Desde que Mauricio Macri llegó a la Presidencia, el endeudamiento en el exterior y en el mercado interno se tornó una política de Estado. El punto de inicio lo marcó el multimillonario pago a los fondos buitre, que le abrió la puerta a una pequeña baja en la tasa de interés en las principales plazas financieras.
El pasivo del Estado volvió a representar el 54% del PBI argentino después de ocho años por debajo de ese porcentaje. Hasta octubre supera los U$S 302.860 millones, en la estimación de la Fundación Germán Abdala y la Universidad Nacional de Avellaneda.
Sin embargo, con la gestión de Cambiemos, el incremento de la deuda pública alcanza los U$S 862 por segundo, de acuerdo a los cálculos del Observatorio Fiscal Federal. Esto equivale a U$S 51.720 por minuto y U$S 3,1 millones por hora y U$S 74,5 millones diarios. En el tiempo que transcurra durante la lectura de este artículo, las obligaciones de los estados nacional, provinciales y municipales en su conjunto aumentarán más de U$S 150.000.
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El endeudamiento compromete a la política fiscal de los gobiernos futuros, ya que el gasto para el pago de los intereses y el capital del pasivo contraído podría utilizarse para aumentar la inversión en educación, ciencia, vivienda y hasta en mejorar la situación de los jubilados.
Este año las transferencias del Estado nacional no financiero (que incluye Letras del Tesoro) a los acreedores superan los U$S 50.600 millones, un récord respecto al perfil de vencimientos futuro. Si el Poder Ejecutivo tuviera libre disponibilidad de estos fondos, podría destinarlos a la construcción de 37.147 jardines de infantes.
La cuenta no resulta caprichosa, ya que más de la mitad de las obligaciones de este y los años subsiguientes las decidió engrosar Cambiemos en la nueva alianza con el mercado financiero. Del total, U$S 25.457 fueron generados por el ex ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay, mientras que U$S 1.195 por el actual titular de la cartera financiera Luis Caputo, con lo que suman U$S 26.652 de la era Macri.
El año próximo también resultará particular, ya que vencerán U$S 44.400 millones de bonos y letras. Para realizar una analogía temporal, con esto podrían fondearse más de 102 millones de jubilaciones mínimas en un país que posee 9 millones de jubilados.
Para el año electoral más próximo, donde se definirá el nuevo Presidente de la República, el pago morigerará levemente. En 2019, Macri pagará más de U$S 27.400 millones entre capital e intereses, lo que equivale a 16 veces el presupuesto actual de vivienda vigente.
Tras las elecciones, las erogaciones para pagar pasivos tendrán que volver a subir y alcanzar, por el momento, los U$S 28.000 millones. Con los fondos que deberán destinarse a la deuda pública en 2020 se podrían pagar 14 años del presupuesto de Ciencia y Técnica.
En 2021 volverá a subir el costo de la deuda interna y externa, que ascenderá por encima de los U$S 33.000 millones, lo que equivale a construir más de 11.500 escuelas. Con eso se solucionaría un problema de vacantes que azota tanto a la Ciudad de Buenos Aires como a gran parte del país.
Cambiemos aseguró que el presupuesto de 2022 contemple al menos U$S 32.000 millones para el pasivo. Una extrapolación a los valores de hoy lo equipara con más de 43.000 kilómetros de ruta; lo que equivale a 10 veces el tramo en auto desde La Quiaca hasta Ushuaia.
El argumento del Gobierno para echarle mano a la deuda se basa en solventar el déficit fiscal, al alegar que la emisión monetaria implica un necesario incremento de los precios. Sin embargo, las medidas ortodoxas que el Ejecutivo toma hace dos años no impedirán que la inflación cierre muy por encima de la meta del Banco Central en 2017, que mantiene en el 17%.
El masivo endeudamiento llevó a la calificadora de riesgo Standard & Poor’s ubicó a la Argentina como la segunda economía más frágil del globo, lo que debería obligar a Caputo a rever su política, al menos de cara al mundo.
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