La conferencia de prensa de esta semana brindada por el ministro Martín Guzmán despejó toda duda acerca del rumbo inmediato de la política económica del Gobierno. La renegociación de la deuda pública contraída con los tenedores de bonos no residentes y con el FMI ocupará el centro de las decisiones en los próximos meses.
Desde esta columna se señaló que en las experiencias peronistas previas, tanto la de Carlos Menem como la de Néstor y Cristina, la reestructuración de la deuda pública definió el rumbo de sus respectivos gobiernos. El Plan Brady de 1992 subordinó la administración a las reformas de mercado del Consenso de Washington y los canjes con fuerte quita de capital del 2005 y 2010, a la inversa, dotaron de fuerte autonomía a la gestión. En uno y otro caso, las décadas que duraron la tercera y cuarta experiencias peronistas previas estuvieron surcadas en el inicio por la forma de resolución de la deuda heredada.
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El ministerio de Economía remitió al Congreso de la Nación un proyecto de ley que constituye el marco normativo en el que se llevará adelante la renegociación de la deuda con tenedores privados y el eventual canje de bonos.
El artículo 1 del citado proyecto de ley alude que el tratamiento de la deuda se ajustará al artículo 65 de la Ley de Administración Financiera, que obliga en cualquier cambio en la especie de deuda existente a satisfacer dos condiciones de tres posibles, a saber:
1) Quita de capital.
2) Baja de la tasa de interés que remunera el stock de títulos soberanos.
3) Alargamiento de los plazos originales.
En su exposición el ministro Guzmán describió estas opciones pero deslizó que se buscaba un alargamiento de plazos para abonar los servicios de deuda y que la tasa de interés de los bonos vigentes es incompatible con ese objetivo.
El programa económico de crecimiento con equilibrio externo fiscal emergerá del cierre de la negociación de la deuda pública
Es claro que el Gobierno procura no desembolsar dólares escasos para atender pagos de deuda pero que a la vez la reprogramación no puede producir un efecto “bola de nieve” en el volumen de deuda por la capitalización de abultados intereses.
Si bien no se delineó con precisión el sendero de la negociación, es visible que se intentan disminuir al máximo los desembolsos de servicios de deuda durante el corriente mandato y a la vez bajar el valor presente del actual stock por la vía de una menor tasa.
El Gobierno busca acelerar el cierre del tema deuda con los parámetros descriptos lo antes posible, para entonces sí implementar su programa económico de crecimiento, y es en este punto donde el ministro fue enfático al decir que cualquier diálogo con el FMI se hará desde el control soberano de la política económica.
Es evidente entonces que el gobierno ha focalizado desde su inicio un conjunto de políticas destinadas a atender con urgencia la catástrofe social recibida de la administración Cambiemos, pero que su verdadero programa económico de crecimiento con equilibrio externo fiscal emergerá del cierre de la negociación de la deuda pública que, al igual que las experiencias peronistas inmediatas anteriores, marcará el destino de su gobierno.
El Presidente Fernández, razonablemente, intenta atender las demandas que no pueden esperar como la de alimentos, medicamentos y energía, pero es consciente que eso sólo asume formas paliativas si no se resuelven los desmadres macroeconómicos perpetrados por Cambiemos que permitan sustentar una política de aumento de la producción y el consumo. Por ello el ministro Guzmán ha hablado de la gravedad que significa la crisis de deuda gestada por la irresponsabilidad de Macri y consecuentemente procura una rápida resolución que despeje el horizonte para otro tipo de políticas.
Esta ha sido una semana clave en el devenir inmediato del gobierno.