Finalmente, el juez Thomas Griesa acepto el pedido del Gobierno nacional empezar a negociar. Por ello, instruyó al mediador, Daniel Pollack, para ampliar la mesa de diálogo con el resto de los acreedores que no ingresaron a los canjes de deuda previos.
Pollack recibió mayores poderes para incorporar a otros holdouts en la mesa de negociaciones e intentar llegar a un acuerdo conjunto en el caso de la deuda soberana en default.
El magistrado neoyorquino emitió el lunes una orden para que Pollack, conocido oficialmente como "asistente especial" en el caso, pueda invitar a cualquier diálogo futuro a otros inversores que hayan demandado a la Argentina para obtener mejores términos.
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De este modo, Griesa concedió el requerimiento del ministro de Economía, Axel Kicillof, para poder plantear una propuesta ante todos los bonistas fuera del canje y no negociar sólo con los buitres liderados por Paul Singer, que dirige el fondo NML.
Un 7% de los bonistas de la deuda que entró en default en 2001 no ingresó en las reestructuraciones de deuda de 2005 y 2010, lo que explica que el titular del Palacio de Hacienda pretenda sentarse con los tenedores de todos estos títulos en lugar de una porción menor. Caso contrario, deberían tener más de una reunión donde perderían el poder de negociación.
El 31 de diciembre caduca la cláusula RUFO, que le prohíbe al Poder Ejecutivo hacerle a los holouts una oferta mejor que la que le hizo a los bonistas de los canjes. Por eso, el Gobierno mueve sus fichas antes de fin de año para asegurarse condiciones más adecuadas antes de sentarse en la mesa con los acreedores.