Luego de denunciar al gobierno por intentar envenenar a la población con la Sputnik V, nuestros medios serios y la oposición de Juntos por el Cambio (dos colectivos que cada día cuesta más diferenciar) lo denunciaron por privilegiar a los amigos en la distribución de ese mismo veneno, por no traer suficiente veneno y ahora por acelerar con intenciones electoralistas la vacunación que hasta ayer criticaban por su lentitud. En este país tenemos todos los climas.
En rigor de verdad y para preservar la calidad institucional, el gobierno no debería lanzar planes de vacunación en un año electoral. Es más, en los años electorales los gobiernos deberían evitar cualquier acierto ya que eso podría incentivar de forma demagógica el voto oficialista. El gobierno de Cambiemos lo entendió bien y por eso no sólo dejó vencer millones de vacunas sino que tomó la precaución de no favorecer a la ciudadanía para no condicionar sus preferencias electorales. Gobernando a favor de las mayorías cualquiera gana las elecciones.
Mientras el gobierno trae vacunas para ocultar que no hay vacunas, en la provincia de Buenos Aires empezaron a vacunar con la primera dosis a los mayores de 70 años sin turno previo y en la polémica provincia de Formosa ya vacunan a los mayores de 41 años. No sabemos si la ex ministra Pum Pum viajará a la provincia junto a un equipo de TN para impulsar los contagios o se conformará con denunciar a distancia las intenciones satánicas del gobernador Gildo Insfrán detrás de esa decisión.
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El laboratorio Richmond inició la producción de Sputnik V que podría llegar a 500 millones de dosis en un año, lo que permitiría abastecer no sólo el mercado local sino también el regional. Por su lado el gobernador oriundo del marxismo Axel Kicillof anunció el acuerdo por la compra de 10 millones de vacunas de Covaxin. Luego del veneno ruso y la poco confiable vacuna china (salvo que sea utilizada por Chile o Uruguay) nuestros medios serios denunciarán la peligrosa vacuna india. El próximo Banderazo terraplanista debería ser en contra de la Vacunocracia y ya no de la Infectadura.
La OMS todavía no sabe cuándo aprobará la Sputnik V. Según uno de los directores del organismo, la decisión final depende de un grupo de especialistas “que operan de manera independiente”. Imaginamos que detrás del titubeo del organismo no hay ninguna presión de los EEUU o la Unión Europea en defensa de sus propios laboratorios y damos por sentado que los mencionados especialistas actúan de forma autónoma, como en un Nado Sincronizado Independiente (NSI), esa disciplina que permite que un montón de personas diferentes llegue a la misma conclusión pero de forma independiente.
No conforme con llenar el país de vacunas, el Gobierno Nacional informó que ya lleva invertidos más de $93.000 millones en el programa de Medicamentos Gratis para Jubilados y Jubiladas. Es una iniciativa polémica que solo busca fines clientelistas y olvida uno de los grandes principios de nuestra derecha: “No les des medicamentos gratis, enséñales a sufrir”. No sería extraño que así como los subsidios a la energía hacían que la gente abriera las ventanas en lugar de bajar la calefacción, tal como lo señaló en su momento el entonces presidente Macri, la gratuidad de los medicamentos incentive a los jubilados a enfermarse.
El jueves 3 de junio se cumplieron seis años de la primera marcha del colectivo Ni Una Menos, el movimiento político y social más poderoso de las últimas décadas. Muchas veces escuché una extraña crítica a dicho colectivo referida a que la violencia es un mal que padecemos todos y que denunciarla por sectores sería ineficaz o incluso mezquino.
Por supuesto que los hombres también somos víctimas, padecemos palizas, agresiones, insultos e incluso asesinatos. La diferencia es que eso nunca nos ocurre por ser pareja, ex o simple objeto de deseo de una mujer. Vivimos en otro mundo y beneficiamos de otras prerrogativas. Podemos ser amables con una desconocida sin tener que filtrar las palabras para que no crea que es una insinuación, podemos pasar de noche frente a un grupo de mujeres sin sentir miedo o tener que padecer el ingenio baboso de alguna de ellas ni las risotadas de las otras. Podemos subir a un taxi sin preocuparnos por la mirada de la tachera, ni tener que sufrir sus avances o sus relatos de proezas sexuales con otros pasajeros. Podemos participar de una reunión de trabajo sin que nos pidan preparar café o sin que una jefa considere que tocarnos es su derecho. Podemos tener sueño sin que nuestra mujer nos grite que tiene ganas y, siempre por culpa nuestra, termine fajándonos. Podemos salir de noche sin avisarles a nuestros amigos que ya llegamos a casa y sin tener miedo de terminar en una bolsa de consorcio. Y podemos estar seguros de que, aún en el caso de ser agredidos, nadie nos trataría de buscones, histéricos, hierveconejos o calientapavas.
Es una sutil diferencia
Imagen: Vecino de Parque Roma luego de recibir la vacuna india (cortesía Fundación LED para el desarrollo de la Fundación LED)