En esta era, el mero hecho de que un país se encuentre altamente bancarizado refleja una evolución económica. Pero resulta imprescindible que esta bancarización cuente con una verdadera inclusión financiera, implementación de medios de pago, etc.
¿A qué nos referimos con esto? Seguí leyendo. Primero que nada: ¿Sabes qué significa la bancarización? Esta palabra corresponde al grado o tamaño del sistema bancario y su relación con la población.
El Banco Central de Argentina define la bancarización como el acceso y utilización de los servicios financieros en general y bancarios en particular. Esta incluye, además, el acceso masificado a los servicios bancarios por parte de las personas y sin distingo.
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La idea es que la mayoría del país cuente con un sistema moderno en términos bancarios, pero ¿de qué manera? Descubrilo a continuación.
Argentina bancarizada
Es inminente que existan las condiciones para la disponibilidad y capacidad de adquirir bienes y servicios mediante la banca online, acceso a créditos personales y también dirigidos a Pymes, entre otros.
Es decir que además de los productos de ahorro y crédito, la población pueda acceder en un sistema inclusivo a otros más complejos. Recordá que el nivel de bancarización señala la magnitud que los bancos poseen dentro de la economía.
Ahora bien, ¿cuál es el nivel actual de bancarización dentro del territorio nacional? Argentina es un País que sigue usando el dinero en efectivo como pocos, por ende, es muy bajo el nivel de utilización del plástico sea en modalidad crédito, sea en modo débito.
Este hecho refleja la escasa utilización de medios de pago electrónicos dentro de un ambiente financiero avanzado. También vemos que en nuestro País las empresas, en especial las PYMES, tienen muy baja o nula relación con el sistema bancario. Ni que hablar de los negocios de cercanía o cuentapropistas que rara vez pisan un banco.
Más adelante analizaremos alguna razones del fenómeno, por ahora quiero resaltar que esta situación ha generado diversos inconvenientes en este tiempo de Pandemias. Quiero, solo como ejemplo, citar dos traumas que servirán como muestra.
Oportunidad en época de pandemia
Ciertamente, el COVID-19 ha cambiado la vida de manera trascendental, desde costumbres o rutinas personales hasta la economía a escala mundial. Esto ha logrado desencadenar diversas situaciones. ¡Acá te relatamos dos eventos desafortunados!
Caso 1: Viernes negro para jubilados.
Mientras en Argentina se transita una de las cuarentenas más rígidas del mundo, en respuesta al coronavirus, el viernes 3 de abril de 2020 se pudo observar, un espectáculo dantesco.
En esta ocasión, miles de jubilados y demás beneficiarios de planes sociales, se agolpaban en los bancos para poder hacerse de unos billetes.
Acá no intento buscar responsables del hecho, simplemente quiero afirmar que esto no hubiera sido necesario si nuestros jubilados tuvieran más costumbre de usar la tarjeta. Es decir, si los jubilados contaran con medios de pago más eficientes, prácticos y avanzados dentro de un entorno tecnológico bancarizado. Sea para comprar con débito en el almacén o en el hipermercado, sea para pagar diversas cuentas a través del débito.
La realidad nos muestra que son muy pocos los jubilados que operan así, con suerte un grupo importante va a extraer fondos al cajero, y otro grupo también grande, ni siquiera sabe usar el cajero.
Conclusión, se vieron obligados a salir de sus casas a cobrar sus ingresos, en muchos casos haciendo colas en cajeros automáticos, y en tantos otros, para ser atendidos por un cajero que detrás del mostrador, también se exponía al virus para cumplir el vetusto trámite de entregar billetes.
Tarjetas de débito, tarjetas de crédito, el comercio electrónico en diversos dispositivos móviles, así como el acceso a la banca online y más, representan instrumentos útiles además del dinero en efectivo.
Caso 2: Asistencia de Bancos para que las Pymes paguen sueldos.
Atento a que la economía se paró, con buen criterio el Estado determinó que los bancos salgan a prestar a las empresas una nómina salarial a la tasa del 24 por ciento. Más allá de dimes y diretes, lo cierto es que son menos las empresas que han accedido al crédito que aquellas que aún esperan.
A poco de profundizar, y sin ánimo de defender a los Bancos, que son especialistas en espantar clientes, lo cierto es que una gran cantidad de Pymes hace mucho que no se acercan a un banco, ya que no son sujetos de crédito, no tienen sus carpetas ni al mínimo armadas, y en algunos casos, todavía siguen pagando sueldos en efectivo y no de forma bancarizada.
Esta es una realidad, y la consecuencia, es que hoy esas Pymes no tienen relación o vínculo con Banco alguno, o esa relación se limita a el mero giro de una Cuenta Corriente para emitir y depositar de tanto en tanto cheques.
Resulta obvio que hasta las Pymes requieren atención en lo que respecta a productos financieros modernos, medios de pago diversos para solventar diferentes situaciones, entre otros.
La idea del Estado de que los Bancos den créditos para sueldos es contrastante con esta realidad, que sumadas a otras, hace que un puñado de empresas con gimnasia bancaria sean las únicas que han accedido al crédito o lo tienen cerca.
Ahora, ¿por qué estamos así?
Y varias serán las causas.
En el caso de los jubilados puede ser su edad y su poco apego a las nuevas tecnologías, en el caso de las Pymes su pérdida de interés por trabajar con bancos caros y difíciles en el trato, y todo en un innegable marco donde la Informalidad y el negocio en negro es una realidad bien típica en este País.
Claro que hay muchas más causas y razones, los Bancos espantan con sus costos extras y comisiones, también con sus tasas, y no olvidemos que el Estado, en el Gobierno anterior, homologaba tasas del 75 por ciento. Ciertamente nadie podía ni quería pasar por el Banco.
La Pandemia muestra que esto no puede seguir así, que andar retirando billetes en colas hacinadas no es sano para nuestros abuelos, que las Pymes si no están dentro del sistema bancario y con un negocio formal se quedan fuera de los beneficios, y que el estado ve pasar gran parte de la economía en la más absoluta informalidad sin cobrar un solo impuesto...
Superada la Pandemia, Argentina debe hacer un enorme esfuerzo para que su economía sea más formal, que se use cada ves más los medios de pagos electrónicos, y menos el efectivo. Para que los bancos sean más amigables, y convenientes para los clientes, y que los clientes también operen dentro de la formalidad.
Para ellos se deben trazar algunos pasos indispensables y posibles.
¿Qué se debe hacer?
Habrá que capacitar a nuestros jubilados para que sepan usar el plástico y todos los medios on line. Es importante quebrar la brecha tecnológica existente desde hace décadas, es decir, minimizar la desinformación o falta de práctica con respecto al uso de productos financieros actualizados.
Habrá que llegar con el posnet y todos los servicios a los negocios de cercanías, habrá que eliminar la mala costumbre del recargo al pago con tarjeta, también eliminar las altas comisiones que cobran las tarjetas a los comercios, y las tasas que cobran a los consumidores. Es imperioso que los bancos paren de cobrar comisiones hasta por pasar frente al banco y que tenga líneas de crédito razonables.
Por último, el Estado también tendrá que revisar muchas cosas, entre ellas el impuesto a créditos y débitos bancarios, que ahuyenta a todos del sistema. Incluso las Provincias usan a los movimientos bancarios para hacerse de sus tributos.
Es un tema desafiante, pero que todos podemos ganar si las cosas se hacen como en TODOS los países desarrollados del mundo.
Una economía formal, con mejores tasas, bajas comisiones y costos bancarios, con un Estado que no vaya a cobrar impuestos en la PECERA de las cuentas Corrientes con voracidad, y con ciudadanos que puedan utilizar los medios de pagos más cómodos y ágiles, a la vez que accedan a créditos muchos más baratos y porque no, rebaja de impuestos, debiera ser el resultado de esta evolución natural hacia el desarrollo financiero.