspidas, Perón lo hacía porque estaba enfrentado a la Iglesia y el proyecto no era el mejor. Menos de un año después, la discusión fue saldada ya que el golpe de 1955 terminó tanto con el gobierno de Perón como con la ley de divorcio.

Los argentinos tuvimos que esperar más de 30 años para que durante la presidencia de Alfonsín el Congreso votara el divorcio vincular, la última ampliación de derechos bajo un gobierno radical. La iniciativa volvió a generar la furia de parte de una minoría intensa que predijo que poder divorciarnos legalmente nos llevaría hacia la drogadicción e incluso la homosexualidad, sin que quedara claro si se trataba de una amenaza o una promesa.

Con los gobiernos kirchneristas volvimos a habituarnos a las ampliaciones de derechos que nuestros padres conocieron durante el primer peronismo y al igual que entonces padecimos un coro de lamentos y presagios de calamidades inminentes aunque siempre esquivas. Las moratorias previsionales, que incorporaron al sistema a millones de jubilados sin aportes, llevarían a la ruina a la ANSES. El matrimonio igualitario destruiría a la familia e impulsaría el tráfico de bebes, a la par que miles de homosexuales del mundo entero vendrían a casarse a la Argentina, algo que al parecer sería malo para nuestro país. Un hoy olvidado senador predijo que, de votarse la ley de matrimonio igualitario, mañana alguien propondría casarse con un perro o un burro. Quién sabe, tal vez la mención al burro fuera autorreferencial.

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La ley de identidad de género causó una furia similar, al igual que el cupo trans. Del mismo modo, escuchamos muchas críticas a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que generaría un sinfín de catástrofes que nunca ocurrieron. Sólo dejaron de haber víctimas por abortos clandestinos.  

Esta semana el Gobierno Nacional adecuó el sistema de registro del Registro Nacional de las Personas (RENAPER) a la Ley de Identidad de Género, que reconoce el derecho a esa identidad como una vivencia subjetiva que no depende ni de las características biológicas, ni de las categorías impuestas de varón y mujer. Es decir, una identidad de género no binaria.

Durante la gestión de gobierno anterior, el RENAPER, aun teniendo sentencias firmes y hasta un dictamen favorable del Procurador se negó a emitir los nuevos DNI, lo que dejó sin documentación a muchas personas.

Luego de padecer los cuatro años de Cambiemos- ese gobierno del que ya ninguno de sus integrantes se quiere hacer cargo y cuyos entusiastas denunciaban “la orgía de derechos del kirchnerismo” (https://twitter.com/rinconet/status/1105491048623759360?s=20)- es bueno volver a gozar de la extraña sensación que produce un gobierno que no sólo no evapora derechos sino que avanza en reconocer otros más allá de nuestras propias expectativas.

 

Imagen: Cierre de listas en Juntos por el Cambio (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)

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