Lula y el mundo digital, un solo corazón

05 de noviembre, 2022 | 19.00

Con el 51 % de los votos, Luiz Inácio Lula da Silva, a los 77 años de edad, se convirtió en el presidente electo de la República Federativa de Brasil. El candidato del Partido de los Trabajadores asumirá entonces el 1 de enero de 2023 para iniciar su tercer mandato en dicho país. Si bien la diferencia con Jair Bolsonaro es mínima, nunca nadie había ganado unas elecciones con dicho volumen de votos (60 millones). Mientras tanto el presidente en ejercicio es el primer mandatario de la historia carioca en no conseguir ser reelecto. “Es oficial: La democracia ha vencido. Después de años de injusticia, mentiras y ataques al pueblo brasileño, hoy vemos el resultado de mucha resistencia y lucha. Ganamos, compañero. La victoria ha llegado y mejores días vendrán", decía el mensaje que publicó el PT en sus redes sociales el domingo luego de conocerse el resultado.

Todo el proceso electoral que vimos pasar, y la culminación con el histórico balotaje, se trata de uno de los sucesos políticos más trascendentales de los últimos años en Brasil, cuyos resultados pueden resonar fuerte en Argentina y toda la región de América Latina de cara a los próximos años. La disputa entre Lula y Jair Bolsonaro se plasmó en el imaginario y en la conversación social como el enfrentamiento entre dos modelos de país antagónicos: un modelo democrático, tendiente a una mayor igualdad y respetuoso de las libertades; frente a un modelo autoritario, basado en el abuso del sistema judicial y la concentración de los poderes, económico y político, con el objetivo de erosionar la democracia, los derechos humanos y la convivencia social pacífica.

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Pero además, al analizar la película entera con detalle, vemos que la consagración del líder obrero significó la hazaña casi épica frente a dos fenómenos multidimensionales que la derecha ha sabido utilizar genuinamente, y a los proyectos populares se les presenta como mundos inasequibles: el lawfare (guerra judicial) y la Guerra digital. Se trata de ambas caras de una misma moneda: causas armadas, por jueces y fiscales, que sin todo la parafernalia subsiguiente en los medios, que la amplifican y legitiman, serían solamente anécdotas en los tribunales. Lo que logran que la arena política deje de ser el escenario por excelencia de la discusión sobre la realidad, para trasladarse a la justicia y a los medios de comunicación, cuya tarea titánica es la persecución ininterrumpida de lideres populares, como también sucedió en Argentina, Ecuador, o Bolivia. Si bien el objetivo final es una condena, como pasó con Lula, el daño subcutáneo se produce en el proceso de estigmatización, desinformación, y eliminación social de la figura y sus ideas políticas.

Lula logró superar la instancia judicial. En noviembre de 2019, luego de 580 días en la cárcel, fue liberado. Posteriormente, el 8 de marzo de 2021 Edson Fachin, juez de la Corte Suprema de Brasil, anuló todas las sentencias que se habían dictado contra el expresidente en el marco de la operación Lava Jato. No obstante, la consecuencia simbólica de los años de fake news, guerra digital, y las múltiples operaciones periodísticas en su contra persisten hasta el día de hoy. Quien logró sacar de la pobreza a más de 30 millones de personas, sigue siendo vinculado con hechos de corrupción que jamás se comprobaron.

La conquista del territorio digital

Pero, en este marco tan complejo, hay algo que Lula comprendió al inicio de su campaña: la realidad es como es y no como uno quiere que sea. Eso implicó correrse del manual pre formateado de las izquierdas progresistas de Latinoamérica, para animarse a utilizar estrategias novedosas, en incluso las mismas herramientas que ha sabido aprovechar el adversario. La decisión implicó quebrar prejuicios y tradiciones en cuanto al armado institucional, en términos de la búsqueda de alianzas y ampliar su frente, y la puesta en marcha de una estrategia comunicacional ecléctica, colorida, modernizada, pero no por eso menos política, que apuntaba a fidelizar el voto de los propios pero , sobre todo, a hablarle e interpelar a los indecisos. Para esta tarea escuchó a especialistas y trabajó incisivamente desde las redes sociales y plataformas digitales de mayor alcance.

Un momento paradigmático en este doble movimiento ocurrió a principios de agosto cuando Andrés Janones, diputado del partido de centro derecha Avante que llegó a la banca con el apoyo de los camioneros, decidió renunciar a su candidatura presidencial para dar su apoyo a Lula da Silva. En su momento utilizó su cuenta de Facebook para compartir  un video junto al expresidente y explico que  “(la candidatura) está unificada y sería representada por la del expresidente Lula”. Con ese apoyo Lula terminó de dar forma una alianza en torno a su candidatura que conjugaba a siete partidos: PT, PSB, PV, PSOL, Rede, PCdoB y Avante. La jugada de la campaña era más que clara: ampliar, articular, y negociar, sin perder de vista los intereses que representa: el de los trabajadores.

Janones, como buen millennial, entiende que hoy la disputa política está presente en las calles, pero también sucede en el territorio de las redes sociales. No por casualidad acumula 13 millones de seguidores distribuidos en varias cuentas propias. Al interior del frente electoral anti bolsonarismo, este joven llegó a ocupar un puesto determinante como una suerte de asesor o “gurú comunicacional” de Lula. Y logró, contra todo pronóstico y prejuicio “progre”, que el obrero metalúrgico y septuagenario se meta de lleno en el mundo digital para competir de igual a igual en un campo minado por fake news y discursos de odio que ha sido monopolizado por la derecha y los sectores más neoliberales.

El método Bolsonaro: fake news y guerra sucia

La campaña de Jair utilizó a las redes sociales como instrumento principal de comunicación con los ciudadanos y votantes, sabiendo que corría con ventaja, como sucedió en 2018 cuando fue su campaña digital la que garantizó su victoria. Marcos Nobre, un conocido politólogos de Brasil, llegó calificar al Bolsonarismo como un “partido digital” que también usa la política clásica. Las jugadas fueron coordinadas por sus hijos el senador Flávio (PL-RJ) y el diputado Eduardo, y analizadas con cercanía por Steve Bannon uno de los referentes del movimiento ultra derechista mundial quien llegó a asesorar a Vox, en España, a al mismísimo Donald Trump desde una oficina en la Casa Blanca.

Bolsonaro tiene mayores audiencias en todas las plataformas. En Facebook el presidente en ejercicio tiene 15 millones, casi el triple de Lula que tiene 5,4; en Instagram son 25,4 millones los seguidores, frente a 10,9 de Lula; en twitter Bolsonaro acumula 10 millones, frente a 5,8 millones del líder del PT; en Youtube son casi 4 millones del ultra derechista vs 693 mil de Lula; y finalmente Tik Tok , la red más joven y potente del momento, en la que Jair acumula 3,6 millones frente a 2.8 millones del líder del PT.

La estrategia del oficialismo fue la guerra sucia, lisa y llanamente. Las Fake news pasaron los finos límites que aún conservaba el debate en la opinión pública: mails denunciando que el expresidente era “una organización criminal; que contaba con el “apoyo masivo de presos”; un supuesto pacto con el Diablo; Pastores advirtiendo que el PT iba a cerrar iglesias evangélicas; y hasta la sugerencia de que Lula había celebrado el coronavirus. Un punto alto fue el lanzamiento del "Lulaflix - conozca la verdad sobre el expresidente" una página web que publicaba información falsa sobre Lula presentada como si fueran una noticia. Este tsunami de desinformación terminó con la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de endurecer las acciones contra las noticias falsas, las difamaciones en redes sociales y la agresividad de los discursos de odio.

Lula Skywalker, Lula tik toker

La astucia de Lula frente a una avanzada imposible de abarcar para cualquier humano fue la que le aconsejó Janones: no contestar a cada delirio que se proliferaba, y centrarse en establecer una interlocución directa con posibles votantes, de forma territorial y digital.  Una gran jugada fue la carta abierta a los evangélicos, que son cerca de 65 millones, porción equivalente a 31% de la ciudadanía brasileña. En el texto publicado días antes del ballotage, reforzó su forma de ver el mundo y resignificó algunos elementos que habían sido apropiados y usados como lemas por el bolsonarismo. Lula salió a pelear los símbolos y les aportó su propio significado. Frente a los religiosos se comprometió a mantener la libertad de culto, pero también subrayó los valores de la familia y el uso de la fe. "La familia para mí es algo sagrado", dijo, y agregó: "Nuestro proyecto de gobierno tiene compromisos con la vida plena en todas sus fases. Para mí la vida es sagrada, obra de las manos del creador y mi compromiso siempre fue y será con su protección".

En las redes Lula ha compartido memes, videos con música, imágenes emotivas,  jingles de campaña, y ha hecho cientos de transmisiones incluso desde su propia cocina o viendo telenovelas, como un ciudadano más. En este punto tuvo gran influencia Janja, su actual esposa, muy activa en el mundo digital . El uso que estableció fue más descontracturado, menos protocolar, menos filtrado. Y una de las mejores creaciones que nos deja este período es el Lula Tik toker. El video más visto en esa plataforma es sobre una actividad en Minas Gerais donde disertó sobre trabajo, estudios universitarios, y también sobre aspectos emotivos como "amar" y "disfrutar de la vida". El líder obrero utilizó la plataforma para consolidar su llegada a un público joven menos politizado, y conversar sobre temas vinculados a sus intereses como el ProUni, que es el programa de becas para universidades de Brasil; la Ley de Cuotas; la religión; y el fin del hambre.

Y si hablamos de consolidar el voto juvenil no podemos omitir el apoyo que recibió el ex presidente de exitosos artistas locales, consumidos mayormente por las nuevas generaciones, como Annitta y Gustavo Lima. La cantante, activista de los derechos LGTBQ, vegana y pacifista, cuyo hit “Envolver” tiene 434 millones de reproducciones en Spotify, escribió en Twitter el 16 de julio: “La postura extremadamente agresiva y antidemocrática de esa gente no me deja otra opción. No soy petista y nunca fui. Pero este año estoy con Lula”.

Y si esto fuera poco, en la previa de la segunda vuelta, Lula recibió en las redes el acompañamiento internacional de varios  “superhéroes”: Mark “Luke Skywalker” Hamill ; Mark “Hulk” Ruffallo; Chris “Thor” Hemsworth;  Jason “Aquaman” Momoa; y Samuel “Nick Fury” L. Jackson quien escribió en sus redes:  “El hambre en Brasil no es ficción, pero puede acabar. Escuchen a nuestros hermanos, voten el próximo domingo”.

Un video que dio que hablar fue el  llamado "reverso" donde se ve a diferentes personas cambiando el gesto manual de la pistola, vinculado al bolsonarismo, por la "L" de Lula.  Este tipo de material tienen el don multiplicador: incentivan a los ciudadanos a sumarse, a hacer contenidos, a viralizarlos, a trasladarlos a otras redes como WhatsApp, y a romper con las cámaras de eco. Según  el monitoreo realizado por Escuela de Comunicación, Medios e Información de la Fundación Getulio Vargas, Luiz Inácio Lula da Silva llegó a superar a su adversario político en número de visualizaciones en redes sociales en el marco de la campaña electoral.

Claro que en el mundo digital las condiciones de la interlocución no son las mismas que en una charla, una asamblea, una unidad básica o un congreso del PT. En la retórica digital partimos de un cierto vaciamiento argumentativo de los discursos por la brevedad que se impone y por el predominio de las visiones auto referenciales. Los debates sobre la realidad política y económica, las ideas, y la democracia como sistema representativo, requieren de mucho más tiempo y desarrollo que hoy no brindan los teléfonos celulares. Por eso es que los sistemas autoritarios y las derechas son  tan compatibles y se mueven con tanta comodidad en el universo digital. Pero Lula supo transformar esas limitantes, propias del medio, en un escenario acorde a las necesidades del momento: hablarle en primera persona al universo de los indecisos sin sermones, sin levantar el dedo de la moral, y sin una búsqueda estética pretensiosa o excluyente.

No fue el marketing , la cantidad de seguidores, o la publicidad lo que logró la diferencia, sino el provecho diferenciado de las herramientas digitales y analógicas a disposición para hablar de política, para instalar una agenda propia, algo así como la combinación entre convicciones, lealtad y pragmatismo, que representa el valor agregado de quien por trayectoria y capital social puede restablecer la memoria emotiva y re enamorar a partir  de los símbolos y banderas de un tiempo que fue maravilloso para Brasil.

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Fabiana Solano

Mi nombre es Fabiana Solano y tengo 34 años. Soy socióloga egresada de la UBA y casi Magister en Comunicación y Cultura (UBA). Digo ‘casi’ porque me falta entregar la bendita/maldita Tesis, situación que trato de estirar con elegancia. Nunca me sentí del todo cómoda con los caminos que me ofrecía el mundo estrictamente académico. Por eso estudié periodismo, y la convergencia de ambas disciplinas me dio algunas herramientas para analizar, transmitir, y explicar la crisis del 2001 en 180 caracteres. Me especializo en culturas y prácticas sociales, desde la perspectiva teórica de los Estudios Culturales. Afortunadamente tengo otras pasiones. Me considero una melómana millennial que aprovecha los beneficios de las múltiples plataformas de streaming pero si tiene que elegir prefiere el ritual del vinilo. Tengo un especial vínculo con el rock británico (siempre Team Beatles, antes de que me pregunten), que se remonta a mis primeros recuerdos sonoros, cuando en mi casa los domingos se escuchaba “Magical Mistery Tour” o “Let It Be”. Además soy arquera del equipo de Futsal Femenino de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), rol que me define mejor y más genuinamente que todo lo que desarrollé hasta acá. Por supuesto que la política ocupa gran parte de mi vida y mis pensamientos. Por eso para mi info de WhatsApp elegí una frase que pedí prestada al gran pensador contemporáneo Álvaro García Linera: “Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida, ese es nuestro destino”.