María Fernanda Aristizábal Urrea, una joven de cabellera color miel y ojos dorados, tomó hace una semana su corona de Miss Colombia y antes que agradecer el premio u hacer otro tipo de comentario tomó el micrófono para manifestar su apoyo al paro general de hoy, una jornada de protesta denominada 21N: “Quiero decirle al Presidente que todos marchamos, lo invito a que apoye y escuche por qué estamos marchando”. Unos días después el popular cantante Carlos Vives decía algo semejante: “Las marchas son expresión de una sociedad que se une para protegerse y enviar un mensaje a sus gobernantes”.
Lo dicho por Miss Colombia y Carlos Vives, expresiones del mundo no político, contra el rumbo neoliberal del presidente uribista Iván Duque Márquez parecen expresar las roturas de un largo clima de época. Así como Chile siempre fue elogiado en foros internacionales por su regionalismo abierto, Colombia ha sido jerarquizada en la agenda del Pentágono como su base de operaciones en el Cono Sur. En paralelo a la sociedad de Bogotá con el Comando Sur para profundizar la pelea anti insurgente y anti narcótica –una concepción militarista que intentó ser modificada con los Acuerdos de Paz firmados por el presidente Juan Manuel Santos con la guerrilla FARC- el país caribeño fue profundizando su adhesión a los programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional y del club de países ricos de la OCDE. Para pertenecer a la OCDE –donde Macri hizo intensas negociaciones para conseguir la membrecía plena- las naciones periféricas deben hacer cruentas reformas.
Es en ese punto donde el modelo económico de Duque –un Jefe de Estado bendecido por su padrino político, el halcón Álvaro Uribe- comienza a hacer estragos. Tras sucesivas gestiones neoliberales Duque entendió que la sociedad colombiana podía hacer un sacrificio más. “El paquetazo tiene que ver con la aprobación el pasado mes de mayo por parte del FMI de un nuevo crédito de 11.400 millones de dólares para el gobierno Duque. El préstamo se aprobó porque el Estado colombiano cuenta de acuerdo al FMI con antecedentes sólidos. A cambio, el país presenciará reformas que afectarán directamente a amplios grupos sociales; aumento de la edad de jubilación, reducción de los derechos pensionales, ampliación de las personas que pagarán impuestos, reducción de transferencias a las regiones, aumento del desempleo, disminución de los salarios”, explica el nudo del conflicto Pablo Nariño, periodista colombiano del recomendable portal Las 2 orillas.
El Destape habló con Michael Steven Armero, vocero en Buenos Aires del partido Colombia Humana, la nueva izquierda colombiana que protagonizó el último ballotage presidencial contra Duque con la candidatura del ex guerrillero y ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro. “Este paro es particular porque muchos gremios se han sumado a la protesta. Eso es histórico porque en Colombia muchos sindicatos han perdido protagonismo. Por ejemplo, al 21-N ha adherido el sindicato de petroleros, que es un sindicato privado, pero que ha decidido sumarse a la movilización. Pero incluso figuras artísticas como Adriana Lucía, los compañeros de bandas como Bomba Estéreo o Aterciopelados se sumaron al paro y movilización. Incluso la Iglesia Católica ha dado su consentimiento sobre todo para repudiar las violaciones a los derechos humanos que se han venido cometiendo en el interior del país para romper los Acuerdos de Paz. Entonces se trata de un paro histórico, con más de seis meses de preparación en las bases territoriales. El objetivo es decirle al gobierno de Duque que la situación se está saliendo de las manos, como decimos acá”, explica Armero las particularidades de la jornada de protesta de hoy.
Pero la aparente contundencia de la protesta de hoy en Colombia no solo está visibilizada en el inédito y heterogéneo campo de apoyo social a la medida. Las declaraciones del oficialismo responsabilizando al gobierno vecino de Nicolás Maduro e incluso al Foro de San Pablo como autores intelectuales de la movilización dan cuenta del desconcierto de una administración que se plantaba ante los organismos internacionales y los Estados Unidos como una plaza firme contra el populismo. “El paro hace parte de la estrategia del Foro de São Paulo que intenta desestabilizas a las democracias de América Latina”, advierte el senador Álvaro Uribe Vélez. La ola regional de protestas parece mudarse a Colombia, un síntoma ineludible es que el uribismo está nervioso.