“Esperá que me vaya de la Argentina para publicar esto”, bromea el escritor Olivier Guez luego de revelar a El Destape que el presidente Juan Domingo Perón tuvo casi nulas posibilidades de saber que en un barco lleno de alemanes venía a la Argentina Josef Mengele, el médico genocida de Auschwitz acusado de torturas, asesinatos y experimentación con víctimas judías en la Segunda Guerra Mundial. El autor francés está de gira en la Argentina para presentar La desaparición de Josef Mengele (Tusquets), nonfiction que revela el oscuro escape del nazi por América Latina.
“La Argentina y Paraguay se diferencian en este punto. Mengele arriba a la Argentina entre miles y miles de nazis a finales de los años 40. Entonces Perón no creo que pueda tener la ficha del nombre real de Mengele y que tenga el dato que fue médico en Auschwitz”, afirma el autor.
-¿Cuáles fueron los datos sobre Mengele que más lo sorprendieron en la ardua investigación sobre la vida del genocida?
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-Hay varias. La primera es el apoyo financiero de la familia Mengele durante estos 30 años en que el nazi escapó por Latianomérica. Esa fue la clave de su desaparición en América Latina y nunca creí que fuera de esa magnitud. Además hay que decir que a Mengele sólo se lo buscó intensamente tres años de los 30 que escapó. Lo segundo que me sorprendió mucho fue la mediocridad del personaje que era profundamente narcisista.
-¿Por qué una persona mediocre se convierte en un asesino despiadado?
-El mundo no operó para frenarlo. No hace falta ser un genio para ser un criminal. El caso de Mengele es muy interesante para entender el nazismo: era un tipo sin cualidades que de repente se encontró frente a un sistema que le permitió cometer estas locuras. Todo lo que hace Mengele en Auschwitz era legal en la época nazi. Él formó parte de la cadena de la medicina alemana de los años treinta y uno cree que Mengele es una tarado que jugaba con los cuerpos cuando en realidad formaba parte de un sistema loco, pero legal.
-En su libro cuenta que Perón y Stroessner protegieron a Mengele en su estadía en Argentina y Paraguay, ¿cuál cree que fueron las razones políticas que lo llevaron a los Presidentes a aceptarlo?
-La Argentina y Paraguay se diferencian en este punto. Mengele arriba a la Argentina entre miles y miles de nazis a finales de los años 40. Entonces Perón no creo que pueda tener la ficha del nombre real de Mengele y que tenga el dato que fue médico en Auschwitz. Llegó con el apoyo económico de su familia y además cuando en los años 40 nadie está buscando a Mengele, que tenía documentación falsa con el nombre de Helmut Gregor. Paraguay es distinto: allí sí había demandas reales que pedían a la Presidencia que se entregue a Mengele. Hay un agravante: cuando Mengele ya no estaba en territorio paraguayo, Stroessner comenzó a divertirse con Alemania del Oeste y a chantajear a las comunidades alemanas de Paraguay. Argentina y Paraguay son países muy distintos en momentos muy distintos.
-¿Por qué Perón y Stroessner reciben a nazis?
-Después de la Segunda Guerra Mundial, Perón tiene una gran visión geopolítica respecto a la Argentina. Está convencido de que Estados Unidos y la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se van a destruir en una guerra nuclear. En el caso de una tercera guerra, la Argentina puede ser una gran potencia, pero para serlo necesitaba desarrollo tecnológico, médico, militar. Pero la Argentina no tenía pilotos, ingenieros, médicos y entró en un dilema: o tardaba 20 años en formarlos o los iba a buscar al mundo. Perón decidió traerlos de Alemania en medio de la Guerra Fría que es esencial para entender este período.
-En una parte de su libro, usted se mete en el pensamiento de Mengele quien afirma que empresas como “Bayer y Mercedes Benz se beneficiaron con el nazismo” mientras él es perseguido por sus crímenes. ¿Cree que las empresas vinculadas al nazismo debieron recibir una condena?
-Las grandes empresas alemanas acompañaron el nazismo. Aprovecharon el nazismo y estas empresas después de la guerra continuaron las actividades. Estas grandes empresas en Sudamérica y en Alemania utilizaron a personas que provenían del nazismo. Hay una continuidad de la persona moral a nivel empresarial.
-Pero ¿usted cree que debieron ser juzgadas?
-Nunca vi a una empresa siendo juzgada siendo una persona moral. Quizás se hubiera debido hacer, pero ahora ya proscribió. En realidad en aquel momento, en los años 50, era algo impensable enjuiciar a esas empresas. Quise narrar esta historia desde aquella época.