Susana Alejo tiene 37 años, es una pastorcita oriunda de Cobres, localidad de La Poma al noroeste de la provincia de Salta. Nunca se imaginó que iba a terminar en la vorágine de la Capital Federal rogando para que traten a su hijo de 13 años enfermo.
La imagen le parece surrealista: los autos, los ruidos de la gran ciudad son muy diferentes al paraje donde vive de manera tranquila. Cursando el séptimo mes de embarazo, la joven madre pide por favor asistencia para su hijo. Entre lágrimas pide por favor que la burocracia no sea un impedimento para que su hijo obtenga la salud que vinieron a buscar.
En febrero de este año, la familia de Susana se dividió cuando a Carlitos, su hijo mayor, le diagnosticaron leucemia. A pesar de buscar ayuda en la salud pública, solo encontró vueltas y ninguna respuesta. A partir de esa situación fue un derrotero. En una primera etapa el tratamiento se realizó en el Hospital Materno Infantil, en Salta Capital, que duró casi 9 meses, de allí fue derivado al Hospital Sor María Ludovica, en el mes de noviembre.
“Apenas nos recibieron nos dijeron que tenían el donante y nos trataron muy bien pero la sala donde se llevan estas operaciones no estaba habilitada por esa razón no lo trataron. Nos hicieron ir todos los días ir a preguntar, pero ya no tuvimos respuesta”, contó Susana en diálogo con El Destape.
Durante todo ese tiempo, Carlitos y su mamá estuvieron horas en el Hospital: el niño de 13 años fue dejado de ser tratado por un mes. Mientras tanto, madre e hijo estuvieron alojados en la Casa Ludovica de La Plata, donde les brindaban una comida pero no era suficiente. “Mi hijito tiene que comer bien porque está enfermito y si bien agradezco la comida no era suficiente”, reveló la madre del niño.
Ya en diciembre las vueltas siguieron: “Desde el CUCAIBA me informaron que tenían todo listo en el Hospital Italiano en Capital Federal”; sin embargo, al llegar al lugar le dijeron que no existía ningún convenio y que no había noticias al respecto.
Al respecto, relató: "Desde el Gobierno de Salta, cuando salí de la provincia me dieron 7 mil pesos en mano y me dijeron que en la Casa de Salta podía tramitar un subsidio de $3 mil pesos. Les dije que no era suficiente, que mi hijo no puede tomar agua de la canilla. Una señora de ahí se enojó porque estoy hablando con los medios y me dijo me tenía que aguantar que hay mucha gente que pasa por lo mismo. Pero yo ni siquiera pido para mí, yo solo quiero que le den el tratamiento y no quiero que esperen sin hacer nada y que dejen morir a mi hijito”. Susana cuenta esto mientras toca su panza de siete meses.
Y agrega: "Me dicen que el jueves tengo que volverme a casa, me trataron muy mal los médicos. A mi no me importa tener para comer ni dormir. Me puedo quedar en la calle con tal de que atiendan a Carlitos".