Desde 1983 en la República Argentina se inicia el proceso más largo de estabilidad política en democracia en los últimos 209 años de historia institucional. Así, llegamos a 36 años ininterrumpidos con nueve elecciones periódicas a presidente y vicepresidente de la Nación.
En este contexto, se produjo la reforma constitucional de 1994 en donde se modifica el sistema de elección de colegio electoral de voto indirecto por el voto directo de todos los ciudadanos habilitados a sufragar. En 1983 se empieza a configurar un sistema político de bipartidismo clásico entre la UCR y el PJ que entre ambas fuerzas políticas configuraron el 92 por ciento del total de votos emitidos por los ciudadanos.
En el transcurso de las sucesivas elecciones es posible observar variantes de bipartidismo clásico hacia multipartidismo moderado con opciones convergentes de una nueva arquitectura del sistema político nacional caracterizado por dos coaliciones, frentes o alianzas electorales hegemónicas: una representativa de un modelo neoliberal conservador, de populismo de derecha o centrismo radical y otra representativa de un modelo nacional, popular y democrático, de populismo de izquierda o centroizquierda progresista.
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Ambas coaliciones se caracterizan por un núcleo duro desde el punto de vista ideológico, doctrinario, filosófico y de praxis política con modelos flexibles de captación de votos independientes alineados con opciones más centristas para converger en construcciones amplias de mayorías populares destinadas a ganar elecciones. No cabe la menor duda que ambas coaliciones poseen unidad en la diversidad con contradicciones internas al interior de su propia alianza con tensiones permanentes que es finalmente la manera de entender como un partido urbano y centralista como el PRO logra construir una alianza con la Coalición Cívica de base más progresista en su composición ubérrima, del mismo modo que la configuración de la base territorial típica de la UCR.
La constitución del Frente de Todos
El Frente de Todos constituye la argamasa peronista en su mayor expresión, pero admite la composición del voto tradicional ideológico con la articulación de base territorial y la tendencia del voto independiente más dinámico.
Quizá ésta coyuntura política sea una excelente oportunidad para la construcción de un sistema de consensos en la República Argentina para superar las tres limitaciones históricas existentes: la de tener un sistema político sin partidos o coaliciones institucionales; la de tener un sistema económico inestable y volátil; y, la de tener un sistema social profundamente injusto.
Esto implica considerar que el desafío más importante del Frente de Todos a partir del 10 de diciembre es lograr una estrategia de crecimiento económico sustentable con una distribución equitativa del ingreso para garantizar un sistema político estable que articule, promueva y sostenga políticas de Estado.
Voto múltiple
Para ganar elecciones en nuestro país es preciso lograr la identificación del denominado voto múltiple. Esto es, identificar las características del votante argentino que configura la apreciación de los siguientes componentes: voto geográfico, voto ideológico, voto gestión, voto ingreso, voto histórico y voto demanda.
En este sentido, la configuración del voto en las coaliciones mayoritarias que participaron en esta elección permite definir que el Frente de Todos posee el voto mayoritario del norte y sur del país, el conurbano bonaerense y conglomerados pobres del centro; mientras que Juntos por el Cambio expresa el voto mayoritario del centro del país (Mendoza, Córdoba, Santa Fe, San Luis, CABA e interior de la Provincia de Buenos Aires).
El núcleo duro del voto de ambas coaliciones se asienta en la articulación del voto geográfico, por ingreso, histórico con perfil ideológico siendo más dinámico el perfil de votantes por gestiones nacionales, municipales y/o provinciales con incidencia de las expectativas y demandas dinámicas de las sociedades democráticas. No todas las demandas tienen que ver con cuestiones de carácter económico y/ social pues ésta depende de las características sociales del voto y su tendencia en el corto, mediano y largo plazo.
Consenso amplio, plural y democrático
Por último, independientemente de las particularidades del proceso político, la República Argentina necesita un consenso amplio, plural y democrático para vencer las restricciones que constituyen causas sustanciales de inestabilidad macroeconómica. A saber: restricción energética, restricción externa y restricción logística.
Para superar estas restricciones necesitamos una política energética que tienda al autoabastecimiento, que atraiga inversiones extranjeras directas y que al mismo tiempo ahorre divisas por importaciones, aumente divisas por exportaciones y por dólares provenientes de inversiones directas. También necesitamos aumentar y diversificar exportaciones, promover empleo dinámico y sustituir importaciones destinadas a configurar cadenas de valor con alto componente industrial.
Del mismo modo es necesario aumentar la tasa de inversión pública para mejorar la competitividad logística y desarrollar nuevas inversiones privadas de base industrial competitiva. Con estas restricciones superadas es posible construir una regla fiscal estable, una regla monetaria estable y una regla cambiaria competitiva con incentivos fiscales, financieros y laborales en términos de productividad.
Y obviamente, con la superación creciente de las restricciones mediante un sendero determinado es posible sostener reglas para garantizar al mismo tiempo políticas de base industrial, para el desenvolvimiento de las economías regionales y para el estímulo del empleo de calidad.