Si pensamos en el nombre Walt Disney las primeras imágenes que se nos viene a la cabeza provienen de la infinidad de clásicos y personajes que nos acompañaron en diferentes etapas de la vida. A pocos se les ocurriría vincular al creador de sueños número uno, referente de tantísimos animadores,con el nazismo. Lo cierto es que hay pruebas documentales que exponen una mirada muy diferente del simpático padre de Mickey Mouse y de la sospechosa carga ideológica en algunas producciones. Walt Disney, ¿el nazi menos pensado?
El rumor se originó -y se sostiene hasta la actualidad- con la publicación de la autobiografía de Disney, escrita por Marc Eliot y titulada "Walt Disney: El príncipe negro de Hollywood", que recopila un cuantioso número de documentos originales del FBI para respaldar su creencia, a contra corriente de la imagen construida por el marketing: Walt Disney era un nazi anticomunista. Para Eliot, esta afirmación se sostiene en pruebas que muestran al magnate como informador para J. Edgar Hoover, director del FBI. Además, se dedicaba a denunciar a militantes comunistas que trabajan dentro del sector del cine. El libro sitúa a Disney como miembro del FBI desde 1940 hasta su muerte, en 1966.
Walt Disney no solo se puso al servicio del FBI sino que permitió a Hoover censurar algunos de los guiones de películas menores del estudio. Esta relación tóxica se extiende hasta 1964, cuando Disney es nombrado agente especial a cargo de contactos, un trabajo por el que ofrecía información y servicios como permitir la entrada gratis a Disneylandia a los agentes del FBI y a sus familias. Disney, que fue presidente de la Asociación para la Preservación de los Ideales Norteamericanos, compartió su ocupación de informador para el FBI con el entonces presidente de la Asociación de Actores, Ronald Reagan. Según el autor de la biografía tan cuestionada, Disney fue un instrumento propagandístico eficaz al servicio del poder y la ideología de turno.
Otro de los motivos por los que se tildó a Diney de nazi viene con la acusación de un antiguo trabajador de la compañía, Arthur Babbit, que, según declaraciones, afirmó que el creador de Blancanieves asistía a mítines pronazis durante la década de los años 30. Muchos han sido los que han descalificado a Babbit, afirmando que era un judío enfrentado con el animador. Estos mismos defensores niegan que éste fuera un informador del FBI.
Una de las cosas que más llama la atención fue la actitud tomada por el estudio en los años de la Segunda Guerra Mundial, con la salida de algunos cortometrajes en favor del ejército norteamericano y en contra del nazismo alemán. En"'Education for Death: The making of the nazi", por ejemplo, podemos ver la historia de un niño, Hans, quien es alumno de una escuela de las juventudes hitlerianas por su raza aria. A medida que pasa el tiempo, el niño y sus compañeros de clase van perdiendo paulatinamente esa inocencia infantil y acabarán siendo soldados despiadados con sed de muerte. Durante el corto podemos ver la versión nazi de La Bella Durmiente, donde la malvada representa a la Democracia, Aurora es Alemania y el príncipe es el mismo Hitler. Este corto fue dirigido por Clyde Geronimi, autor de La Cenicienta y Alicia en el país de las maravillas.
Otro exponente que reafirma la idea de Disney como un instrumento propagandístico fue "El rostro del Führer" (1943), donde el Pato Donald tiene una terrible pesadilla: Soñaba que era un trabajador de una fábrica en la Alemania nazi. Lo cierto es que el misterio en torno a la figura de Walt Disney sigue intacto y las aguas divididas no contribuyen a esclarecer la verdadera identidad del jefe del imperio más importante del cine de animación.