Contagiarnos la bandera de la solidaridad

07 de mayo, 2021 | 20.32

En Argentina estamos sufriendo una segunda ola de coronavirus que no tiene piedad y es especialmente dura con quienes vivimos en los barrios populares. En ese marco, de grandes carencias y desprotección, tuvimos que sufrir la muerte de Ramona, después de Agustín, de Lucía y ahora de Teodora. Todos trabajadores de comedores que dejaron su vida ayudando a los que menos tienen. Ha llegado el momento de cuidar a los que cuidan.

Es por todo esto que creemos que se hace urgente tomar una decisión al respecto, para que aquellas y aquellos que decidieron que frente a los contagios por COVID-19 había que contagiar la solidaridad para defender a nuestra gente, sean vacunados y así resguardar su vida mientras continúan con su labor. No es la primera vez que lo planteamos y por eso aún seguimos perdiendo vidas de compañeros y compañeras.

El rol de las organizaciones populares ha sido central durante esta pandemia, ya lo ha destacado el presidente Alberto Fernández y lo saben muy bien quienes habitan los barrios populares. Sin ellas, todo hubiera sido más difícil. Y dentro de estas organizaciones, en especial, debemos destacar a las mujeres. No solo en el trabajo cotidiano de los comedores y merenderos, sino también en su rol de cuidar a todas aquellas vecinas que, en muchos casos y en soledad, deben sostener a sus propias familias. O que deben escapar de la violencia machista en el seno de sus hogares.

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Por otro lado, cuando hablamos de la labor esencial de las y los trabajadores, no estamos hablando solo de garantizarle los alimentos a todos los vecinos de los barrios populares que han ido perdiendo sus changas y no les alcanza la ayuda del Estado. Hablamos del trabajo de verdaderos centros comunitarios que atienden problemáticas de educación, de salud y como ya dijimos, también de violencia de género, que, frente a la situación de encierro generada por la pandemia, ha mostrado su peor cara. Este trabajo cotidiano, también incluye tareas de relevamiento sanitario y apoyo a las familias para poder sobrellevar la necesaria cuarentena.

Por último, creemos que la mejor manera de terminar de una vez con esta pandemia es continuar con la campaña de vacunación y seguir cuidando a nuestra gente. El COVID-19 trajo al país más desigualdad social, donde ya había desigualdad. Y para poder revertir esta situación, para poder terminar con el COVID-19 y con las muertes de nuestras vecinas y vecinos, se hace indispensable vacunar a aquellos que nos cuidan. Mientras tanto y frente a los contagios diarios de coronavirus, nosotros seguiremos contagiando la bandera de la solidaridad. 

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Norma Morales

Norma Morales es dirigenta nacional del Movimiento Somos-Barrios de pie y delegada en la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). Tiene 49 años y es Madre de 3 adolescentes. Vive hace 30 años en el barrio Danubio Azul, en la localidad de Dock Sud, Avellaneda, en la provincia de Buenos Aires. 

Empezó a militar en el 2001, en el medio de la gran crisis política y económica que sufrió nuestro país, en el Comedor Arcoiris de su barrio. Allí, junto a jóvenes de la UBA, organizaban compras comunitarias de verdura y frutas. Luego participó de las jornadas del 19 y 20 de diciembre del mismo año, como también, del corte en el puente Pueyrredón el día que mataron a Maxi y Darío.

Luego de aquellos acontecimientos, Norma empezó a realizar distintas actividades en Avellaneda hasta la actualidad, como por ejemplo coordinar unas 500 unidades productivas (textiles, panaderías, carpinterías, herrería, fábrica de zapatillas, huerta comunitaria, entre otras) en toda la Provincia de Buenos Aires. La dirigenta de SOMOS/Barrios de Pie también ha levantado las banderas del feminismo, desarrollando trabajos de cuidado a mujeres y disidencias en las barriadas populares.  

Conformada la UTEP, Unión de Trabajadores de la Economía Popular, empezó a participar como delegada representando en ese ámbito a Somos-Barrios de Pie.