Te lo habían vendido como que era el tenedor libre de las comunicaciones: que vos entrabas y podías mezclar el matambre con rusa con el chop suey de camarones. Que podías bajarte 3 chorizos y 2 panqueques de dulce de leche. Que podías bajarte la app que te cuenta cuántas calorías te aporta morfarte ese plato de ravioles con ensalada de tofu... y cuando fuiste a pagar, te diste cuenta que no era un tenedor libre, sino que era a la carta... pero que además, el precio lo ponían ellos.
Eso pasó con las compañías de telefonía celular que te vendían un mundo "ilimitado". Ilimitado, sí, pero para ellos: ellos son los que no tienen límites y hacen lo que se les canta. Ellos son los que venden más líneas de las que soporta el sistema y después, cuando te quejás porque no podés hablar, te dicen: "¿Y qué pretenden, con esta tarifa?". Pero en los avisos publicitarios no te dicen: "Nuestra compañía es la más cool, la mejor y la más saturada". No. Te invitan a ser parte de un mundo maravilloso, donde las y los modelos modelos viven sonriendo, bailando y cantando.
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La única vez que tuve ganas de bailar y cantar fue cuando logré cambiar de empresa de telefonía móvil. El plan que tenía no me convencía: se llamaba plan "arriba las manos". Ahora tengo otra compañía y otro plan: "Aunque la tengas en débito automático, revisá la factura". Y si hablás con tus amistades -en persona, no por celular- acerca de lo malo que es el servicio de tu compañía, la respuesta es unánime: "son todas iguales". (Frase aplicable también a bancos, supermercados, médicos, cuñados y suegras).
Y cada día se venden más celulares, porque ahora tenemos lo que se llama "teléfonos inteligentes". Yo no los llamaría inteligentes. Yo los llamaría "pícaros" o "avivados": porque esa inteligencia la usan para... ¡sacarte la plata!
De hecho, yo pienso que el famoso "i-phone" debería tener otro nombre. Bastaría con sacarle la "h" y te queda: i-pone. I pone plata, i pone plata, y no habla nadie, y no navega nadie.
Y así, aunque tengas el mejor teléfono te seguís comunicando como el i-tujes. Pero las compañías insisten en venderte la utopía comunicacional. Mirá este lindo comercial de Claro:
¿Viste? ¡Nadie habla por teléfono! Y para no ser injustos, metamos también a Personal:
Oh, casualidad... acá tampoco habla nadie. Lealtad comercial ilimitada: de hablar, ¡olvidate!
Lógicamente, la tecnología celular hoy va mucho más allá de una conversación telefónica. Y lo que te quieren vender es "una experiencia". Que, si mirás los avisos, nunca está relacionada con el laburo o con la productividad, sino más bien con la estupidez con B larga. Pero ese es otro tema.
Y una reflexión final: ¡cómo cambian los tiempos! Cuando yo era chico, la palabra "celular" significaba otra cosa: el celular era el vehículo con el que la policía se llevaba a los chorros. Ahora sos vos el que los lleva a todos lados... con tu celular.