G20: Cambiemos pone a la Argentina de rodillas ante el poder económico y financiero

24 de noviembre, 2018 | 10.41

La Cumbre de Líderes del G-20 que se realizará esta semana en la Ciudad de Buenos Aires con la llegada de los principales jefes de estado del mundo, abre una serie de interrogantes y reflexiones sobre la geopolítica y sobre la Argentina en ésta. Al entrelazar la política y la economía nacional con la internacional como ningún otro evento, es un buen momento para preguntarse cómo está el Mundo y qué lugar ocupamos en él.

Al mismo tiempo, el G20 es una oportunidad para corroborar de qué manera la política exterior influye en la interna de Cambiemos, y qué esperan de Mauricio Macri los países más poderosos. En su rol de Presidente del Grupo desde noviembre de 2017, Cambiemos puede darse el lujo de recibir nada menos que a Donald Trump, Theresa May, Vladimir Putin, Angela Merkel, Xi-Jinping y otras autoridades no menos poderosas. Para un gobierno que prometió “volver al mundo” quizás éste sea su principal desafío. Queda abierto el interrogante, aunque hay pautas bastante inequívocas, de cuál es el lugar que esperan, gobierno nacional y orden mundial, para nuestro país.

Ordenemos primero algunas ideas. ¿Qué es el G-20? Fundado en 1999, reúne a los países industrializados con los denominados emergentes. Es decir, el G8 y los BRICS (o BRICSA, incluyendo a nuestro país), junto con la Unión Europea y, por esta vez, Chile y los Países Bajos, quienes fueron especialmente invitados por Argentina, desde su rol de Presidente del Grupo. El G20 reunía en un primer momento a los presidentes de bancos centrales y ministros de finanzas y economía, pero luego de la crisis financiera internacional del 2007-08 se comenzaron a reunir los y las jefas de estado, para justamente darle un salida a una de las mayores crisis del capitalismo internacional. En este sentido, el Grupo declara que su principal objetivo es la “cooperación económica, financiera y política”, en ese orden, primero la economía y última la política, como si ésta fuera un mero instrumento de aquélla.

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También participan en las reuniones del G20 instituciones internacionales de primer nivel: el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Internacional del Trabajo, entre otros. Lo notable de esta congregación de estados y organismos es lo que representan, ya que juntos reúnen dos tercios de la población mundial, el 75% del comercio internacional y el 80% de las inversiones globales. El G20 es entonces un reflejo de la concentración de recursos, económicos y políticos, una causa y a la vez consecuencia de las desigualdades del mundo contemporáneo.

En la próxima semana veremos, también durante el desarrollo de la Cumbre, el despliegue exagerado de fuerzas armadas y de seguridad, tanto nacionales como extranjeras: un verdadero estado de sitio disfrazado de feriado. Teniendo en cuenta las acciones y declaraciones de la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien invitó a los y las porteñas a exiliarse, habrá que tener cuidado. Como se ve en el Congreso, en la Legislatura, en los actos oficiales, el gobierno nacional sólo sabe relacionarse con la gente a través de los palos.

Pero, ¿qué es lo importante de esta cumbre? Nuestra política internacional desde diciembre de 2015 viene, con mucha torpeza y sin tanto éxito, tomando el rumbo que el mundo le tiene asignado. Nuestro principal conflicto internacional, la causa Malvinas, ha pasado por lamentables episodios que demuestran que no son prioridad para Cambiemos. Si bien Macri mantendrá un encuentro bilateral con Theresa May, lo más probable es que de ahí surjan más retrocesos que avances, tal como había sucedido con los acuerdos entre el entonces vicecanciller Foradori y su par británico Duncan, en 2016. Por su parte, Donald Trump siempre es una incógnita, pero el magnate-presidente de quien depende principalmente el apoyo que recibe la Argentina del FMI, no dejará pasar la ocasión para garantizar acceso al mercado de sus empresas y por qué no también reforzar la cooperación militar. Michel Temer también asistirá a la cumbre porque sigue siendo Presidente de nuestro principal aliado comercial, Brasil, pero ya invitó a Jair Bolsonaro, vencedor de las últimas elecciones. A pesar del apoyo que le expresó telefónicamente Macri, el ex capitán del Ejército del Brasil ya anunció que viajaría a Chile y no a Argentina en su primera gira oficial.

La reflexión cantada es que la Cumbre de Líderes del G-20 va a ser leída como un éxito total para Cambiemos, ya que implica la bendición del orden mundial a su plan político y económico. Si la Cumbre de los Pueblos de 2005 fue un hito inolvidable para quienes creemos en la unión latinoamericana, este evento es el equivalente para quienes no tienen problemas en concebir a nuestro país de rodillas ante el poder económico y financiero.

Pero más interesante aún es considerar que el G20 del 2018 tiene lugar en el contexto de “el giro neofascista” del mundo, el populismo de derechas podríamos llamarlo. En este contexto, Macri aparece como un moderado, a pesar de la brutalidad de sus políticas económicas y su esquema de represión que esta semana se cobró una vida más: la de Rodolfo Orellana, militante de la CTEP, en manos de la policía bonaerense. Y es que hay que ser conscientes que a la derecha de Macri pueden existir expresiones ultraderechistas aún más peligrosas, al igual que a la derecha de Merkel está el Alternativa por Alemania, y a la derecha de May está el Partido Independentista Británico, y a la derecha de Macron está Marine Le Pen. Muchos de estos partidos impulsando un discurso racista y xenófobo anti inmigración, algo que a veces se cuela entre cargos electos en nuestro país también.

Y aquí la reflexión más importante. El neoliberalismo, con esta acelerada globalización financiera, despoja a las democracias nacionales que adhieren a sus estructuras de las capacidades de brindar respuesta a las necesidades básicas de las personas: trabajo, seguridad, salud, educación. Frente a la propuesta de la inseguridad global y la incapacidad de brindar soluciones, la familia, la religión, y lo conocido, se vuelve el refugio para la mayoría de las personas. Entonces, encerrarse y ver al “otro” como una amenaza, es la salida fácil al miedo que imponen la sociedad global de consumo, la modernidad líquida. Y es en este miedo donde se siembra el fascismo. Osea, el neoliberalismo puede ser la antesala al fascismo, y aquí es donde debe estar la atención de nuestro proceso político nacional. Porque la única manera de torcer ese destino es con política, mucha política distinta, que sea capaz de explicar que la seguridad, el orden, la estabilidad, pasa por construir un estado democrático que garantice derechos y proteja nuestra economía de los vaivenes del mundo.

* Nota escrita con la colaboración de Juan Ignacio Pedrini, integrante del espacio político Buenos Aires 3D.