"Desde que era chiquitito que vengo escuchando que hay que sacrificarse en aras del futuro. El lema nacional siempre ha sido 'jódanse hoy para disfrutar mañana'. Y uno pone el hombro, pero el futuro por definición se pianta y uno jamás lo puede alcanzar", comentaba en unos de sus clásicos monólogos de 1989. Esta frase, como tantas otras, pertenecieron a él, un único e imprescindible del humor político argentino: Tato Bores.
Nacido el 27 de abril de 1927, Mauricio Borensztein se crió una familia judía de bajo recursos de la Capital Federal. Muchos lo consideraban un erudito, pero la realidad es que no había terminado el colegio secundario por falta de interés en los estudios y, desde muy joven, había comenzado a trabajar como plomo en la orquesta de Luis Rolero y René Cóspito.
En la despedida de soltero del músico Santos Lipesker, se subió al escenario a probar si sus chistes funcionaban. Al verlo en acción, Pepe Iglesias "El Zorro" lo convocó para que fuera su compañero en su programa de Radio Splendid y el guionista Julio Porter lo rebautizó con su famoso nombre artístico. A Tato siempre le gustó definirse como un “artista cómico”.
Hizo radio, teatro, cine, y televisión. Pero el reconocimiento nacional le llegó con sus increíbles monólogos políticos, fáciles de aplicar a la actualidad. Arrancó en 1957, en Canal 7, con un ciclo que se llamaba Caras y morisquetas, y aunque el programa fue cambiando de nombre y de emisora hasta su despedida, que fue en 1993 con Good Show por Telefé, siempre se mantuvo fiel a su estilo picante y de humor inteligente. Sus programas estaban compuestos por sketchs, con amplia convocatoria a artistas nacionales, y números musicales. Y, sobre el final, invitaba a comer sus clásicos tallarines a figuras de renombre y políticos.
En los monólogos de Tato colaboraron escritores y guionistas del calibre de Landrú, César Bruto, Jordán de la Cazuela, Aldo Cammarotta, Carlos Abrevaya, Pedro Saborido, Juan Carlos Meza, Jorge Guinzburg, y sus hijos Alejandro y Sebastián Borenztein. Lo que no deja de sorprender, aún hoy, era la increíble capacidad de memorizarlos que tenía, no se perdía ni aburría a su audiencia. Un auténtico showman.
Mauricio "Tato" Borensztein murió el 11 de enero de 1996, a los 70, luego de una larga lucha contra el cáncer. Tato supo entender la política y los políticos como ningún otro analista, y sus monólogos aún persisten en la memoria y en la historia de lo mejor de la televisión argentina.