Todo el tiempo, sin tiempo.
No se si pienso algo, pero si tengo preguntas, muchas, la mayoría de las cuales aparecen borrosas, una mezcla de sensaciones con pensamientos elementales.
¿Seremos capaces de encontrar alguna subjetividad autóctona que nos salve de una distopia vigilante-capitalista-racista-fóbica que parece ser el único futuro posible?
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Autóctona pienso, no desde un nacionalismo o chauvinismo banal, sino porque tenemos una historia de resistencia que nos juega a favor, un reconstruirnos permanente, donde la fuerza de lxs que trabajan, de los que ponen el cuerpo a las balas o a los virus, son el motor que insufla aire para seguir.
¿Todo será diferente después? ¿Y cuándo será después? ¿No sería bueno que fuera todo diferente?
Tal vez sea una ilusión. Que lejos del ruido egoísta, individualista y voraz de nuestra burguesía, quizá, tal vez, a lo mejor, al salir de este silencio vigilado, se escuchen más la voces singulares de las multitudes de los que trabajan, que se abrazan, que se encuentran, que se besan.