El domingo a la noche, cuando los primeros resultados oficiales empezaban a conocerse, apareció la lectura de una “remontada”. De hecho, había sucedido: el gobierno de Mauricio Macri, que en las PASO había sacado 32%, ahora conseguía hacerse con el 40% de los votos. Descontó puntos que logró sumar de otras fuerzas políticas y especialmente de nuevos votantes que no participaron de las PASO.
Claro que para hablar de “remontada” necesitamos saber desde qué punto partimos. Elegir contar la historia de las elecciones del 27 de octubre como si hubieran comenzado el 14 de agosto es una forma legítima de hacerlo: siempre y cuando sepamos que es una forma y que existen otras. No es que existan sólo interpretaciones y no haya hechos: pero sí es cierto que, como todo fenómeno social, la forma de interpretarlo y leerlo involucra percepciones que también contribuyen a construirlo como tal.
Se puede elegir contar la historia de las elecciones del 27 de octubre desde la disputa entre un oficialismo y una oposición en un país latinoamericano. A lo largo de la historia del continente, solamente dos presidentes democráticos en ejercicio habían intentado su reelección y la perdieron: Daniel Ortega en Nicaragua en 1992 e Hipólito Mejía en República Dominicana en 2004. Todos los presidentes restantes de la región siguieron alguno de estos caminos: no terminaron su mandato; no volvieron a candidatearse (por restricción constitucional o decisión propia); o intentaron reelegir y lo consiguieron. Así reeligieron presidentes de todo el espectro ideológico en países y contextos diversos: Fernando Henrique Cardoso y Lula en Brasil; Chávez en Venezuela; Evo Morales en Bolivia; Uribe y Santos en Colombia; y hasta Fujimori en Perú. En Argentina, Juan Domingo Perón consiguió su reelección en 1951, Carlos Menem en 1995 y Cristina Kirchner en 2011. Así, Macri es el primer presidente argentino que busca su primera reelección consecutiva y no la consigue. No es un fenómeno latinoamericano: según datos de Przeworski(1) entre 1788 y 2008 se realizaron en el mundo 2949 elecciones: en el 79% de ellas el oficialismo en ejercicio consiguió la reelección.
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Se puede elegir como punto de partida otra fecha al azar: elijamos cualquier día anterior al 18 de mayo de 2019, cuando Cristina Kirchner anunció que acompañaría a Alberto Fernández en una fórmula. Hasta ese día, el gobierno de Mauricio Macri confiaba en que en cualquier escenario era capaz de derrotar a la ex presidenta Kirchner en una segunda vuelta. Desde el día que anunció su candidatura como vicepresidenta, el oficialismo no pudo salir de la estrategia de confrontar con Cristina: fue el primer mensaje de Marcos Peña sobre el tema (“Cristina Kirchner es la verdadera candidata”) y el reclamo de Juntos por el Cambio hasta la semana pasada, “que Cristina aparezca”.
Parados sobre ese diagnóstico del escenario por venir, el oficialismo que encabezó Mauricio Macri subió sus expectativas, especialmente tras la victoria en octubre de 2017. Desde allí se aventuraron hipótesis como la inevitabilidad de la triple reelección en 2019 (CABA, PBA y Nación) y la suma de gobernaciones que pasarían del peronismo a Cambiemos, hasta la pregunta acerca del surgimiento de una nueva hegemonía que volvería marginal al macrismo. Si a la remontada la miramos desde esta perspectiva más que una remontada es una barranca abajo. El macrismo no sólo no logró expandirse sino que fracasó en el objetivo básico de todo proyecto político en todo lugar y momento: sostenerse en el poder. Cualquier lectura sobre las ventajas que el resultado del 27 de octubre le brindan a Macri en su rol de oposición debe tener en claro que estos son, para cualquier proyecto político, los objetivos secundarios después de no poder conseguir el principal. Eso no quita que pueda analizarse cómo se va a configurar el escenario opositor tras el 11 de diciembre, una variable importante para una democracia consolidada y en funcionamiento como lo es la argentina.
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En términos simples, menos analíticos y más imaginativos: volvamos a cualquier día anterior al 16 de mayo de 2019 y “contémosle” a un ciudadano o ciudadana argentina que el gobierno de Macri perdería las elecciones presidenciales en primera vuelta contra la oposición e imaginemos la reacción.
Por eso importa tanto, antes de cualquier análisis, establecer el escenario temporal que se va a mirar. Desde el punto de vista de las PASO la elección de Mauricio Macri aparece como una “recuperación” de votos. En cambio, desde el punto de vista de un proyecto político nacional que comenzó en el 2015 las elecciones del 27 de octubre de 2019 significan el cierre de una etapa que terminó muy por debajo de sus propias expectativas. El proyecto político encabezado por Mauricio Macri puede consolidarse como oposición o no, volver un día al gobierno o no, eso lo dirá el tiempo. Pero su primer intento como fuerza nacional terminó en una derrota que ni el más optimista de los opositores aventuraba allá por diciembre de 2015.
(1)¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones?, Adam Przeworski.