El detrás de escena de los efectos de la sequía

Los pronósticos de cosecha están en sus mínimos históricos y las caídas de las actividades económicas que dependen del campo ya comenzaron a reflejarse en el primer trimestre del año

12 de abril, 2023 | 00.05

El impacto de la sequía en la Argentina parece ser mayor a lo esperado. Los pronósticos de cosecha están en sus mínimos históricos y las caídas de las actividades económicas que dependen del campo ya comenzaron a reflejarse en el primer trimestre del año. El combo fue conformado por déficit de lluvias en el verano con olas de calor persistentes hasta entrado marzo y heladas agronómicas tan tarde como octubre en 2022 y tan temprano como febrero en 2023.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) entre las pérdidas directas e indirectas la cifra de ronda los USD 20.000 millones. Estima que entre lo que se proyectaba al comienzo de la campaña y lo que se va a cosechar hay 50 Mtn menos de soja, trigo y maíz, y que ni los buenos precios internacionales de los commodities lograr menguar el impacto negativo para la economía nacional.

Un número similar pronosticó CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola), en un informe en el cual compara con los números de la campaña 2021/22 de la SAGyP, dependiente del Ministerio de la Economía de la Nación. En los que se observa una producción de cereales y oleaginosas de 138,8 Mtn, de los que el maíz representó el 42,5% con 59,04 Mtn cosechadas; la soja el 31,6% con una cosecha de 43,86 Mtn; y el trigo el 16% con 22,15 Mtn cosechadas. Por lo que ingresaron más de USD 40.000 millones por exportaciones según CIARA-CEC (Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina - Centro Exportador de Cereales). 

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Lo que comparado con lo proyectado para la campaña actual, 2022/23, arroja el resultado de un caída de alrededor de USD 20.000 millones en concepto de ingresos por las exportaciones. Para el maíz, CREA espera una cosecha de 38,6 Mtn, un 30% menos que en el ciclo anterior; para las soja de 31,2 Mtn, un 38% menos; y para el trigo, una de cosecha 12,1 Mtn, una merma de 37%.

Calculan que el impacto fiscal será de una caída superior a USD 6.000 millones, entre lo recaudado por derechos de exportación y otros impuestos, incluyendo ganancias. A lo que hay que sumar la disminución del 35% en ventas de sembradoras, del 33% de la comercialización de implementos, del 14.6% de la venta de cosechadoras, que ya se observa en el primer trimestre del año. También se espera una disminución de la importación de fertilizantes cercana al 42% de las importaciones de urea y al 16% de los fosfatos;  una disminución de los viajes de camiones hasta los puertos que pronostican llegue al 50%. En la última cosecha de trigo, los transportistas tuvieron una disminución de 40% en su trabajo. 

Esto se debe a que estos tres cultivos extensivos son casi el 90% de la producción agrícola argentina y representan más del 40% de las exportaciones totales del país, por lo cual es importante el impacto en la economía y en la política nacional. La proyección del ingreso de divisas para la campaña 2022/23 ronda los USD 21.740 millones, USD 14.240 millones por detrás de lo que se proyectaba al momento de las siembras, en septiembre de 2022. Mientras que si lo comparamos con la campaña anterior, 2021/22 la caída es de USD 19.000 menos, y USD 11.000 menos que la campaña 2020/21.

Sin embargo, el ingreso de divisas estaría apenas USD 2.000 millones por debajo del promedio de ingresado de los últimos 15 años, que es de USD 23.863 millones, según el registro de CIARA-CEC.

El registro de CIARA-CEC muestra que en las últimas dos campañas se dieron ingresos superiores en más de USD 10.000 millones, respecto al promedio de los últimos 15 años. Y si observamos los últimos 20 años el promedio de ingresos de divisas por exportaciones de cereales y oleaginosas es de USD 20.206 millones, pero nos encontramos con un punto de partida en 2002, es decir antes de que Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner ingresaran a la Casa Rosada, en el cual la liquidación de divisas agropecuarias fueron de apenas USD 4.362 millones. Mientras que en 2003, ingresaron USD 9.450 millones; en 2004 el ingreso fue de USD 11.055 millones; y en 2005 fue de USD 11.654 millones. (Julio Calzada, 16 de enero de 2015, BCR).

Y, como dato objetivo, el promedio de las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner fue de USD 19.400 millones, empezando por la campaña agrícola 2003/04 la que en 2004 permitió el ingreso de poco más de USD 11.000 millones, y finalizando la campaña agrícola 2015/16 que en el año 2016 permitió el ingreso de casi USD 24.000 millones.

Algunas preguntas que surgen son: ¿Qué sucedió para que en 20 años se pasara de menos de 5 mil millones de dólares ingresados en concepto de exportaciones de cereales y oleaginosas a un promedio de 23 mil millones de dólares? ¿Cómo se utilizaron esos ingresos?

Seguramente al analizar las respuestas encontremos las diferencias. La primera pregunta se responde observando el impulso productivo que produjeron las políticas del proyecto nacional y popular encabezado por Cristina y Néstor Kirchner. La inversión en tecnología aplicada al sector productivo, desarrollo de la agroindustria y la industria de los biocombustibles, la promoción de la producción de proteínas de origen animal, la recuperación del presupuesto destinado a organismos públicos como el INTA, SENASA o el INASE, entre otras decisiones políticas que generaron el crecimiento que los números muestran.

Durante el período 2003-2015, se observan importantes sequías con una merma en la cosecha  debido al impacto de crisis climáticas y crisis político-económicas de escala global. Por ejemplo la caída de la producción de cereales y oleaginosas de casi el 40% anual en 2008, producto de la sequía. O las crisis financiera internacional de 2008, de la cual aún el mundo no se recupera, pasando luego por la crisis de los PIGS.

Es decir que durante las gestiones presidenciales de Cristina Fernández de Kirchner hubo contingencias naturales, y  crisis políticas propias del sistema capitalista que está destruyendo el planeta y la humanidad. Sin embargo, los índices de pobreza y exclusión se redujeron año tras año, el crecimiento de la economía nacional se distribuyó, los salarios le ganaban a la inflación y el consumo interno motorizaba la economía.

¿Por qué? Porque la decisión y la convicción de quienes presidieron el gobierno nacional en dicho período, fue ejecutar un plan para las y los argentinos, para el desarrollo de un país inclusivo, una nación fuerte y una Patria con justicia social, independencia económica y soberanía política.

La pregunta final obligada es ¿por qué es tan fuerte el impacto de la sequía actual? Según los números analizados, la caída es apenas USD 2.000 millones por debajo del promedio de ingreso de divisas de los últimos 15 años. La respuesta está en la diferencia sustancial producto de un endeudamiento descomunal con el FMI en 2018, para pagarle la campaña de re-elección a Mauricio Macri. A lo que le siguió un pésimo acuerdo de Martín Guzmán en 2022, a espaldas del pueblo argentino.

Sin embargo, ante el gris panorama, existe una salida, que está en volver al proyecto que generó el mayor salario de Latinoamérica, la posibilidad de acceder a la casa propia, de comprar un 0 km, de consumir 60 kg de carne vacuna por año. Volver a ser dignamente felices, es decir, volver a Cristina.

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