Qué está pasando en Ecuador: ajuste del FMI y rebelión popular

Un ajuste que disparó el precio de la nafta y el transporte público colmó la paciencia de la sociedad ecuatoriana, que tiene a Argentina como el ejemplo de lo que no hay que hacer. 

08 de octubre, 2019 | 11.28

El presidente Lenin Moreno trasladó la sede de gobierno a Guayaquil. Mañana confluye la marcha federal indígena en Quito y comienza un paro total de actividades. Los manifestantes reparten panfletos con la siguiente leyenda: “No dejes que nos convierten en Argentina”

El presidente Lenin Moreno fugó la administración política de su gobierno a Guayaquil, la capital económica del país y sede de las elites empresariales opositoras al ex Jefe de Estado Rafael Correa. Moreno tomó la decisión de abandonar y ordenar el desalojo del Palacio Carandolet el lunes por la noche. El tamaño portentoso de las columnas de la central indígena CONAIE que arribaban en ese momento a Quito desde diferentes puntos del país precipitaron el traslado del Ejecutivo. El mandatario comprometido con las medidas de recorte promovidas por el FMI busca no estar presente mañana en la capital del país cuando se desarrolle la jornada de protesta nacional.

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El presidente justificó su decisión en una conferencia en la cual aseguró que tanto Correa, como el ex Canciller Ricardo Patiño –exiliado en México por una persecución judicial similar a la padecida por el líder de Alianza País- y el Jefe de Estado venezolano Nicolás Maduro eran los “autores intelectuales” de los “actos vandálicos” que teñían de violencia a Quito. Lenin Moreno transmitió su alocución desde Guayaquil, una ciudad portuaria, la más rica del país, bañada por las aguas del Pacífico. Esa orientación geopolítica y su báscula económica envalentonaron a la clase política local y a sus cámaras empresariales a proponer un proyecto secesionista durante la administración de Correa para acoplar Guayaquil al eje conformado por Chile, Perú y Colombia. Ese brote autonomista finalmente fracasó. Sin embargo, ahí siguen residiendo los actores políticos y económicos anticorreístas más granados.

Lenin Moreno militarizó Quito con el patrullaje de tanquetas del Ejército para intentar contener el avance de una movilización nacional que promete desbordar mañana la capital nacional. Guayaquil, como Santa Cruz de la Sierra en Bolivia,  San Pablo en Brasil, o la ciudad de Buenos Aires durante las tres últimas gestiones del PRO, funcionan como el enclave territorial ordenador de los proyectos políticos neoliberales.

Con ese escenario de fondo, y escoltado por las Fuerzas Armadas y el auxilio de la élite ecuatoriana, Lenin Moreno aseguró el lunes por la noche no retroceder en las reformas económicas prometidas ante el Directorio del Fondo Monetario Internacional en pos de conseguir el giro de 4200 millones de dólares prometidos por el organismo internacional. Mientras tanto, en Quito, mientras Moreno hablaba por televisión, las organizaciones sociales regaban las calles adoquinadas y angostas de la histórica ciudad con panfletos que equiparaban el ajuste de Moreno con el de Mauricio Macri: “No dejes que nos convierten en Argentina”.

En el Fondo son buitres

El ajuste público ordenado por Lenin Moreno detonó la reacción popular porque forzó un aumento considerable del precio de combustibles. Tras el recorte fiscal y su consecuente quita de subsidios a la nafta la tarifa del litro de gasoil comenzó a cotizar por encima de los dos dólares en Ecuador. De esa manera, desde esta semana, el arancel del transporte público en Quito sufrió una suba de hasta el 30%. A modo de ejemplo, un ciudadano que decide trasladarse a la ciudad de Loja desde la terminal de Quitumbe, al sur de Quito, debe pagar ahora 24 dólares ecuatorianos, cuando antes abonaba 21. “Es el colmo, todo sube y los sueldos siguen igual”, se quejó la ciudadana Clara Morán en declaraciones al diario El Telegráfo.

El descalabro del gobierno de Ecuador no se agota en la suba de los tickets de colectivos. El paro de actividades llevado a cabo por el FUT (Frente Unitario de Trabajadores) y los piquetes desarrollados por la CONAIE en el interior de país ha logrado paralizar el país: en muchas regiones está suspendido el dictado de clases. Además se han propagado acciones de saqueo, incluso a empresas lácteas como Parmalat ante la carestía ciudadana en el acceso a los alimentos básicos. Es más, sectores de la CONAIE aseguran haber retenido “a 50 miembros policiales” para obligar al gobierno a dar marcha atrás con la represión.

Lenin Moreno aceleró en los últimos meses su fractura con el correísmo y su apego al gobierno de Estados Unidos y a los planes del FMI. En marzo comenzó aplicando una serie de reformas ordenadas por el Fondo, dos meses más tarde revocó la solicitud de extradición cedida al activista Julián Assange. Por último, días atrás, Lenin Moreno ordenó desalojar la sede administrativa de la UNASUR, que fue construida por Correa en el extrarradio de Quito. Esa medida implicó el retiro de la estatua de bronce del primer Secretario General del organismo integracionista, el ex presidente Néstor Kirchner. El busto de Kirchner yace en un depósito de la burocracia administrativa. La persona que ordenó esa acción está recluida y en fuga.

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