Alberto Fernández debe tener un cajón o una carpeta con ideas y proyectos que pensaba impulsar en su primer año de gobierno. Todos, o casi, aguardan allí encerrados por la pandemia más importante de las últimas décadas. Casi todo lo desplazó y el gobierno casi que tuvo que reinventarse de nuevo; no fue otro pero sí tuvo que llevar adelante acciones que no tenía pensadas, en un clima de alta incertidumbre porque las consecuencias y los alcances del COVID-19, aun hoy las seguimos descubriendo.
Ahora, es necesario repetir una y mil veces que la pandemia no finalizó ya que pareciera que ingresamos, todo indica, en una etapa de lento descenso de contagios y fallecimientos, y aun cuando el número global va en esa dirección algunas ciudades pueden estar viviendo realidades muy diversas. Las vacaciones y la movilización de personas a distintos puntos del país que ella implica, nos pueden dar también alguna sorpresa desagradable. En todo caso estamos frente a un nuevo momento de la pandemia no solo por la situación de la región con casos a la baja, sino por la aparición de una certidumbre con la llegada de las vacunas.
En este punto comienza el primer desafío con doble dimensión. La primera será encarar a los grupos contrarios a la vacuna; aunque sin ningún fundamento científico se han convertido en un frente radicalizado (justamente porque su argumento no es científico sino “emocional” es que tienden a posiciones extremas) que puede generar algunas controversias y dificultar el proceso. Seguramente la vacuna se vaya abriendo paso sola, pero será necesario estar atentos en los frentes comunicacionales, en los debates que pueden ir presentándose, desde discursos anticientíficos a cuestionamientos hacia determinadas vacunas en detrimento de otras. Si este proceso tiene éxito se podrá incrementar el retorno a sea lo que sea que llamamos normalidad.
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Las propuestas que el Presidente tuvo que archivar con el inicio de la pandemia podrán nuevamente salir a la luz, pero eso no será en ningún modo igual antes de esta emergencia sanitaria, en particular por la grave situación económica de carácter mundial. Sin embargo, a los partidos no les es dado elegir en cual mundo gobernar y al Frente de Todos le tocó en suerte el presente que vivimos como a otros gobiernos les tocó otro; la destreza política consiste en domesticar los tiempos que le toca, antes que escudarse en el azar que le ofreció el destino.
En este punto Alberto Fernández ha optado razonablemente por la política como la herramienta principal frente a la situación y no por la excusa en situaciones temporales. Ahora esa herramienta le podrá permitir desplegar otros escenarios ¿Se trata de desempolvar los proyectos de marzo de este mismo año o la pandemia fue un parte aguas irreversible en la política? Como siempre el mundo es mixturado porque hay demandas, realidades, crisis que no se esfumaron por el virus y que se encuentran allí aguardando respuestas y reconocimiento por parte del Estado, algunas de las cuales fueron atenidas aun durante la pandemia.
Pero sin duda la situación económica requerirá los mayores esfuerzos; si el gobierno debía ocuparse de los desbarajustes que generó la gestión de Mauricio Macri y que incluyeron endeudamiento feroz, incremento de la pobreza y disminución del peso de la industria en la economía, entre otras varias, la pandemia incrementó negativamente todas las dimensiones, aunque algunas variables comiencen a expresar un recupero importante. Cabe la pregunta respecto a qué deseamos hacer con la pobreza estructural para no repetir algunas fórmulas que encontraron sus límites.
El despliegue estatal durante la pandemia fue imprescindible para que la situación no fuese aún más difícil para millones. Esa innovación y decisión inmediata deberá seguir acompañando la gestión porque las dimensiones de la pobreza son graves. Este frente no es el único en particular porque 2021 será un año de elecciones y, por lo tanto, crucial para el Gobierno. Dos cartas complementarias pondrá en juego: la capacidad de gestión y el perfil de la coalición.
En una situación crítica no le faltan cartas, pues a ningún argentina/o le fue negado la atención médica ante el COVID; no es poco, no todos los países de la región pueden decir lo mismo.
Por otra parte, y como ya se mencionó, su próxima carta estará jugada en la recuperación económica. La otra cuestión es estrictamente política. El macrismo lleva adelante una oposición por momentos irreductible y nada propensa al diálogo, mientras vive sus propias internas cada vez más subidas de tono. Esa posición, semejante a cuando era Gobierno, fue la que llevó a los distintos espacios a conformar el Frente de Todos; porque en efecto a Macri se lo debe contar entre los que más hizo por la unidad del Frente. La unidad fue la llave para el triunfo electoral, decisión de Cristina Fernández de Kirchner mediante. La pregunta para el Frente de Todos ahora es cómo se procesa esa unidad cuando ya no es contra Macri, sino para hacer exitosa una gestión de gobierno. Entran en juego otras cuestiones que se emparentan directamente con lo que la sociedad, los más vulnerados en particular, esperan de este gobierno. Se habló de la “unidad hasta que duela”, eso implicó volver a caminar juntos con sectores cuya distancia se había incrementado.
¿Qué es la unidad hoy? El Gobierno ha cumplido un año y la convivencia ha sido exitosa, y esas cuestiones nunca son datos de “la naturaleza”, es mérito del mismo Frente de Todos. Por eso, ahora se trata de otra etapa, una en la que la unidad permita desplegar las políticas que el espacio le prometió a la sociedad, aun con las tensiones que pueden asomar. Porque algunas de esas promesas ya están en proceso, administrar esas tensiones será imprescindible para las políticas que faltan, para lograr imprimirle a la gestión el sello que el nacimiento del Frente de Todos implicó; con una oposición tan corrida a la derecha, verbalizada desde los grandes medios de comunicación con mensajes contrarios diálogo, al Gobierno le tocará seguir encarando las políticas que lo llevaron a la Casa Rosada quizás con acciones que no podrán contar con el consenso que siempre es deseable obtener. Se abre un tiempo clave.