Tarifazo: por qué la luz no va a bajar en 2019

18 de marzo, 2018 | 06.00

El 30 de enero de 2018, Juan José Aranguren fue entrevistado en el programa de radio de Jorge Lanata. Ante la pregunta del economista Martín Tetaz de qué monto de tarifa y con qué aumento respecto de 2018 habremos de pagar en 2019, el CEO-ministro respondió: "Nuestra obligación no es sólo trasladar el costo [a la ciudadanía, producto de la eliminación de los subsidios] sino bajar el costo… Hoy lo que estamos invirtiendo en energías renovables, … y que ya se han comprometido inversiones en 147 proyectos por 6.000 millones de dólares van a permitir tener un costo de generación que es las dos terceras partes del costo que tenemos hoy. O sea, estoy convencido que, a partir de 2019, una vez que se recompone, el costo y la tarifa van a empezar a bajar en la medida también que tengamos una inflación a la baja".

Paso totalmente desapercibido, pero Aranguren basa su afirmación en el supuesto efecto positivo que la masiva incorporación con tecnologías eólica y solar tendrá sobre las tarifas, es decir, una relación inversamente proporcional entre las tarifas del servicio público de electricidad y la participación de renovables del viento y del sol. Debemos creer entonces que, controlada la variable inflación, el incremento de generación proveniente de los molinos eólicos y los paneles solares del Plan RenovAr llevarán de aquí a 1 año a una baja en los montos de las facturas de la electricidad.

¿En qué experiencias se basa Aranguren para creer lo que cree? ¿Qué dicen las naciones que ya han pasado por programas "verdes" como el macrista? Nuestro Observatorio ha estudiado las principales experiencias en este sentido. A continuación, un abordaje completo y actualizado del caso europeo, emblemático e irrefutable ejemplo de que el CEO-ministro miente en su predicción o bien carece de la más mínima idea.

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UE: precios de la energía eléctrica y matrices de generación

Existe una relación positiva entre los precios de la energía eléctrica y el grado de participación de las energías renovables intermitentes en una matriz de generación. Testigos de ello, y sin excepciones, todas y cada una de las naciones a la vanguardia de dicha política de diversificación. En América del Sur, Chile y Uruguay -que ya fueron estudiados en estos informes- son emblemáticos al respecto. A continuación, un análisis desde la Unión Europea, región que por su gran variedad de matrices y su altísima penetración de tecnologías eólica y solar -según el caso-, resulta sumamente ejemplificadora de la antedicha relación.

1) Dinamarca, Alemania, Irlanda, España y Portugal: Son las cinco naciones con los precios más caros de la energía eléctrica para usuarios residenciales de toda Europa. La participación de renovables intermitentes sobre la matriz de generación oscila entre 53% (Dinamarca) y 22% (Alemania y Portugal).

2) Italia, Austria, Suecia, Grecia y Reino Unido: Sus precios de la energía eléctrica son intermedios. La participación de renovables intermitentes es menor al 20%; oscila entre 19% (Grecia y Reino Unido) y 10% (Austria).

3) Francia, Noruega, Finlandia, Eslovenia y Polonia: Cuentan con precios de la energía bajos. Su participación de renovables intermitentes es menor al 10% y hasta el 2% (Noruega).

4) República Checa, Estonia y Hungría. Presentan los precios más baratos de la energía eléctrica. Su participación de renovables intermitentes es menor al 6% (Estonia), y llega al 3% (Hungría).

Finalmente, destacar que por debajo de los 0,20 centavos de euro/kWh se distinguen claramente cuatro grupos: 1) Las naciones con alto grado de participación nucleoeléctrica; 2) Las naciones hidroeléctricas ; 3) Las naciones con alto contenido de núcleo e hidroelectricidad ; y 4) Las naciones con alta participación de combustibles fósiles.

En suma, precios muy bajos de la energía eléctrica (en relación a los germanos y dinamarqueses, los más caros del mundo) se verifican con una diversificación eólica y solar en la generación inferior al 10%. Entre el 10 y el 20% dan un salto importante los precios, sólo compensado si la presencia de combustibles fósiles, nuclear y/o hidráulica son elevadas o muy elevadas. A partir del 22% de renovables intermitentes, los precios vuelven a disparar.

Conclusiones

No existe ninguna experiencia mundial de países, regiones ni jurisdicciones provinciales o estaduales con alta participación o alta velocidad de diversificación con renovables eólica y solar que tengan tarifas del servicio público baratas o con tendencia a la baja. Todo lo contrario.

En efecto, y como hemos demostrado aquí, la relación es directamente proporcional: a mayor incorporación de renovables intermitentes, mayores tarifas. Para el caso de las naciones europeas estudiadas en este informe, la relación es más que visible. Si bien la fijación de precios depende de muchos factores (el nivel de regulación estatal, la presencia de empresas nacionales, la política impositiva, la composición del mix generador, etc.), el grado de participación de renovables eólica y solar es determinante.

Los casos de Chile y Uruguay (suerte de vanguardia "verde" en Sudamérica) y que fueron oportunamente analizados por OETEC, van en igual sentido. Cabe aclarar, sin embargo, que los costos promedio de la energía sí tienden a bajar con la incorporación de eólica y solar (esto, siempre y cuando no se contemplen los costos por mayores necesidades de transporte). Pero una cosa es el "costo" y otra la "tarifa". La reducción de los costos, como ocurrió en Chile y que fue notable en los últimos años, la compensan los usuarios por la vía de iguales o mayores tarifas. Uruguay es también más que ilustrativo. Debajo, apenas un ejemplo:

La energía eléctrica comercializada por las nuevas plantas del Plan RenovAr serán pagadas en su totalidad por la demanda, es decir, la ciudadanía. Los contratos son a 15 o 20 años, fijados en dólares con CAMMESA, con participación de bancos internacionales en el otorgamiento de préstamos y garantías para la importación de los equipos. Se trata, en definitiva, de fabulosos negocios industriales, económicos y financieros, que en absoluto resultan compatibles con una baja en las tarifas, y que, por cierto, carecen del más mínimo beneficio para la ciudadanía.

La única posibilidad de lograr tarifas más bajas a partir de 2019, esto es, en enero de 2020, es si asume al frente del Poder Ejecutivo un gobierno que vuelva a colocar a la energía como un derecho humano y una herramienta clave de desarrollo social y económico.