Tras el derrumbamiento de la economía mundial, por la pandemia, aumentar el gasto público en las economías avanzadas y emergentes ayudó y ayuda a reactivar la actividad económica. Esto lo ha sugerido recientemente el FMI, en su blog oficial. Qué el FMI diga si es keynesiano. El multiplicador keynesiano del gasto público es muy fácil de entender en una economía sin inflación: cuando el gasto aumenta en una economía capitalista, aumenta la demanda, por ejemplo, una obra pública demanda cemento, metal para construir, aluminio, cerramientos, pisos, y si eso se produce en el país, y requiere que suba la producción, se toma personal y de este modo se fortalece de modo circular el crecimiento de la demanda.
El gasto público en obras es un multiplicador enorme del sector privado. Incluso el FMI reconocía que “en períodos de gran incertidumbre, aumentar la inversión pública un 1% del PBI, impulsa un crecimiento de 2,7%, la inversión privada un 10% y el empleo 1,2% en dos años”. Más allá de los números, lo que dice el FMI es que en períodos de gran incertidumbre este apalancamiento es mucho mayor. Hay un problema que forma parte de otro análisis, y lo mencionamos sólo a efectos de mostrar una restricción: por cada aumento del PBI se supone que históricamente suben 3% las importaciones, situación mucho más extrema si se viene de una crisis. O sea, que el crecimiento, como sabíamos, requiere cada vez de más dólares.
Tiene sentido suponer que, en ciclos muy recesivos, una decisión autónoma de inversión mejora ampliamente el escenario. Hay un detalle muy interesante, dice el FMI (en el artículo “Inversión pública para la recuperación”) que, si el gasto público se realiza en infraestructura tradicional, puede generar hasta 8 empleos, pero si esa inversión pública se realiza en innovación y desarrollo, energía limpia o edificios sostenibles, puede generar hasta 14 empleos.
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Hacer obra pública no es fácil. Sobre todo, en la Argentina. Cabe recordar que, con el FMI ya introducido en el país, Nicolás Dujovne en 2019 se ufanaba de haber reducido el nivel de obra pública hasta el volumen de 2005 (tal como se puede leer en varios diarios nacionales o provinciales del 15 de julio de 2019). La obra pública, así, no pasaba de 300 proyectos en ejecución en 2019, mientras que actualmente se están ejecutando o se terminaron en total más de 6.400 obras.
Hay distintas cuestiones que deben movilizarse para poder avanzar en gastos de capital. Se requiere mucha gestión, tener la factibilidad e impacto sectorial, ambiental y regional. Conformar el presupuesto y asegurar el disponible de fondos, que no deben competir con gastos corrientes, pero sobre todo lograr su liberación con agilidad y transparencia, por parte de las instancias más altas del poder ejecutivo. Las licitaciones deben estar bien pensadas, la inspección de obra ser dinámica pero firme, la gestión de certificados de obra con procesos claros, lo mismo que las adecuaciones o redeterminaciones de precios (Decreto N° 691/2016), bien establecidos los pasos o servidumbres, la realización de adendas, y una planificación fuerte para empujar los tiempos.
La obra pública multiplica inversiones privadas. No importa si lo crees o no. Hay datos por todos lados para justificarlo. Por cada peso invertido en la construcción del primer tramo del Gasoducto PNK, según un estudio realizado en la Facultade C. Sociales de la UBA, se generaron 1,51 pesos adicionales en la economía. Una multiplicación valiosa, sobre todo pensando que esa obra atravesó un montón de pueblos chicos entre Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires. La idea es sencilla: más comercios abiertos porque había más movimiento de gente, más casas de comidas y hoteles para sostener esa actividad, y más servicios conexos a estas actividades. Es el primer acercamiento a la comprensión del multiplicador de la inversión pública.
Otros datos que muestran estos niveles de actividad, tienen que ver con los datos de despacho de cemento, que según AFCP fueron 1.082.990 toneladas en junio. Son niveles históricamente altos para junio, pero 2,4% menos que el récord del año pasado. Y 0,5% arriba sobre mayo. La actividad de la construcción sigue andando bastante bien.
Un interesante informe de la Central de Ideas del Banco Central calculó que la obra pública (gastos de capital) tienen una multiplicación en la inversión privada del orden de 2,8 veces pasado un año de efectivizarse el gasto. El PBI podría subir 6% adicional con una inversión pública de 1%, dependiendo por supuesto de otras variables que no jueguen en contra de ese crecimiento. Si se buscase el efecto multiplicador en el consumo privado, ello ocurre cuando el aumento se genera en el gasto social.
Desde 2021 que el gasto de capital en obra pública nacional crece en términos reales (ver imagen). Como decíamos, en estos 4 años se hicieron y se terminaron 6.400 obras públicas en total. Incluyendo escuelas, hospitales, gasoductos, oleoductos, represas, puentes. La obra pública es la que más se multiplica en inversión privada, y en muchos casos requiere una articulación muy intensa entre el Estado y el sector privado (autoridad comitente, universidades, contratistas, PYMEs, organismos reguladores, etc.).
La obra pública genera, en síntesis, una multiplicación en el crecimiento del empleo y la apertura de PYMES. El sector privado crece así de la mano del sector público.