Galeano nació en Montevideo, en 1940, hijo de Eduardo Hughes Roosen y Licia Esther Galeano Muñoz, de quien tomó el apellido para su nombre artístico y tuvo diversos oficios en su juventud como obrero, pintor, mecánografo, entre otros.
Sus inicios periodísticos fueron, como no podía ser de otra manera, en un semanario socialista: El Sol, en donde publicó caricaturas políticas que firmaba como Gius.
En 1960, con apenas 20 años, continuó su carrera como editor de Marcha, un semanario en el que escribían Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti y Roberto Fernández Retamar, entre otros y luego editó durante dos años el diario Época.
Siendo muy joven, fue becado para estudiar en París y allí el general Juan Domingo Perón, quien estaba en su exilio español, pidió conocerlo. Mediante un amigo en común, el encuentro se hizo carne y Perón lo estaba esperando en Madrid, donde Galeano aplicó su instinto periodista para preguntarle por qué no buscaba más protagonismo. La respuesta fue contundente: "El prestigio de Dios está en que se hace ver muy poco".
Años después, cuando falleció Eva Perón, la recordó con su famoso "Viva el cáncer", una obra irónica para criticar a todos los antiperonistas que festejaron lo sucedido.
En 1971 publicó el libro por el cual hoy lo llora medio continente, Las venas abiertas de América Latina, un ensayo sobre la historia de Latinoamáerica de modo global desde la colonziación europea de América hasta la Amércia contemporánea y la relación del continente con los Estados imperialistas como Estados Unidos y Reino Unido. Por esta obra, recibió mención honorífica del Premio Casa de las Américas. En 2009, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, le regaló a Barack Obama el libro.
El 27 de junio de 1973 su país de origen, Uruguay, no quedó exento de las dictaduras de la época: Juan María Bordaberry, al igual que en Argentina Videla y tantos otros en el resto de América Latina, comenzó un gobierno de facto en donde los escritores y periodistas de izquierda no eran bienvenidos.
Éste fue el caso de Eduardo Galeano, quien fue encarcelado, obligado al exilio y, de más está decir, censurado por su libro Las Venas Abiertas de América Latina (censura que llegó a Argentina y Chile los años siguientes).
En ese momento, se mudó a Argentina (donde todavía no estaba el gobierno de facto en el poder) y fundó la revista cultural Crisis, que hizo "para promover la cultura de una manera no tradicional, promoverla como una forma de comunicación" y que terminó porque "la crisis económica se llevó por delante a la revista y se hizo insostenible seguir adelante porque el precio del papel impreso no compensaba el costo del papel desnudo", según aseguró años después en una entrevista a Revista Ñ.
Sin embargo, tras el golpe de facto de Rafael Videla en 1976, se exilió en España porque ya no era bienvenido en un país donde "izquierda" era mala palabra.
En las listas negras de la dictadura cívico-militar, difundidas el año pasado por el Ministerio de Defensa de la Nación, Galeano era considerado -junto a Cortázar, Tomás Eloy Martínez, Osvaldo Bayer y muchos otros- uno de los "fórmula 4" que, para los militares, quería decir "máxima peligrosidad" o, en otras palabras, "se recomienda el exilio", cuanto mínimo.
Recién en 1985, el periodista regresó a Uruguay cuando asumió el poder democráticamente Julio María Sanguinetti y el escritor aprovechó la democracia para fundar y dirigir su propia editorial (El Chachito).
Años después fue distinguido en México por su vida "de congruencia y compromiso" y bajo su eterno lema "somos la historia que vivimos", demostró en su discurso en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento de Ciudad de México que todo lo vivido sólo lo hizo más fuerte y declaró: "Maldita sea la exitosa dictadura del miedo que nos obliga a creer que la realidad es intocable y la solidaridad una enfermedad mortal".
En cuanto a la realidad del continente de los últimos años, Galeano no se alejó de su eterna línea histórica y defendió al kirchnerismo en Argentina y al Pepe Mujica en Uruguay, tanto así como a Chávez, "ese eterno dictador" en Venezuela.
"Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores, ningún fuego es igual a otro fuego. Algunos fuegos bobos no alumbran ni queman, pero otros fuegos arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear y quien se acerca, se enciende. Néstor Kirchner será un fuego difícil de apagar", decía sobre el ex presidente.
De todas maneras, siempre mantuvo su espíritu crítico. En Uruguay, cuando las papeleras fueron el tema del momento, criticó al gobierno de Tabaré Vázquez por "traicionar a la voluntar popular" al no respetar un plebiscito donde se votó a favor de considerar el agua como un bien público.
En Argentina, al ser invitado por la UNCuyo a Mendoza para entregarle el doctorado Honoris Causa, el escritor ofreció una breve charla en el Centro de Información y Comunicación (Cicunc) donde criticó la megaminería y defendió el medio ambiente.
En 2011, acampó junto a los "indignados" en España donde defendió la protesta y aseguró que la neutralidad no existe: "El mundo se divide sobretodo entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiére o puede estar...", su frase que se viralizó por aquel año.
Hoy, a los 74 años, unas cuantas vueltas al sol y muchos partidos de su gran amor -el Club Nacional de Footbal-, se apagó un fuego muy difícil de sofocar, uno que decía que si se "caía era porque estaba caminando, y caminar vale la pena aunque te caigas". Uno al que sólo se le puede decir: Gracias por caminar.
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