08 de diciembre, 2019 | 10.00

Raúl Zaffaroni: “En Bolivia se ha dado un golpe de Estado clásico”

El reconocido jurista describió los mecanismos de la guerra jurídica contra la oposición y comparó la ruptura del orden democrático en el vecino país con el derrocamiento de Frondizi, en la Argentina, en 1962

El prestigioso jurista e integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Raúl Zaffaroni, analizó en diálogo con El Destape cómo se instrumentó el Lawfare en la Argentina. Enumeró a los actores que le dieron impulso, describió los mecanismos legales que entraron en juego y vislumbró la forma en que el presidente electo, Alberto Fernández, puede superar esta etapa persecutoria. El ex ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación también le dedicó un pasaje al golpe de Estado en Bolivia, al que comparó con el derrocamiento en nuestro país de Arturo Frondizi, en 1962.

-¿Cuáles fueron los principales elementos que caracterizaron al Lawfare en la Argentina? -le preguntó El Destape a Zaffaroni.

-No fueron muy originales: el poder mediático casi monopolizado, los troll, la insistencia en “se robaron todo”, “dos PBI”, los “bolsos de López”, la clonación de procesos penales, la estigmatización de personas, los comunicadores mercenarios, etc. y, por otro lado, la manipulación de la justicia penal federal de Buenos Aires, la transferencia de jueces, la persecución de otros por el contenido de sus sentencias. Viejas prácticas ahora renovadas con nueva tecnología comunicacional y un descaro total en la afectación de la separación de Poderes del Estado. El reciente libro de Bielsa y Peretti muestra lo mismo hace más de 100 años.

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-¿Qué instrumentos judiciales y legislativos se utilizaron para darle impulso al Lawfare en nuestro país? Pienso en ley del arrepentido, en la llamada “doctrina” Irurzun...

-Los instrumentos utilizados no fueron muy legales que digamos. Si bien lo del arrepentido, como el “agente encubierto”, los considero instituciones premodernas disfrazadas de posmodernas e inconstitucionales, tan antiguas y repudiadas desde el Iluminismo penal del siglo XVIII (cito sólo a Beccaria) a la par de la tortura, no es menos cierto que, al margen de ese juicio, se manipularon de modo inescrupuloso, amenazando con prisiones preventivas arbitrarias, lo que significa una violación flagrante al artículo 18 de la Constitución. Decirle a alguien que si se arrepiente se lo excarcela o, de lo contrario, se lo deja en prisión preventiva efectiva, no es otra cosa que obligarlo de declarar contra sí mismo. La “doctrina” Irurzun no es ninguna “doctrina”, no hay ningún libro ni folleto de derecho que diga algo lejanamente parecido, es un disparate jurídico. En buena hora lo den vuelta legislativamente, aunque vaya a servir para beneficio de los funcionarios macristas, porque no es admisible que a ningún habitante de la Nación, de cualquier lado que estuviese y del color político que fuese, y aunque fuese el peor delincuente, se lo trate arbitrariamente en su libertad personal.

-¿Fueron las mismas herramientas que se aplicaron en la persecución a nivel regional?

-Por razones funcionales no puedo hablar de otros países de la región, pero en general, como dije antes, nada es nuevo y tampoco aquí fueron muy creativos.

-¿Con el cambio de gobierno se puede dar por superada esa etapa o sería una ingenuidad?

-Dar por superada no, pero superarla sí, como parte del esfuerzo que el nuevo gobierno deberá hacer para restaurar las instituciones heridas, el Estado de derecho debilitado y la vuelta a la vigencia plena de la Constitución Nacional y de los más elementales principios democráticos y republicanos como garantía de la seguridad y del honor de todos los habitantes.

- ¿Lo que sucede en Bolivia tiene puntos de contacto con las experiencias del Lawfare en otros países como Brasil y la Argentina?

- Lo que en este momento sucede en Bolivia no tiene mucho que ver con el Lawfare, aunque éste haya desempeñado algún papel previo. En Bolivia se ha dado un golpe de Estado clásico que, en lo formal al menos, es muy parecido al golpe de Estado argentino del 29 de marzo de 1962, cuando los militares derrocaron a Frondizi y lo llevaron preso a la Isla Martín García, que desde entonces se suele llamar YPF, porque allí estuvieron presos Yrigoyen, Perón y Frondizi. Para evitar que Poggi –general golpista- asumiera el gobierno, se lo hicieron asumir a José María Guido, que quedó como títere de una dictadura militar, con enfrentamientos entre los golpistas “azules” y “colorados”. Finalmente triunfaron los “azules” con Onganía a la cabeza, que terminaría derrocando a Illia en 1966. Lo de Bolivia parece ser peor, porque Guido por lo menos era el vicepresidente del Senado y estaba en la línea de sucesión presidencial (el vicepresidente de la Nación había renunciado), pero la senadora que se autoproclama en Bolivia no lo es. De toda forma, Guido se prestó al cierre del Congreso Nacional y a la anulación de las elecciones que se habían celebrado días antes, en que había triunfado el peronismo con diferentes nombres, algo parecido al desconocimiento del triunfo de Evo Morales en Bolivia. La duda en Bolivia era si debía o no irse a un balotaje, pero que ganó Evo nadie lo puso en duda, el informe de la OEA no lo niega.