El gobernador Axel Kicillof debió iniciar el proceso de reestructuración de la deuda externa tras encontrarse con una provincia megaendeudada, con cinco veces más pasivo, medido en pesos, que en 2015. La responsable de este incremento insostenible, María Eugenia Vidal, ya había reconocido hace tres años que los bonos que emitió podían entrar en crisis dependiendo de las consecuencias que generaran las políticas de Mauricio Macri.
En el memorando de oferta de los bonos que colocó en 2017 por 500 millones de euros y con vencimiento 2023, Vidal les alertó a los potenciales acreedores que “la actual administración (NdR: en referencia a Macri) realizó cambios significativos en las políticas económicas y anunció medidas adicionales, y el fracaso o la falta de implementación de estas medidas adicionales podría impactar en la economía de Argentina y de las provincias y en el mercado de títulos de deuda”.
Vidal detalló que las políticas que podían golpear a los bonos provinciales eran la reforma del Indec para convertirlo en un organismo “confiable”, la eliminación de las restricciones cambiarias, la reducción del déficit, las medidas del Banco Central con el dólar y la inflación, la declaración del estado de emergencia del sistema eléctrico, la “reparación histórica” para jubilados y el aumento del mínimo no imponible para el impuesto a las ganancias.
En primer lugar, Macri no consiguió disminuir el rojo estatal. Si bien el balance primario resultó inferior, mantuvo el déficit total, que surge de incluirle los pagos de los intereses de deuda.
Pero, además, lo que Vidal denominó “corrección de los desequilibrios monetarios” y abarca las políticas del BCRA para frenar la escalada de precios fue un ensayo destinado a fracasar. La espiral inflacionaria que alimentó Cambiemos con los tarifazos, concentración de los mercados y falta de control resulta imposible de controlar exclusivamente a través del Central, dado que tiene otras raíces. Así terminaron derrotados sus mandatos Federico Sturzenegger, Luis Caputo y Guido Sandleris.
“No se puede predecir el impacto que tenga cada una de estas medidas, o cualquier otra medida futura que pueda ser tomada por el gobierno de Macri, ni asegurarse la capacidad del gobierno de Macri para implementar todas las medidas anunciadas”, se había atajado Vidal en 2017.
Desde el Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (OCIPEx), Sofía De Nicolo alertó que “un documento de estas características no tiene antecedentes. Describe la gravedad de la situación y cómo se planificó una política que se sabía que no iba a llegar a buen puerto”. “Lo que aclara Vidal es que este dinero no se iba a destinar a un mecanismo que genere desarrollo y crecimiento de las arcas de la provincia, que luego permita pagar ese crédito que contrajo y así hacerla previsible y sostenible. De esto surge preguntarse: ¿A dónde fue a parar esa deuda?”, resaltó.
Pese a que Buenos Aires sólo necesitaba de pesos, la entonces gobernadora aumentó principalmente el pasivo en dólares, el más complejo para devolver y el que Kicillof renegociará. Con los U$S 5050 millones que emitió, superó en un 87% a la deuda en el mercado internacional que lanzó Daniel Scioli en dos mandatos.
Vidal tampoco reparó en poner plazos medianos o largos, sino que el grueso de los nuevos títulos caduca dentro del período del Frente de Todos. Este año, el 67% de los vencimientos se explica por bonos de Cambiemos (U$S 2.274 millones), porcentaje similar para el próximo (62%), pero muy inferior a los de 2022 (90%) y 2023 (92%), de acuerdo a los números oficiales de la gobernación.