Cocaína adulterada: el mensaje envenenado de los medios concentrados

05 de febrero, 2022 | 18.58

La terrible tragedia de la cocaína envenenada que esta semana causó la muerte de 23 personas, 83 internaciones y más de 200 consultas es de público conocimiento, por lo que nos ahorramos entrar en detalles.

A esta altura no sorprende el brutal tratamiento -entre violento e ignorante- realizado por los medios de comunicación, que no pierden oportunidad para “vomitar” un discurso fascista y odiador. De manera irresponsable, confunden consumo con narcotráfico, villa con delincuencia, penalización con tratamiento. Muchos comunicadores, desde un indignacionismo moralista y estigmatizante, culpabilizan a los sujetos que padecen la problemática de consumos. La violencia mediática constituye un consumo problemático pernicioso y adictivo para el conjunto social.

El dramático caso de adulteración de la cocaína acontecido esta semana, plantea al menos tres frentes de lucha.

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En primer lugar, urge trabajar intersectorialmente para dar difusión a la Ley Nacional de Salud Mental, haciendo hincapié en la capacitación de comunicadores y periodistas, en tanto resultan agentes fundamentales en la construcción de la opinión pública y el sentido común. Es importante que desde lo social se aporte evitando caer en actitudes discriminatorias o en la criminalización de esta clase de problemáticas. La Ley Nacional N° 26.657 para las personas que atraviesan alguna problemática de salud mental es un ejemplo en el mundo, cuenta con estrategias basadas en los derechos humanos y garantiza que cada situación sea tratada en forma singular, tanto a nivel individual, familiar, grupal como comunitario. Es imprescindible que no se postergue más la plena implementación de esta ley, junto con el desarrollo de políticas públicas integrales, que apunten al cuidado de la salud mental del conjunto de la población. 

Por otra parte, es urgente implementar una ley de medios para limitar el discurso de odio de comunicadores ignorantes que, al opinar tendenciosamente sobre lo que no conocen, desinforman a la población y propician reacciones que agravan la situación de una subjetividad de por sí en riesgo. 

Finalmente, es necesario abandonar cierta cobardía impotente y atreverse a dar abiertamente el debate social pendiente que se realiza sotto voce sobre la legalización del consumo de drogas, ya que de lograr la misma, entendemos que se limitará de manera contundente el negocio mafioso de los narcos.

Restringir el oído mediático, legalizar el consumo de drogas y lograr la plena aplicación de la Ley de Salud Mental, redundará en un mejoramiento de la salud mental y en un tejido social menos fascista.

 

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