El presidente Alberto Fernández un par de semanas atrás, en Campo de Mayo, ante un grupo de militares que partía en una misión de paz hacia Chipre, afirmó que “toda la Argentina debe dar vuelta una página, una página que nos distanció mucho tiempo por la inconducta de algunos". Palabras que inmediatamente causaron en las redes sociales un estallido de fuegos verbales, acusaciones cruzadas y algunas desconfianzas.
¿Por qué el presidente se manifestó de ese modo, cuando los actos de su gobierno van en contra de dar vuelta la página? Se designó en la Secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Horacio Pietragalla, hijo de desaparecidos, el aumento del presupuesto de la ex ESMA, el mensaje a las Madres y las Abuelas, expresándoles que siempre tendrán las puertas abiertas para la interlocución, y la afirmación, en el reciente encuentro con Nora Cortiñas, que los delitos del terrorismo de Estado cometidos por los militares no deberían ser objeto de ningún beneficio, tales como el 2x1 o la prisión domiciliaria.
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El discurso de asunción del presidente, el 10 de diciembre de 2019 en la Cámara de Diputados, permite extraer alguna orientación para descifrar lo que se presenta como una contradicción: dar vuelta la página y los actos del nuevo gobierno a favor de la Memoria, la Verdad y la Justicia. En su discurso inaugural, Alberto Fernández afirmó que continuará la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia asumiendo la obligación de imperativos irrevocables en la defensa del Estado de Derecho, como resolver el enfrentamiento histórico entre FFAA y pueblo. “Siento que expreso a una generación que llega en esta hora al poder para tomar la decisión de saldar un enfrentamiento histórico entre FFAA y pueblo”, afirmó.
El presidente abrió una zona muy delicada y sensible, en la que “dar vuelta la página” no fue una expresión apropiada.
Alberto Fernández, ubicado como agente de la unidad del peronismo y del Frente de Tod@s, intenta hacerse cargo de un desafío fundamental para la salud democrática: lograr “una Argentina unida que reconstruya vínculos sociales” resolviendo los “grandes muros que tenemos que superar para poner al país de pie”, “muros del rencor y del odio”, sin abandonar la lucha por la Memoria la Verdad y la Justicia.
El presidente abrió una zona muy delicada y sensible, en la que “dar vuelta la página” no fue una expresión apropiada, de ahí que él mismo decidió pedir disculpas. Más allá de la controvertida frase que evoca fantasmas que quedaron sepultados durante el kirchnerismo, hay un llamado al pueblo y a las instituciones para comenzar a pensar y realizar intervenciones para recomponer el vínculo entre el pueblo y las FFAA. Lograr que esas fuerzas estén al servicio de los intereses populares, de la patria y “nunca más” del lado del poder neoliberal.
Así lo entendieron Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, que se manifestaron inmediatamente respaldando al presidente. Hebe afirmó que "nada tienen que ver con la dictadura, ya que están integradas por personas que nacieron hace 20, 25, 35 años…. Son nuevas, renovadas, que crearon Néstor, Cristina y Nilda Garré con su modificación de los planes de estudio y formación militar". Por su parte Estela de Carlotto afirmó que el Presidente "no debería haber pedido perdón" porque "dar vuelta la página" fue una frase que usó Alberto Fernández "para alentar a los jóvenes militares que van a dar el cuerpo en otro país".
Más allá de la inapropiada frase, el planteo del Presidente abre un problema que debemos enfrentar: después de transcurridos 37 años de democracia es imprescindible, sin abandonar el trabajo de memoria verdad y justicia, recomponer el vínculo con las FFAA sabiendo que fue una institución comprometida con el terror del plan sistemático de exterminio.
Después de transcurridos 37 años de democracia es imprescindible, sin abandonar el trabajo de memoria verdad y justicia, recomponer el vínculo con las FF.AA.
Surgen preguntas y un llamado a la inteligencia popular para que sea capaz de desplegar estas tensiones, estando a la altura de las circunstancias y teniendo en cuenta el contexto regional. Latinoamérica está atravesada por dos modelos en disputa, democracias populares y neoliberalismo, y las FFAA vuelven a ser potenciales eslabones importantes para los golpes de estado. Un continente en crisis, donde una nueva y penumbrosa escena del presente despierta el peor imaginario del pasado, se torna poco favorable para la tarea de recomposición del vínculo con las FFAA pero, paradójicamente, es un momento imperioso para conseguir la pacificación con esa fuerza, sin abandonar la lucha por la Verdad, la Memoria y la Justicia. Estamos ante un atolladero y es necesario aproximar alguna inteligibilidad.
La históricamente golpeada democracia argentina precisa fortalecerse sentando bases sólidas y estables. Lograr una pacificación con esas fuerzas permitirá terminar con la maldición del presente invadido por el retorno mortífero del pasado. Recomponer el vínculo con las FFAA para que no jueguen más como enemigas del pueblo, sino que sean una trinchera democrática, sin que el terrorismo de estado quede negado. Dar vuelta la página no conduce al esperado efecto de pacificación, sino que despierta fantasmas amenazantes y dolorosos que estaban siendo superados. Habrá que ensayar estrategias de una política reinventora de los lazos simbólicos entre FF.AA. y pueblo.
Será necesario dar una amplia batalla cultural, incluyendo una disputa por la sensibilidad que logre erradicar las fijaciones de odio y la hipótesis del enemigo interno, instalada a partir de la dictadura del 76 y reforzada durante el macrismo. Tendremos que realizar una batalla educativa que instale en el interior de las FFAA una memoria crítica sobre lo actuado durante el terrorismo de estado, que permita un renacer de políticas democráticas nuevas. Habrá que cambiar planes de estudio, incluir materias humanísticas como ética y ciudadanía, disciplinas artísticas y de formación en género, que logren tocar la sensibilidad y que vayan en contra de la negación y de toda forma de violencia.
Es necesario recomponer el campo social en el más amplio sentido, dando un combate por otros imaginarios sobre esa realidad. Se trata de una apuesta política emancipatoria que tendrá que proyectarse a partir de una ética innegociable con la verdad.