Elecciones en Uruguay: entre dos visiones de país y el desafío del balotaje

22 de noviembre, 2024 | 00.05

Este domingo 24 de noviembre Uruguay definirá, finalmente, quién liderará el país durante los próximos cinco años. Yamandú Orsi, del Frente Amplio (FA), y Álvaro Delgado, del Partido Nacional y la “Coalición Republicana” -una alianza de gran parte de los partidos de derecha “formalizada” luego de la primera vuelta-, compiten por llegar a la Torre Ejecutiva de la Plaza Independencia.

En las elecciones generales, el Frente Amplio se posicionó como la fuerza más votada, con el 43,9% de los sufragios, mientras que la Coalición Republicana, obtuvo el 26,7%. Sin embargo, los partidos de derecha del actual oficialismo lograron reunir, hasta con una foto unificada de sus candidatos en un mismo escenario, un 47,5% en la simple suma aritmética de sus resultados, configurando un escenario competitivo para el balotaje.

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A nivel legislativo, el Frente Amplio recuperó la mayoría en el Senado, consolidando su presencia en el Congreso, aunque la Cámara de Diputados quedó sin mayoría para ningún bloque, lo que anticipa una legislatura de negociaciones, pero muy favorable a un eventual gobierno frenteamplista.

En esta segunda vuelta, Delgado cuenta con el respaldo del Partido Colorado, liderado por Andrés Ojeda, Cabildo Abierto, el Partido Independiente, y otros pequeños movimientos que integran la ahora denominada “Coalición Republicana”. Este frente apuesta a retener los votos dispersos de la primera vuelta y movilizar su maquinaria política, que incluye gobiernos subnacionales en 15 de los 19 Departamentos del país.

Por su parte, Orsi, vinculado a la figura histórica de José "Pepe" Mujica, ha sumado apoyos de figuras clave como Zaida González, del Partido Colorado, y otros disidentes de partidos minoritarios. Incorporaciones que buscan ampliar su base más allá de los votantes tradicionales del Frente Amplio.

Propuestas políticas y ejes de campaña

El domingo 17 de noviembre los candidatos a presidentes se encontraron frente a frente en el debate electoral presidencial. Ambos reafirmaron sus propuestas distintivas en tres áreas claves:

1. Economía

Orsi apuesta por una política de redistribución económica, promoción de pequeñas y medianas empresas, y fortalecimiento del rol estatal en sectores estratégicos como la educación y la salud. Además, propone incentivos fiscales para atraer inversión extranjera sin desmantelar la estructura tributaria actual. En el último debate el candidato destacó y trajo como referencia el crecimiento del país en los 15 años de gobierno del Frente Amplio.

Delgado promete estabilidad económica mediante la reducción del déficit fiscal, simplificación administrativa, y un ajuste en el gasto público, incluyendo recortes en la plantilla estatal. También busca potenciar el sector agrícola y la tecnología, como lo plantea su coalición.

2. Seguridad

Orsi plantea un enfoque preventivo que considera factores sociales, proponiendo políticas integrales que combinen justicia y derechos humanos. El domingo 17 señaló que no puede ser algo normal naturalizar los homicidios de menores en el país. Delgado refuerza la línea punitivista, proponiendo más infraestructura carcelaria y endurecimiento de penas, poniendo el foco en el narcotráfico y el crimen organizado.

3. Políticas sociales

El Frente Amplio incluye medidas como el aumento de becas estudiantiles, más cobertura de jardines de tiempo completo, un incremento en ayudas sociales y una especial atención al ámbito de la salud. La Coalición Republicana propone programas focalizados en primera infancia y seguridad social, con un enfoque gradualista en los cambios al sistema jubilatorio bajo la premisa de “la calidad de vida” de la población.

Ambos candidatos cerraron sus campañas con eventos simbólicos. Orsi lo hizo en Las Piedras, Canelones, donde destacó la recuperación de la fuerza progresista. Delgado, por su parte, eligió el Obelisco en Montevideo, reiterando la promesa de continuidad y estabilidad que asocia a la gestión de Lacalle Pou

En el ámbito internacional, Delgado ha recibido señales de respaldo de sectores neoconservadores vinculados a la región, mientras que Orsi ha contado con gestos de apoyo de líderes progresistas, especialmente figuras afines al legado de Mujica y Vázquez. Estos respaldos, aunque simbólicos, refuerzan el perfil ideológico de ambos bloques en una región cada vez más polarizada

Uruguay: Capítulo de una disyuntiva histórica

La encuesta de la consulta Factum, realizada entre el 4 y el 11 de noviembre a partir de 900 casos telefónicos dió una diferencia de dos puntos, con el frenteamplista en 47% y el dirigente del Partido Nacional en 45%. También las consultoras Equipos, y Opción ubican al candidato del Frente Amplio primero, indicando que la diferencia con Delgado está dentro de los márgenes de error y que hay un segmento del electorado que aún no decidió su voto o que podría cambiarlo. Sin dudas, ese es el sector al que apuntaron ambos candidatos durante este mes, para definir esta reñida elección que tiene en vilo a actores económicos y políticos no sólo del país sino también de la región.

La elección entre Orsi y Delgado no solo define el rumbo interno de Uruguay, sino también su posicionamiento en una América Latina que enfrenta una disyuntiva política histórica. El país, al igual que toda nuestra región, se encuentra dividida entre tendencias reaccionarias, con ribetes fascistas, de un lado, y progresistas, del otro.

En ese sentido, esta contienda no es sólo una disputa electoral. Es el retrato uruguayo de las tensiones geopolíticas que atraviesan a toda América Latina, influida tanto por la creciente disputa hegemónica mundial, entre China y Estados Unidos -que hemos denominado como “enfrentamiento del G2”-, como por la propia disputa estratégica hacia el interior del gran capital de origen angloamericano, entre globalistas y neoconservadores, muy bien expresada en las últimas elecciones que determinaron la llegada de Trump a la Casa Blanca.

Uruguay, como lo ha hecho en el pasado, vuelve a ser un laboratorio democrático en el que el resultado será decisivo para construir un futuro inclusivo, con justicia social y redistribución de la riqueza, sólo posible con una fuerte determinación de su dirigencia política y de su pueblo movilizado.